Amor de Sara

Amor de Sara, de Xosé Neira Vilas

Amor de SaraMañana será otro día, bien digo, tal vez el umbral de nuevos días que vendrán sin “contratistas”, ni puertos, ni maletas, querido Tomás. Así acaba esta novela. Pero lo importante, a pesar de que yo haya empezado mi reseña por el final, es cómo empieza, cómo se desarrolla, y cómo tras saborear el olor a libro nuevo de entre sus páginas, comprobamos que seguimos en nuestro tiempo, en nuestro siglo, y que en realidad nos hemos metido tan de lleno en la historia que parecíamos estar acompañando a esta mujer mientras escribimos a aquel amor perdido, no hallado, exiliado, por el tiempo, las circunstancias, la vida en general. No sé si se podrá decir o no, pero yo lo digo: estamos ante una obra desconocida, que nadie debería perderse. Porque precisamente por eso, por los atajos que la literatura nos provee a las personas, somos capaces de encontrar en pequeños libros tesoros inmensos, que nos hacen comprender que la vida es un campo de minas que, al posar nuestros pies de una manera incorrecta, hará que salte todo por los aires. Es un adiós o un hasta luego. Pero lo importante, como decía antes, es el inicio de aquello que se nos cuenta en las páginas de “Amor de Sara” un libro que, desde hoy, permanece junto al corazón, latiendo con él.

Sara recuerda a su amor, Tomás, que tuvo que emigrar a Brasil cuando tenía diecinueve años. Será entonces cuando nos encontremos ante el monólogo de toda una vida, en el que la niñez, la pasión, el despertar del amor y la descripción de la pobreza y la represión, marcan a la protagonista y al lector con un diálogo que deja sin aliento.

 

Cuando la vida te pone delante regalos como este, es casi una obligación ponerte manos a la obra y hablar desde el corazón, contando las bondades de una historia que, ojalá, hubieras escrito tú. Muchas veces, conocer la vida de los autores, es conocer aquello que hay detrás de la novela, por eso saber que el autor, Xosé Neira Vilas, emigró a Argentina, convirtiéndose así en un hombre dividido en dos con su amor puesto en dos tierras distintas le da un toque más personal a la obra que traigo bajo el brazo. Pero se trata de eso, de esta obra. Siempre digo que hay momentos en la vida de un lector en la que las historias te dan un mazazo, te dejan casi alelado y no permiten que pronuncies palabra alguna cuando acabas, cuando pones el punto y final e intentas hacer balance de las ganancias y pérdidas de lo que has leído. ¿Qué he perdido? Alguna lágrima que surcaba mi mejilla frente a las injusticias de aquellos años del franquismo donde la pobreza era la vida y la comida la excepción. ¿Qué he ganado? Una historia que se clava como la aguja que surca tu piel cuando un tatuaje se queda impregnado en tu piel sin poder deshacerte de él. Se dice que las desgracias dejan una marca perpetua en los surcos de tus manos, y que hay personas que pueden saber cuál ha sido aquel dolor con sólo posar su mano en las tuyas. “Amor de Sara” es como una expresión de ese dolor, traducido en palabras, y compartido en toda su magnificencia por los lectores.

El camino del amor pasa por unos ojos que miran su vida desde la distancia, con sus silencios y sus palabras, con el ruido y la contaminación que los recuerdos  provocan en la mente. Pero no me arriesgo a proclamar que lo que tenemos entre manos con “Amor de Sara” es esa especie rara que vive en el interior de todos nosotros y que pugna por salir, intentando encontrar, como si fuéramos un investigador privado, una historia de amor que marque un rumbo, que nos demuestre que aquello de que el tiempo todo lo cura no es tan cierto como pensábamos, porque lo que realmente hace es mitigar las punzadas que nos sacuden el pecho cuando recordamos el amor, los primeros besos, las lágrimas abrigadas por la oscuridad y sólo era la luna la que nos miraba desconsolada. Hay una palabra que me vino a la mente, como me suele pasar cuando algo realmente me llama la atención, cuando algo me emociona, y es gracias. Un agradecimiento a Xosé Neira Vilas por hacernos recordar historias de amor que trascienden el tiempo, el horror, los propios recuerdos, convirtiendo nuestra existencia en vasijas llenas de palabras que queman en la garganta, que necesitan salir para que todos nosotros, los lectores que posamos nuestros ojos en sus páginas, disfrutemos de aquel lugar recóndito en que se convierte un sentimiento universal como el amor. Porque, no hay que olvidarse, el amor jamás se olvidará, simplemente, permanecerá escondido para cuando le abramos la puerta de nuevo.

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