California, de Jordi Coca

California¿Habéis viajado alguna vez en coche en plan road trip? Uno de esos viajes en el que el fin no es llegar a un sitio concreto sino el camino mismo. Por supuesto que tiene que empezar y acabar en un lugar, pero esos sitios solo son eso: un principio y un final. Lo interesante es andar en coche, cambiar la ruta, parar donde te parezca, improvisar, perderte, dejarte tragar por el camino. Si no lo habéis hecho nunca, plantearos una escapada así. Es una forma muy interesante de conocer un territorio, más profunda quizá.

Dicen que Nueva Zelanda es estupenda para viajar en autocaravana. Lo tengo apuntado en cosas que tengo que hacer antes de morir, pero me pilla algo a desmano desde el norte de España. Estados Unidos es otro país en el que se puede viajar muy bien así también, pero en coche de alquiler y parando en moteles. No hay prácticamente peajes, las carreteras son buenas y la gasolina es barata. Además, el transporte público no es precisamente su fuerte, por lo que es mucho más cómodo andar en coche. Yo lo hice en 2009, por el oeste del país y fue una experiencia inolvidable. Es un tema que han tocado varias películas (road movies) en las que se viaja de esta manera por diferentes motivos: Little Miss Sunshane por ejemplo, o la famosa huida de Thelma y Louise. No todas son en USA, me viene ahora a la cabeza la argentina Diarios de Motocicleta o la española Vivir es fácil con los ojos cerrados.

Esta novela de Jordi Coca es esto: un viaje en coche que hace un profesor de universidad catalán desde Denver hasta San Francisco en 1992. Unos dos mil kilómetros si lo haces lo más recto posible. Este profesor tiene 34 años y se acaba de separar. Está algo harto de su vida, así que acepta una oferta de la universidad de Berkeley como profesor visitante con la idea de poder acabar de escribir un libro sobre los pintores paisajistas norteamericanos del siglo XIX, que le obsesionan. Su idea es ir visitando los paisajes que inspiraron a estos famosos pintores de la Hudson River School. Planteado como un viaje iniciático tipo En la carretera de Jack Kerouac, aunque al protagonista esa generación beat no le interesa para nada, él busca más una mirada mística como la de Walt Whitman.

Una idea preciosa, ¿verdad? Cobras por hacer algo que te entusiasma, viajas, trabajas y recompones tu cabeza y tu alma al mismo tiempo. Pero en el fondo, este viaje no es más que una huida, así que las cosas no fluyen tal como las tenía planeadas. Aparece un extraño poeta que le hace cambiar la ruta inicial, que trastoca todo. Jordi Coca se inspiró en el poeta Miquel Bauçà a quién dedica el libro y en un viaje que planearon juntos en los 80 a Estados Unidos, según cuenta en una entrevista. También en la idea de que hay personas que tienen la capacidad de conmocionarnos aunque estén poco tiempo en nuestras vidas.

Hacía tiempo que no leía un libro que me pareciera tan honesto, tan sincero. Esa es la primera sensación que he tenido, la que me ha acompañado todo el relato. Está escrito en primera persona y en pasado. El protagonista llevó una especie de cuaderno de viaje, diario o como le queráis llamar y California es el resultado de repasar esas notas y los recuerdos de esa magnífica experiencia 20 años después. Tiene un trabajo profundo de los personajes, de verdad, incluido lo feo que tenemos todos. No hay héroes, ni siquiera los que ostentan el título. También hay una reflexión sociopolítica importante, además de unas interesantes descripciones de los paisajes que recorre. Aunque es profunda, es muy fácil de leer. No es un regocijo en lo ultra humano, ni es una oda al “todo el tiempo pasado fue mejor”, solo nos enseña cómo se sintió en aquel momento de su vida, pero tomando distancia, intentando ser objetivo.

Se me ha hecho muy corta. Dos tardes me ha durado. He aprendido muchas cosas con el libro. Sobre algunas ya había oído pero no había profundizado y sobre otras no tenía conocimiento. Me ha gustado mucho. Lo he disfrutado cada página. No se le puede pedir más a una novela: que te guste, que te entretenga, que te deje poso tanto en el sentimiento como en el cerebro, que sea sincera, que no se ande con tonterías.

 

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