Cuentos rusos

Cuentos rusos, de Francesc Serés

Cuentos rusos

 

Editado por Mondadori en 2011, este volumen es una antología de cuentos rusos de autores desconocidos en la que, además de los relatos, encontramos breves notas biográficas de cada uno de ellos así como otras introductorias tanto de la traductora como del propio responsable de la edición. Los relatos de cada autor están lo suficientemente diferenciados entre sí tanto en temática como estilísticamente o en el tiempo que uno podría pensar que no hay más nexo de unión entre ellos que el de la nacionalidad de sus autores y la ambientación de casi todos ellos en su tierra natal y sin embargo tienen en común otro pequeño detalle apenas relevante: ninguno de ellos, de los autores quiero decir, existe en realidad y todos los relatos han salido de la sorprendente pluma y de la desbordante imaginación de ese gran fabulador que es Francesc Serés, autor que hasta ahora me era desconocido pero al que a partir de este momento le prometo fidelidad.

Es remarcable el dominio de la técnica literaria del autor, algo sin duda necesario para usar cinco voces diferentes y diferenciadas y que el resultado sea perfectamente verosímil. También es de destacar el acierto en la ambientación, en la construcción de los personajes y en la elección de la temática, ya que incluso para un ávido lector de clásicos rusos, como es mi caso, estos cuentos resultan perfectamente creíbles en tanto que cuentos rusos. De hecho, si comparamos estos Cuentos rusos con los recogidos, por ejemplo, en la interesante antología de nuevos autores rusos, estos sí de carne y hueso, El segundo círculo (Editorial La otra orilla), resultan más creíbles como herederos de la fértil tradición cuentística rusa los falsos que los verdaderos. Aunque si se para uno a pensar resulta del todo lógico que los cuentos de Francesc Serés se parezcan a lo que uno esperaría encontrar, ya que ése es su objetivo, mientras que es esperable que los nuevos autores rusos de este El segundo círculo no sientan mayor necesidad de parecerse a nada que no sea su propia voz. Aunque no sea el tema de esta reseña, perdón por la digresión, no puedo dejar pasar la ocasión sin recomendar de esta otra obra los relatos de Gula Jirachev, en los que se esboza un fresco interesantísimo de la vida en su Daguestán natal.

Pese a que la tradición literaria es pródiga en autores y obras falsos (Pessoa o Borges usaron este recurso, pero no sólo ellos), puede haber quien considere que semejante fabulación es un traje demasiado artificioso para presentar una colección de relatos, que es de lo que se trata al fin y al cabo. A esto en primer lugar hay que decir que no es gratuito, ya que es un traje hecho a la medida que contribuye positivamente a la valoración del conjunto de la obra, y en segundo lugar, que por muy cierto que pueda ser lo antedicho, no deja de ser en último extremo irrelevante. Quiero decir que los relatos de este Cuentos rusos son magníficos y si el autor hubiese firmado todos los textos con su propio nombre y los hubiese ambientado, qué se yo, en Yoknapatawpha o Punta Umbría, seguirían siendo unos relatos excelentes por sí mismos. Tal vez ése, y no los nombres, patronímicos e hipocorísticos, los términos, los tiempos y los espacios, sea el verdadero nexo de unión con los grandes maestros rusos del XIX: su indiscutible universalidad abordada desde lo local.

Resulta imprescindible el prefacio de Anastasia Maxímovna, la “traductora”, quien construye con la imagen de la mirada vigilante de las maltrechas pero no destruidas cabezas de las estatuas de Stalin en una fundición la más brillante metáfora que haya leído sobre la Rusia actual. Y los cuentos, desde el triste retrato de una sociedad que desea escapar de sí misma en busca de una vida mejor que es el primer cuento, Low cost love, low cost life, hasta la revisión de Las mil y una noches que es el último de ellos, La última cena de Serguei Aleksandr, constituyen una colección de textos plagados de imágenes poderosas que no son otra cosa que gran literatura. A través de temas tan diversos como la primera pareja de ancianos a la que se autoriza a volver a su casa en las inmediaciones de Chernóbil tras el accidente, la soledad de un astronauta a la deriva en el espacio (con su homenaje al dinosaurio más famoso de la literatura incluido), la aparición del fantasma de Marx en la Plaza Roja, la organización de un furtivo concierto de Elvis en ese mismo lugar, la confección de una enciclopedia soviética, la persecución de las minorías o la brutalidad del hombre, tratados todos ellos con sensibilidad y sentido del humor, lo que tenemos ante nosotros es una divertida, emocionante y, en ocasiones, cruel disección del alma humana (rusa o no), ese bosque sombrío del que hablaba Turguenev sobre el que Francesc Serés arroja con este libro un poco de luz.

Andrés Barrero

10 comentarios en «Cuentos rusos»

  1. Sorprendente propuesta la de este autor. Y valiente, por atreverse con una tradición narrativa tan importante como la rusa. Últimamente he leído a varios autores rusos y ahora me quedo con ganas de leer esta antología.

    Un saludo y bienvenido.

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  2. ¡Hola Andrés!!

    Aunque ha estrenado los comentarios Javier (cómo no) permíteme que te dé la bienvenida al blog, y la enhorabuena por tu fantástica reseña. No soy mucho de leer a escritores rusos (creo que solo he leído unos cuantos relatos de Chejov y poco más), pero de este libro de Serés me apetece leer las notas de “la traductoria y el editor”, que tienen pinta de ser muy muy interesantes.

    Y aunque es un género que no me va mucho, a mí también me has incitado a leer el libro. ¡¡Gracias por la sugerencia!! Una muy buena forma de estrenarse. Enhorabuena.

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  3. Bueno Andrés, soy muy consciente de que debo leer a los clásicos (y no solo los rusos) pero es que yo soy más “lector de andar por casa”, y suelo elegir cosas más ligeras…

    Pero en algún momento tendré que afrontarlo, y hacerme con algún título de los grandes autores rusos. ¿Tienes algún preferido?

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  4. Susana:
    Gracias por la biemvenida y encantado de conocer a alguien que comparte la pasión por los autores rusos, seguro que lo pasamos bien hablando de ellos.
    Iván:
    Pues es una gran responsabilidad recomendar un libro de iniciación a los clásicos rusos porque no es fácil acostumbrarse al estilo narrativo de muchos de ellos, pero me he visto en estas otras veces y un tanto insconscientemente siempre me he lanzado a decir “Guerra y paz”, que es uno de esos libros que te cambia la vida. Pero soy consciente de que impone un cierto respeto y tal vez sea preferible empezar por algo más ligero, pienso que los cuentos de Pushkin, especialmente La hija del capitán, pueden ser un bautismo apropiado. Hay una edición bastante buena y relativamente moderna de sus “Narraciones completas” de la editorial Alba. Empezar por Pushkin tiene cierto sentido, a fin de cuentas todos los demás, de Tolstoi a Goncharov, Turguenev, Dostoievski, etc empezaron también por leerle a él.
    Espero que Susana coincida conmigo o al menos no crea que me equivoco demasiado, será interesante conocer también su opinión.
    Un abrazo,

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  5. Menudo libro, cómo me ha gustado. Es que te metes dentro de él, empiezas a leer y te lo crees todo. Pero eso no es lo mejor, lo mejor son los cuentos. Llenos de vida, llenos de literatura.

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  6. Increiblemente genial! qué buena idea la del autor y cuánta magia como para crear distintos personajes como si de verdad existieran; como dice Vargas Llosa, la literatura es la verdad de las mentiras; me muero de ganas de leer este libro que nos recomendás; saludos!

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