Core. Sobre enfermos, enfermedades y la búsqueda del alma de la medicina

Core. Sobre enfermos, enfermedades y la búsqueda del alma de la medicina, de Andrzej Szczeklik

core

 

«Quizá todos los dragones de nuestra vida
son princesas que esperan sólo eso,
vernos una vez hermosos y valientes.»
Rainer María Rilke

 

Core no es un libro al uso, Core es un tratamiento que prescribe un médico, consciente de que la salud es algo que excede los límites de los hospitales, farmacias y ambulatorios, y entiende que la medicina debe rebasar esas fronteras en la misma medida. Gracias a su sabiduría y su experiencia prescribe un tratamiento humanista tanto a médicos como a pacientes, y lo hace de la mano de una cultura inabarcable que va desde la Grecia clásica a Coetzee o Seamus Heaney. Andrzej Sczeklik busca el alma, habla de otros que la buscaron tanto desde planteamientos similares a los suyos como desde otros completamente diferentes, y en el camino deslumbra con su exposición sobre la historia y el presente de la medicina, o de la filosofía y las artes, que por momentos parecen caras de la misma moneda.

Andrzej Sczeklik no es sólo médico, también es pianista, y aunque por lo antedicho uno se lo imagine dando conciertos de Rachmaninov, lo cierto es que es pianista de cabaret. Esa condición suya de personaje vitalista con tanta cultura como sentido del humor se transluce en esta obra que es seria, y mucho, pero de una amenidad y una fluidez poco acostumbradas en un ensayo de estas características.

Y si así, sin palabras, consiguieras nombrar
aquel algo remoto que desde siempre te impregna
tal vez conseguirías que quedara de ti,
no ya huella, sino destello: breve luz de luciérnaga.
(N. Gorbaniewska, “Still am Meer”)

Pero no debe uno llamarse a engaño, Core no es una obra académica ni de divulgación científica (aunque la hay y mucha y de extraordinario interés), es un testimonio de un intelectual honesto, es una obra de autor. La diferencia entre ambos conceptos no hay que buscarla en el rigor, sino en que en Core, el autor opina. Junto con una infinidad de ideas y testimonios ajenos, Sczeklik no elude las propias, y lo hace incluso en asuntos delicados en los que en estos tiempos de estéril obsesión por la corrección política, la opinión molesta. La opinión diferente, claro. A mi, Core me parece un libro admirable aunque no comparta algunos de los postulados del autor, aunque sus opiniones sobre determinados temas puedan resultarme ajenas (él se declara ferviente admirador de Juan Pablo II y de su ejemplo de “dignidad” en el sufrimiento cuando habla de los cuidados paliativos, por ejemplo, concepto que más que ligados se me antojan antagónicos). Hay que aplaudir a Sczeklik por su humanismo, su sensibilidad, su cultura, su alma de poeta y, claro está, por su valentía.

El famoso psicólogo Eysenck dijo en 1985: “todas las ciencias deben pasar por una ordalía por charlatanismo. La astronomía tuvo que separarse de la astrología; la química debió salir del lodazal de la alquimia. Las ciencias del cerebro debieron desembarazarse de los dogmas de la frenología […] La psicología y la psiquiatría, también, deberán abandonar la pseudo-ciencia del psicoanálisis; sus acólitos deben volver la espalda a Freíd y a sus enseñanzas, y llevar a cabo la ardua tarea de transformar su disciplina en una ciencia genuina”

Sobre este Core sobrevuela un fantasma, el propio prologuista lo dice en su texto, que es el de la deshumanización de la medicina moderna, de los médicos. Soy consciente de que el ejercicio de la profesión médica a menudo devora el espíritu de la medicina, pero no creo que sea cierto que los médicos hayan perdido ni la curiosidad, ni la empatía con los pacientes. Perdónenme por el inciso personal, pero he trabajado con médicos, en la Facultad de Medicina, y me consta que esa inquietud, ese humanismo, están ahí y que hacen denodados esfuerzos por transmitírselo a sus ciertamente impermeables alumnos. Debo recordar aquí al Profesor Ángel Nogales Espert, quien fue Decano en aquellos años y su parlamento de bienvenida a los alumnos de primero, que acostumbraba a centrar precisamente en estos temas (“la principal característica de un universitario”, decía, “son los ojos abiertos, la curiosidad”). En tiempos convulsos y de adaptación a Bolonia siempre había espacio para organizar certámenes de pintura o de escultura, siempre encontraba tiempo para comentar algún texto que había escrito, que siempre me pedía y me devolvía anotados y comentados con verdadero interés. Y no sólo él. Hemos rodeado a los médicos de un corsé que les impide en muchos casos ejercer su vocación como algo más que su profesión, pero el alma de la medicina está ahí, y este Core es una buena muestra de ello. De lo que es, de lo que fue y de lo que debería ser el ejercicio de esta noble profesión.

Andrés Barrero
andres@librosyliteratura.es

6 comentarios en «Core. Sobre enfermos, enfermedades y la búsqueda del alma de la medicina»

  1. Es un tema apasionante, a mi modo de ver. El autor parece una persona bastante inclasificable e interesante. Me da un poco de miedo leer este libro, basta que me den un tema desarrollado en profundidad para que yo solita me meta en aguas que cubren 😉 pero seguro que merece la pena.

    ¡Feliz mes de agosto!

    Responder
  2. Gracias, Leire. No me cabe duda que nadas estupendamente en aguas profundas y procelosas, no creo que haya océano que se te haga más complicado que la bañera de tu casa. Las personas brillantes soys así.
    Feliz verano y felices lecturas, el verano es tiempo de retos, así que ya sabes, tienes uno pendiente con un tal Lev 😉
    Un abrazo,

    Andrés

    Responder
  3. De la misma editorial es: Catarsis. Sobre el poder curativo de la naturaleza y del arte, que leí hace un par de años, y en el que Szczeklik habla del arte de la medicina, haciendo alusiones a la música, y a la literatura, a la historia y a la magia. Debería ser un libro de obligada lectura para los profesionales de este campo. Sin duda leeré este que ahora reseñas aquí. Gracias

    Responder
  4. Habrá cita con el amigo Lev, lo prometo (y me lo prometo a mí misma).

    Y gracias, Andrés. Creo que te has equivocado de siglo, tu caballerosidad merecería un entorno más sensible y más noble que el mundo que tenemos. ¡Un abrazo!

    Responder

Deja un comentario