Catálogo de besos

Catálogo de besos, de Raquel Díaz Reguera

catalogo de besos La vida nos ha proporcionado dos regalos a los que, a veces, no prestamos la suficiente atención: las sonrisas y los besos. De lo primero no hablo, a sabiendas de que yo sonrío mucho pero no ha sido tema de libros todavía, pero de lo segundo sí. Porque, si os paráis a pensar, ¿qué tipo de besos dais habitualmente? Yo, que me considero una persona que regala los afectos a aquellos a los que quiero, voy fluctuando entre un tipo de beso y otros como ese tipo de pájaros que van de nido en nido alimentando a sus críos. Y hete aquí que yo, cuando doy un beso, nunca me había parado a pensar en lo que podían significar. Lo doy, alguien lo recibe y las consecuencias podían ser de lo más variadas. Me gusta besar, el contacto, por que Catálogo de besos es mi lectura de esta semana, quizá de todas, porque ahora, cuando yo dé un beso, cuando lo reciba, cuando lo espere como agua de mayo, cuando alguien se marche y no vaya a volver, cuando un amor nocturno aparezca de improviso y yo me muera de deseo, sabré que lo que doy, lo que recibo, lo que se escapa a través de mis labios es un tipo de beso que requiere su estudio, que requiere su significado, que requiere de la vida de dos seres, quizá de más, que se juntan en un momento determinado y que compartirán un instante que, pocas veces, que quizá ninguna, tendrá punto de comparación. Los besos son un regalo, así que por favor, abramos de una vez ya el envoltorio.

 

Las historias que se nos regalan muchas veces tienen un poso que nos hace recordar lugares pasados, personas pasadas, a las que hemos conocido, a las que hemos visitado o de las que nos hemos enamorado hasta el límite, hasta la extenuación. Yo soy un poco como Amanda, la protagonista de este precioso libro. Ella colecciona besos, pero yo lo hago con momentos. Instantes que han significado algo en la vida y por los que suspiro sin remedio alguno. Y así fue como descubrí que Catálogo de besos es un viaje a esos lugares recónditos de la memoria en el que nos descubrimos pensando en todos esos besos que damos intentando convertir al príncipe en rana, o como unos besos son como las veletas que se mueven con el viento y que aparecen en todas las bocas que se cruzan en el camino de uno, o, si nos ponemos más melancólicos, esos besos con los que pedimos perdón, con los que sin palabras agachamos la cabeza y somos conscientes de que nos hemos equivocado. Y así, mientras cerraba los ojos tras cada historia de Amanda, tuve que respirar un poco, sentarme tranquilamente a reposar, a volver a la realidad, a pensar en lo que tuve y en lo que tengo ahora, y a volver a enamorarme, sí, como lo leéis, volver a enamorarme, porque consiguiendo lo imposible, este libro me demuestra una vez más que el amor, y sus consecuencias, pueden tener forma de libro, forma de lectura, y de las mejores.

La vida regala muchas veces ocasiones para que las disfrutemos, otras para que las lloremos, otras para las que la melancolía se instale y nos haga abandonar un poco de esa alegría que nos invade el cuerpo. Raquel Díaz Reguera consigue componer una obra que refleja a todos aquellos que nos enamoramos, que sentimos, que en definitiva vivimos, y que creemos que un beso puede comprender, puede contener, todas aquellas palabras que no se dijeron, todos aquellos momentos que se vivieron y que se recuerdan con esa sonrisa pícara, con una mirada cómplice con la persona que tenemos al lado. Y lo más importante: es una alabanza a los besos, a la falta de palabras, a dos pares de labios besándose y disfrutando de un segundo, puede que un minuto, en el que dos deseos se unen y forman una nueva realidad, un nuevo mundo, una nueva existencia de dos bocas, de dos cuerpos, que se disfrazan de necesidad para compenetrarse. La vida tiene lo peor y lo mejor de esta realidad. Y permítanme que sea un tanto empalagoso, un tanto optimista, casi diría que con el azúcar en sangre en niveles casi insoportables, pero me gusta enamorarme, me gusta besar, me gusta sentir a otra persona a mi lado, sintiendo lo mismo que yo. Y ayudado por Catálogo de besos he podido fantasear con todos aquellos besos que significaron tanto, que se convirtieron en tanto, y que construyeron lo que soy hoy, un hombre al que el amor le gusta, al que los diferentes significados de un beso se le forman en la cabeza, intentando comprender cómo es posible que la gente no se bese más, no recapacite y se miren, lentamente, quizá de reojo, buscando ese beso que nunca se ha dado y que se queda en la comisura de los labios, queriendo salir, deseándolo, para que pueda disfrutarse de todas las maneras posibles.

5 comentarios en «Catálogo de besos»

  1. Hola: aún no he leído Catálogo de besos, pero no quiero perdérmelo y espero que esté a la altura de tu reseña que es muy hermosa. Ella, de por sí, rescata nuestros diversos sentires ante la presencia de un gesto tan significativo como es el beso, en el que podemos poner desde un mínimo casi imperceptible de nosotros mismos hasta el cuerpo y el alma completos en ese breve tiempo de inmortalidad que nos ofrece.
    Felicitaciones, me encantaría poder escribir una reseña como la tuya.
    Un saludo cordial
    Ana

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