Barbarismos

Barbarismos, de Andrés Neuman

barbarismosLas palabras, con sus letras unidas por enganches invisibles, tienen tantos significado como personas hay en el mundo. Más allá de un mundo donde los silencios evocan ruinas, nos damos de bruces, en ocasiones indeterminadas, con libros que vuelan, que revolotean alrededor de nuestra mente e intercambian significados, soluciones al problema actual de un lenguaje obsoleto, que se disfrazan de la palabra sinónimo, pero que en realidad es algo más, porque algo que se parece, que intenta ser gemelo, sin conseguir más que ser una copia barata. Barbarismos nace de la sensación inexacta que nos surge a los lectores cuando observamos que aquello que habíamos visto a lo largo y ancho de nuestro periodo de vida, ya no lo es, ya no puede ser la misma cosa, porque el tiempo ha decidido dar un grio de ciento ochenta grados y la mejor manera de aceptarlo es abrazar las nuevas ideas que un autor, como lo es Andres Neuman, que nos invita a descubrir una vez abierto por primera vez su libro y ya nunca más abandonado. ¿Es, pues, un diccionario? Lo es y no lo es. ¿Entones una novela? No lo es, pero se puede interpretar como tal. ¿Tiene nombre lo que nos estás proponiendo? Sí, este título. Porque si el lenguaje ha sido una cosa siempre, esa ha sido bárbaro, lleguemos de la orilla que lleguemos, amemos a quien narices amemos, o pensemos que la izquierda y la derecha, en un mundo que no fuera este, no serían exactamente lo mismo.

Un abecedario exclusivo, de la A a la Z, donde poder entender que las palabras encierran otros significados que nunca nos habíamos planteado.

 

Hay algo que siempre me llama la atención cuando abro un libro de Páginas de Espuma: creo que estoy ante algo completamente diferente del resto de las publicaciones. Será, en primer lugar, por el impacto que me proporcionan sus portadas – que, todavía, intento descifrar en muchas ocasiones llevándome por reflexiones verdaderamente brillantes -. Puede ser, minutos después, por la capacidad que ha tenido la editorial en traernos a algunos de los mejores escritores de relatos del panorama hispanoamericano y español, ya que uno ha intentado, durante meses, sacarle algún punto flaco a aquellos libros que han ido cayendo en sus manos, y no lo ha conseguido. Y ahora, si por todo lo anteriormente dicho no fuera poco, nos traen Barbarismos que logra dar un puñetazo en la mesa y desestabilizar las columnas de cualquier diccionario al uso, llenándolo del sentido irónico y con humor negro, de un autor que es maestro, o al menos lo debiera ser. Andrés Neuman ha sido, por llamarlo de alguna manera, una especie de hallazgo raro: uno sabe que lo que está leyendo es buenísimo, lo sabe, lo siente ahí dentro, en las mismas tripas, pero por otro lado sabe que hay algo que se está perdiendo, que entre las líneas de lo que está leyendo hay alguna que otra explicación que no llegará hasta que más adelante nos venga a la cabeza. Y yo esto lo descubrí tarde, como lo hice con el autor, ya que si de mí hubiera dependido, ahora, siendo las horas que son, hubiera salido corriendo a cualquier librería a hacerme con toda su bibliografía.

Barbarismos. Ya sólo en ese título se encierran ideas, se encierra el significado de lo que está por venir, de lo que estamos a punto de descubrir. Andrés Neuman, en ese momento en que la magia lector – escritor hace acto de presencia, parece hablarnos desde dentro conminándonos a unir en nuestras cabezas sus significados, sus palabras de un diccionario imaginario, pero muy real por otro lado, con aquello que la realidad nos intentó vender como lo que tenía que ser. Palabras, que son las que unen, las que se entrelazan y forman las obras, esas que hoy leemos, que mañana recordaremos y que, si nos ha ido bien, recomendaremos. Puede que yo no sea muy objetivo, pero quién lo es al fin y al cabo. Si algo tengo claro es que, ese instante, ese momento en el que uno entra en el mundo de este libro, es tan soberbio, tan lleno de vida, tan lleno de significados distintos que buscar entre las páginas, que sólo por eso ya debiera notarse la pasión que nos insufla. Todo lo demás, sería palabrería que, ya que estamos, no es demasiado importante.

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