Amor y Amistad, de Jane Austen

amor y amistad¿Alguna vez os habéis preguntado con qué escritor o escritora os iríais a tomar una cerveza? No tengáis en cuenta si sigue vivo o hace años —siglos— que murió, dejad volar vuestra imaginación.

¿Ya lo sabéis?

Puede que hayáis optado por un autor que sepa de todo y que seguramente os dé mucho tema de conversación. Quizá, a vuestro escritor favorito, para decirle cuánto lo admiráis. O tal vez a ese que os cae muy bien por lo que deja traslucir de su personalidad en los libros que escribe o escribió, al que incluso os hubiera gustado conocer en la juventud y ser amigos de farra. Yo no me había hecho esa pregunta hasta ahora, pero tras leer Amor y Amistad pienso que me hubiera gustado conocer a Jane Austen y, en concreto, a la Jane Austen adolescente.

Jane Austen me conquistó con su célebre obra Orgullo y prejuicio, sobre todo por el grandísimo matrimonio de los Bennet —lo que me pude reír con ese adorable padre y esa insoportable madre—, me supo a poco en La abadía de Northanger y Persuasión, y en Amor y Amistad, que recoge tres cuadernos escritos durante su adolescencia, ha vuelto a sorprenderme. Si algo me gusta de esta autora, por encima de las historias que cuenta, es cómo las cuenta, con ese derroche de sentido del humor y de crítica inteligente a la forma de vida y costumbres de su época (por eso, pese a las pequeñas decepciones, siempre vuelvo a ella). Y en Amor y amistad, estos elementos que tanto disfruto están multiplicados por cien. En este conjunto de relatos y esbozos de novelas escritos entre 1791 y 1793, la jovencísima Jane Austen dio rienda suelta a su ingenio y su desenfado. Diálogos ocurrentes y sátira social sin filtro destinados a los lectores de su entorno; hermanos, primos, amigos o sobrinos, a los que una chica de quince años les dedicaba sus textos sin saber que algún día, varios siglos después, serían leídos por millones de personas. Jane Austen en estado puro, demostrando que el talento es algo innato, pero también que hace falta mucho trabajo para encarrilarlo. Porque algunos de estos escritos tienen tramas forzadas, inconexas o inacabadas, pero ya destilan la impronta de la autora: esa elegancia para hablarnos de lo absurdo del comportamiento humano, esa retranca con la que se ríe de sus personajes.

Qué suerte haber tenido una pariente así en la estirada época victoriana. Lo que debieron de disfrutar sus conocidos con sus pequeñas historias y con sus comentarios cotidianos. O quizá les sacaba los colores y no le hacían ni caso, quién sabe. Incluso hoy, en el siglo XXI, dejaría sin palabras a más de uno con sus irreverentes observaciones. Y es que Austen es mucha Austen, se ponga en la época que se ponga y con los años que sean. Por eso, a mí me hubiera encantado conocerla y tomarme algo con ella. Si leéis Amor y Amistad puede que penséis lo mismo. Tal vez, si somos muchos, nos dé para pagar el viaje en el tiempo: de nosotros hacia el pasado o de ella hacia el presente. Un té con pastas a las cinco o una caña en cualquier bar, da lo mismo. Si es en compañía de la joven Jane Austen, el buen rato está asegurado.

7 comentarios en «Amor y Amistad, de Jane Austen»

  1. Estoy acabando la lectura de “Orgullo y prejuicio”, una novela que, a medida que avanza la historia, gana en agilidad y los retratos de sus personajes parecen estar pasando por el diván de un todavía imposible Sigmund Freud.

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