De cine y literatura 2

De cine y literatura 2

Testigo de cargo


Testigo_de_cargo_cubiertaTestigo_de_cargo_cartulaEl libro: Testigo de cargo,  de Agatha Christie

Editorial: RBA
Páginas: 208 p.
ISBN: 9788498678888

La adaptación: Testigo de cargo, de Billy Wilder (dir.)

Año: 1957
País: Estados Unidos
Reparto: Tyrone Power, Marlene Dietrich, Charles Laughton, Elsa Lanchester
Duración: 114 minutos
Premios: 6 nominaciones a los Oscar

Por Leire Kortabarría

He aquí una buena lección de cine y de cómo adaptar un texto ya publicado; en este caso, una obra de teatro de la gran dama del suspense, Agatha Christie, y basada a su vez en la novela breve o relato largo de la propia autora.

“Testigo de cargo”, la película, se basa escrupulosamente en la historia de suspense y drama judicial ideada por Christie, pero elimina y añade todo lo necesario para que la película tenga su propia personalidad: la de un intenso drama y thriller del subgénero juicios, sí, pero, a la vez, un drama humano y una película sobre el amor, tema que se refleja en las subtramas paralelas sobre dos parejas muy distintas: una, la de Leonard Vole, hombre joven y apuesto acusado de asesinar a una anciana para quedarse con la herencia, y su mujer, la refugiada alemana Christina, encarnada por una Marlene Dietrich más gélida que nunca y, también, volcánica como en ningún otro filme; la otra, la del abogado defensor de Vole, un magnífico Charles Laughton, y su enfermera, la entrañable señorita Plimsoll, interpretada por Elsa Lanchester y esposa en la vida real de Laughton.

En una película tan cuasiperfecta, es difícil quedarse con una sola faceta. Es, sin lugar a dudas, un gran clásico del cine, con la elegancia y el arte del Hollywood de la edad de oro, las grandes estrellas –que eran, además y sobre todo, actores como la copa de un pino– y los directores que hacían de cada película una obra de autor. Como toda gran obra, cuenta su propia historia y tiene su propia personalidad. Y, por muchas películas de suspense que hayamos visto los espectadores de hoy en día, por aprendida que tengamos la lección, reto a cualquiera a que vea esta película sin que se le hiele la sangre en un momento dado. Es lo que tienen las cosas bien hechas: nunca envejecen.

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