Cuando el abecedario empieza por la Z

Cuando el abecedario empieza por la Z, de Laura Cárdenas

Cuando-el-diccionario-empieza-por-la-ZLa gente de Huelva tiene al menos dos privilegios que no tiene el resto de los mortales. El primero, perdonen la tautología, es que son de Huelva, y el segundo es que cada noche las noticias, sean buenas o malas (y desgraciadamente acostumbran a ser malas, como en todas partes), se las cuenta Pilar Osso, y eso tiene que ser la mar de reconfortante. Y es gracias a ella, a su programa de entrevistas que sigo cuando puedo desde la distancia, que son muchos los kilómetros, sí, pero más la devoción, que tuve noticia de Cuando el abecedario empieza por la Z. De hecho compré el libro al cuarto de hora de entrevista porque si el influjo mágico de Pilar me hace interesarme por cualquier cosa que ella cuente, la sensación de persona libre que sabe que lo es y que además se divierte siéndolo que transmite Laura Cárdenas me resultó una fuerza a la que sabía imposible ejercer la menor resistencia. “Si escribe como es”, pensé un tanto tontamente porque no sé cómo es aunque sospecho que no debe ser muy diferente a cómo parece, “el libro será toda una experiencia”. Y lo es. Lo ha sido. ¡Vaya si lo ha sido!

No se me ocurre una forma mejor de definir esta historia que utilizar las palabras que la propia autora utiliza refiriéndose al apartamento de la protagonista: A mí me encanta tal como está. Es pequeña y visual, como tú. Además, no necesitas una más grande. Es perfecta como está.

En efecto, es una historia pequeña en el sentido de que es cotidiana, pegada al suelo. No busca la autora acontecimientos extraordinarios con los que justificar el devenir de sus personajes, que bastante tienen los pobres con vivir, que es la más difícil de las ocupaciones. Pero también es una historia grande, y lo es porque está llena de vida. Cuando el abecedario empieza por la Z es una novela llena de luz y de sal, como corresponde, es fresca, chispeante diría, capaz de hacerte sonreír hasta en los momentos más trágicos, que los hay, y de emocionarte hasta en los más divertidos.

Laura Cárdenas tiene una voz muy personal, muy cálida, una capacidad excepcional para los diálogos y un talento natural para la fluidez del texto. Cuando el abecedario empieza por la Z es, dicho sea de paso, una historia sencilla y amena, pero no simple. Utiliza la autora un lenguaje muy natural, hay muchos pasajes que uno imagina que si te los contara ella misma sobre su propia vida tomando una cerveza pongamos que en un chiringuito de la playa de Punta Umbría, allá por la Canaleta, no utilizaría palabras muy diferentes de las que usa en el libro. Pero también hay dispersas por el libro frases más trabajadas, imágenes con alma poética cuya sabia dosificación hace que resalten aún más. Porque es desde un alma de poeta desde donde surgen cosas como Llegaron a casa con una bolsa de equipaje de mano, una relación unida con pegamento del barato y la piel de invierno.

También hace gala Laura Cárdenas de un sentido del humor muy rico, desde lo sutil a la carcajada, porque hace falta un gran sentido de la diversión para decir cosas como fábricas de construcción masiva. Pero también hay momentos de gran sensibilidad, así como quien no quiere la cosa, porque es necesaria mucha sensibilidad para definir la infancia como una época cuando era millonaria con un montón de caramelos en el bolsillo. Pero todos crecemos y cada vez es más difícil lograr esa sensación porque la vida de adulto es un constante rebuscar en esos mismos bolsillos y no encontrar golosina alguna, y en el caso excepcional de encontrarla no sentirse millonario, sino si acaso algo afortunado y sabiendo que no durará. Pero hay momentos en los que uno sí logra recuperarla, en la mirada de tu hijo, en la sonrisa de tu mujer o, y sospecho que en esto la autora coincidirá conmigo, con un buen libro entre las manos. Como por ejemplo Cuando el abecedario empieza por la Z, que es uno de esos libros sin más pretensiones que las que logra: contar una buena historia, llenar de caramelos unos bolsillos vacíos.

Es una historia romántica, aunque no ñoña. Supongo que en algún momento puede parecerlo porque al principio el aura de realismo sencillo que desprenden unos personajes a los que uno cree conocer puede dar esa impresión. Sin embargo hay una decisión increíblemente inteligente de Laura Cárdenas que aleja Cuando el abecedario empieza por la Z de lugares comunes de literatura de consumo: la protagonista, la Z, no es el personaje ideal que parece que va a ser al principio, de hecho es un personaje de una complejidad psicológica difícil de abarcar. Por decirlo de una manera visual, creo que así se me entenderá, es un personaje del que es mucho más fácil enamorarse que comprenderla. Porque sus decisiones son discutibles y sus argumentos más aun, pero ni en las peores equivocaciones cuando uno cree que ella pierde el norte y el lector la brújula, es capaz de dejar de quererla. Porque se le coge mucho cariño.

Y hay otro personaje del que es difícil no encariñarse. La M, Marta, la amiga. Un personaje chispeante y original cuyas ocurrencias son el contrapunto ideal a los avatares de los personajes.

Cuando el abecedario empieza por la Z es un novela autoeditada, una de las mejor valoradas en amazon el año pasado, y eso le da una frescura reconfortante, aunque hay alguna que otra cosa, sin mayor incidencia en la historia, que probablemente habría mejorado con los servicios de corrección o asesoría de una editorial.

En fin, aquí donde le ven uno se toma muy en serio su trabajo de reseñista y si bien es cierto que la forma por la que esta novela ha llegado hasta mí me hace mirarla con los mejores de los ojos y que la entrevista que vi de la autora antes de leer el libro la hizo acreedora de la mayor de mis simpatías, lo cierto es que jamás se me habría ocurrido reseñarla y menos aún recomendarla si no me hubiese gustado realmente. El hecho de que no frecuente el género sólo hace incrementar para mí el mérito de la novela. Además no creo en más géneros que los elementales: los buenos libros, por un lado, y el resto por otro.

En cualquier caso Laura Cárdenas es una apasionada de la literatura y Cuando el abecedario empieza por la Z es hija de esa pasión. A poco que la comparta disfrutará con este pequeño y entrañable regalo tanto como yo lo he hecho. Volver a sentirse millonario, aunque sea por un momento, es (ya queda dicho) privilegio de los caramelos y este libro es uno de los buenos, dulce pero con contrastes y sobre todo con sus sorpresas, como si estuviese relleno de petazetas. Como reseñista no debo decir mucho más para no desvelar nada que usted pueda y deba descubrir por sí mismo, pero como lector me queda una cosa que decir, tal vez la más importante: ¡gracias, Laura Cárdenas!

 

Andrés Barrero
@abarreror
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