Donde viven los monstruos

Donde viven los monstruos, de Maurice Sendak

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Cuando Max se puso su disfraz de lobo le entraron unas ganas irrefrenables de hacer travesuras, y entonces su madre le llamó «¡MONSTRUO!» y Max le contestó «¡TE VOY A COMER!». Y lo castigaron enviándolo a la cama sin cenar.

Todo comienza el día en que Max se enfunda su traje de criatura feroz y empieza a hacer travesuras.  Una noche, después de hacer maldades,  es castigado en su habitación. Allí comienza a crecer una floresta cada vez más frondosa. Luego  se encuentra una barca con su nombre. No duda en subirse. Así llega  al lugar donde viven los monstruos, donde anida lo inexplorado. Se nombra rey de todos los monstruos. Max ha llegado al lugar donde habita lo salvaje. ¿Cómo volverá?

 

Donde viven los monstruos, cuyo título original en inglés es  Where the wild things are,  si lo traducimos literalmente se convertiría en “Donde están las cosas salvajes”, es un libro infantil creado por Maurice Sendak. Fue escrito en en 1963. El tiempo no parece haber pasado ni por sus ilustraciones ni por su texto. Tanto es así que se ha reeditado en multitud de ocasiones en su país de origen, en España y en Europa. En 2009 se estrenó una adaptación cinematográfica muy respetuosa con el original.  James Gandolfini, Catherine Keener, Paul Dano, Lauren Ambrose, Forest Whitaker y Mark Ruffalo se pusieron bajo la dirección de Spike Jonze y la producción de  Tom Hanks y se encargaron de encarnar a Max, su vida y sus monstruos   El trailer, a continuación:

 

Cuando un libro es arte permite que nos acerquemos a él como a los grandes cuadros que se descifran con el tiempo y a tantos niveles, que de dicha obra no paran de emanar significados, visiones y sensaciones. Un escritor siempre escribe lo que puede mientras que el lector lee lo que quiere. Si el libro es rico, sus lectores descubrirán en él lo que anhelan a lo largo de los años y de las lecturas, el libro se transforma en espejo del alma. Donde viven los monstruos es un  libro pequeño que encierra magia y delicadeza volviéndose  eterno e infinito. Cada lector que se toma el tiempo necesario para respirar el universo de este libro, permanecerá hechizado tenga la edad que tenga.

Las ilustraciones tienen el sabor de lo vintage que permanece ya como un clásico, el sabor de la tinta sin artilugios digitales, se puede palpar cada trazo, tienen textura. Resultan inocentes y provocativas, irreverentes y asentadas. Todo en el libro nos permite recuperar el tiempo de la infancia, de la espontaneidad directa. Es un libro que personalmente leo como monstruo, como adulta y como niña, incluso como adolescente rebelde. Lo he regalado en múltiples ocasiones a personas muy diferentes de todas las edades. Todos, sin excepción, se han encadilado y vuelven a sus páginas en las tardes de invierno, en los momentos de soledad , con sosiego.  Me dicen que es un libro que no cuesta mirar, que es para leer y soñar, suelen confiarme mis amigos. Yo no podría estar más de acuerdo. Se han hecho muchas ediciones y de ahí que cuento con lectores de diferentes generaciones, amigos, conocidos, hijos de amigos y familiares de todas las edades. Leer sobre la vida con los monstruos seduce desde los cuatro años, la lectora más pequeña que conozco y que lo ha disfrutado pidiéndolo cada noche,  hasta los 56, un lector amante de cualquier libro que sea rico.

El texto y las ilustraciones se complementan y se van abrazando para contarnos esta deliciosa historia llena de sentido lúdico y de libertad. El libro inspira miradas desde sus detalles y su lirismo se abre para que cada uno lo desvele a su medida. Nos trasladamos enseguida al mundo infantil con su espíritu inocente, imbatible, sus dudas y sus temores. El mensaje principal es claro y nos conduce por una aventura sin igual. Max es el intrépido que se adentra con su sonrisa y su espíritu pleno en el país de los monstruos y es quien nos guía. Es un libro verdadero para un niño y que vuelve a él a medida que crece para desvelarle más significados.

Pero hay más, porque Sendak dibuja una historia que los adultos apreciaremos por igual. Podemos simplemente disfrutar con la misma inocencia de Max de las ilustraciones y de la historia. El libro no nos defraudará. También podemos sumergirnos en sus aguas profundas y es aquí donde yo me  siento más inspirada como lectora y como monstrua. Tiene algo de catártico el viaje de Max. Resulta natural a los niños y surrealista para los adultos, preciosamente poético para todos. El final es épico para cada uno de los lectores.

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Mi experiencia personal con este libro es de gran calado, inquietante e imaginativa. Espero que los lectores de LyL me permitan compartir esta especial lectura. Aquí lanzo mi invitación: ¿Partimos hacia un viaje sensorial desbordante? ¡Vamos! ¡Que comience el revuelo monstruoso!

Niños y monstruos son las dos caras de la misma moneda. La inocencia intelectual los arropa por igual y de forma salvaje. Si crees que es verdad que todos contamos con un niño interior que nos libera, hay algún rincón interno donde también se esconde un monstruo que nos atemoriza. Este libro es una guía para realizar el viaje sagrado hacia nuestras zonas oscuras. Allí está ese monstruo que asusta a muchos y que cuando es nuestro amigo, es el único que puede defendernos de otros monstruos, porque sólo él puede luchar de igual a igual.

Es de noche. Los lectores podemos contemplar cómo la habitación de Max se va convirtiendo página a página en una poblada floresta. Se hace cada vez más densa y oscura, insalvable. La humanidad penetra sigilosa en ella debido a un descuido desde Apolonio. Mucho tiempo después le siguió Dante que declaró en la Divina Comedia:

A mitad del camino de la vida,
en una selva oscura me encontraba
porque mi ruta había extraviado.

Alicia se cayó y llegó a otra floresta habitada por criaturas inexplicables. Los bosques encantados son el lugar preferido de nuestra imaginación desde hace siglos, siempre hay algo que nos devuelve a ellos, a los tiempos míticos en los que más allá de nuestra cueva quedaba la memoria de los dinosaurios. Es allí donde se pierden los niños y es allí donde se encuentra la puerta hacia otros mundos.

Está oscuro. Queremos entrar. Todo es tentación y promesa. Pero también  miedo, del  más irracional, de aquel que puede atenazarnos por más inteligentes, espirituales o analizados que estemos o seamos. Hay momentos en la vida en los cuales simplemente sentimos miedo sin saber a qué ni cómo. Hay personas que sienten un miedo concreto a sentirse perdidos y es entonces cuando se activa dicha sensación. Hay quienes sienten pánico al futuro; otros se sienten atacados por lo desconocido; otros sienten miedo de la gente; otros, a las palomas… en realidad quizás no se trata tanto del objeto del miedo sino de la sensación que nos atenaza y que despierta a nuestros monstruos salvajes. La sensación es inasible, no podemos describirla con claridad ni iluminarla, todo sigue oscuro, tupido.  Y simplemente caemos en las garras que más tememos.

Hay escritores que han hecho el viaje por nosotros, que han corrido todos los riesgos. Después de volver del país donde habita lo salvaje, lo irracional y lo oscuro  hay algunos “Max” que crecen y lo escriben para el resto de humanos. Gracias a ellos no nos moriremos de miedo porque sabemos que el regreso a casa es posible. Contamos con su testimonio.  Max, las caperucitas, los príncipes, los argonautas, Dante y Alicia vuelven después de haber librado batallas colosales, de haber jugado con tantos otros monstruos. Nos cuentan que se han perdido en sus emociones para llegar hasta allí, que no hay rutas, que todo está oscuro.  Alice se vuelve pequeña como una emoción primigenia. Max toma un barco sin rumbo y transita

por los mares de sus lágrimas y de la emoción para llegar hasta aquella isla.  Vuelve purificado por las aguas y con él regresan Alice y Dante. El sol transciende las tinieblas, los aspectos luminosos del ser transcienden la oscuridad. Una vez que transitamos nuestra zona salvaje, irracional y oscura, sólo queda el nacimiento de la primavera con todo lo que conlleva. Las mandíbulas del monstruo  sirven como puerta.   El viaje no es fácil, ninguna transformación lo es. Así nos lo cuentan Dante y Alicia. Max nos conduce cándida y poéticamente.

Como animales racionales que somos, llevamos una larga tradición intentando racionar lo oscuro cuando no ahogan. Lo que sí sabemos es que es un territorio complejo. Debe serlo si necesitamos explicar el amor o Dios, la poesía y los sentimientos desde el punto de vista científico. Aunque hacerlo no parece ayudarnos mucho. El amor sigue siendo algo que se escapa a la razón en muchos aspectos y que nos regala sinsabores profundos y alegrías eternas. Hoy en día contamos con muchas maneras de manejarnos frente a las emociones disruptivas, pero a veces son medios que no nos bastan. Hay algo en el territorio inconsciente que no es claro. Luchamos y luchamos por encontrar la claridad que todo lo ilumine. Este pequeño e infinito libro nos cuenta que el mundo salvaje e irracional es complejo, es oscuro, nos da mucho miedo, que es un camino del cual no podemos escapar y que muchos otros antes de nosotros han pasado por ese territorio al que llegamos en una barca con nuestro nombre grabado en ella.

La historia de Max nos cuenta que quienes viven en el reino salvaje son los monstruos, las criaturas quiméricas, soñadas, surreales y que los humanos pasamos por él, dejamos una prueba de ello y nos vamos, nos cuenta que podemos regresar al mundo racional. La corona de Max y sus pasos se atesoran para siempre en el recuerdo de aquellos territorios salvajes por los que ha transitado. Una de las tantas enseñanzas de este libro consiste en que por más que nos parezca que a veces estamos anclados en un reino oscuro y salvaje, eso no es así, solamente pasamos por él y allí permanecen nuestras huellas y alguna corona oxidada.

Max, y nosotros con él, se desenfrena y juega alocamente con los monstruos una vez que ha pisado la isla y les ha comunicado que es su rey. Lo ha hecho sin pensarlo, fiero de su valentía infantil. No ha titubeado, no ha racionalizado sobre sus deberes reales, simplemente ha llegado a la isla de monstruos y se ha nombrado su rey. Son sus monstruos, están en su isla, ¿por qué no debería ser su rey? Max es sabio, si no lo hubiera hecho así, habría sido súbdito de sus propios monstruos y quizás jamás habría regresado.

En el camino de nuestras huellas nos encontramos con los monstruos  que emergen de oscuras aguas, que se han instalado en una isla misteriosa y que allí se quedarán. Cuando los hayamos conocido, sabremos que viven cerca del silencio y el secreto de las cosas guardadas bajo una coraza protectora, que dialogan con la luna y juegan sin reglas, se cuelgan de los árboles para recordarnos que fuimos monos, tocan tambores con el ritmo de nuestros corazones, nos permiten gritar y enfurecernos en su isla.

En nuestra tradición occidental los lobos y los perros salvajes ocupan, en este mundo,  el mismo rango de los monstruos en el otro. Los encontramos junto a Caperucita, o a los tres cerditos, a un pastor, a Iván y a Pedro. El lobo de los tres cerditos sopla y sopla hasta que los tres cerditos se ponen a trabajar y construyen una casa, quizás una torre.  El pastor que solía amenazar falsamente con el lobo tiene que aprender a ser honesto a sí mismo y los demás. Gracias a un lobo, la dulce e inocente caperucita vive una de las primeras experiencias que la hacen madurar. Algo muy similar le sucede al Pedro del cuento Pedro y el lobo. En Iván y el lobo gris, es este animal el responsable de que el joven príncipe madure y deje de ser un caprichoso egoísta. Los lobos en este mundo que encarnan a los monstruos del otro nos obligan a encontrarnos con nosotros mismos y ser profundamente honestos. Los lobos son la representación de los monstruos del inconsciente, son sus emisarios, comparten el mismo territorio, son equivalentes. Si observamos la simbología de los lobos en occidente, conocemos a los monstruos más difíciles de descifrar. Al observar a uno, nos acercamos al otro. Un lobo de cualquier cuento o tradición es un monstruo bajo la luz del sol racional, simbólicamente hablando. Al observarlos en los cuentos y tradiciones occidentales se nos abren claves valiosas para entender a los monstruos y su papel en nuestras civilizadas vidas.

En cada momento de gran transformación de la inocencia,  el lobo y marca un antes y un después. Los lobos aparecen en todas las culturas occidentales representando dicha transición. En la tradición escandinava, por ejemplo, el lobo está asociado a las fuerzas de la oscuridad. Y en la mitología griega los encontramos en los infiernos de los dioses. Así el lobo es el animal responsable de que los humanos se esfuercen y se mantengan atentos una vez que la Edad de Oro ha acabado. La Edad de oro en la mitología griega es lo que el Paraíso para los judeocristianos. Cuando hemos de vivir en el mundo real del dolor y del trabajo, parece que sólo los lobos pueden lograr que olvidemos la pereza innata de nuestra memoria de cuando vivíamos rodeados de riquezas, esplendor y felicidad de lejanos paraísos. Los lobos y los monstruos, aquí bajo la luz del sol, o allí en la noche oscura son el eco de lo perdido y antiguo. Según la mitología, Zeus habría sido quien colocara al representante de los monstruos sobre la tierra con el objetivo de que los humanos se guiaran por la necesidad y crearan las artes, los medios para alimentarse y tener fuego. Según una leyenda bretona muy antigua: “Dios, al ver que los pastores no guardaban bien a los corderos y los dejaban acabar y devorar el trigo, dio una patada sobre el suelo de tierra y así de la oscuridad profunda y de la tierra de las criaturas monstruosas hizo nacer al lobo”.

En diferentes culturas occidentales tanto el lobo como los monstruos representan aquello de lo que queremos y no podemos escapar y sobre lo cual hemos de estar atentos. Como parte del mundo salvaje e ingobernable también representan  la libertad extrema, el cambio constante y la antítesis de lo trascendente. En Occidente las conversiones de lobos en animales santos expresan esta idea. Muchos mitos fundacionales cristianos europeos los ponen junto a santos.  San Columbano, por ejemplo, cuando fundó el monasterio de Luxeuil en el siglo VI, se vio obligado a atravesar un camino infestado de lobos. Sin embargo, a diferencia del dragón, que es preciso matar, el lobo puede ser dominado e incluso domesticado. Este lobo está muy cerca de los monstruos amigos de Max quienes también han sido reconocidos y domesticados en la historia de Maurice Sendak.

Hay monstruos a los que matar y hay monstruos a los que domesticar con quienes podemos jugar. El monstruo  impulsa una metamorfosis, el lobo es un conductor de almas.  Nos conducen ambos  al abrazo con nuestra totalidad si somos dignos. La nada, la muerte y todo cuanto puede serlo se abre a la luz después de un período oscuro y duro de transición. Así se desprende de una larga tradición de la imaginación occidental. No es de extrañar que el magnífico dios Apolo fuera apodado como el lukogenès , lo cual significa “nacido del lobo”. Zeus, el dios de los dioses,  es reconocido en más de un momento como lukios, “con forma de lobo”. La palabra griega que designaba al lobo, lukos, está muy próxima a lyké, que significa precisamente “luz”. La oscuridad y la luz siempre tan indisolublemente unidas. El lobo es el único que  puede ver en la noche y posee una mirada que percibe las tinieblas al igual que los monstruos que viven en lo más profundo del inconsciente.

La presencia de esos monstruos  al final del recorrido garantiza nuestra purificación. Max nos cuenta que si caminamos entre nuestros miedos, si transitamos a través de nuestras emociones, nos purificamos y volvemos a nosotros, a nuestro hogar. Pero antes hay una lucha entre lo perceptivo y lo racional, entre nuestros aspectos más oscuros y los más luminosos.  Esta lucha refleja en nuestra memoria los enfrentamientos cósmicos entre el Sol y las Tinieblas, muchas veces simbolizados por el combate entre un dios, o un enviado de Dios y un monstruo. Se trata siempre, en definitiva, de la pugna por un equilibrio entre el espíritu y la materia, lo trascendente y lo sensorial pero sin que haya destrucción. La materia, lo perceptivo, las sensaciones, las emociones permanecen pero cada vez que se produce este enfrentamiento también se da una regeneración y una transformación.

El sol transciende las tinieblas, los aspectos luminosos del ser transcienden la oscuridad. Una vez que transitamos nuestro invierno, sólo queda el nacimiento de la primavera con todo lo que implica. Y nosotros somos quienes recorremos y atravesamos los caminos bien para caer en la materia y las formas o bien para trascendernos y dar una vida nueva a nuestro ser.  El viaje no es fácil, ninguna transformación lo es. Nos hacen falta guías de viaje, Maurice Sendak nos facilita una henchida de poesía y delicadeza. Imprescindible.

 

18 comentarios en «Donde viven los monstruos»

  1. ¡Hola, Margarita!

    Muchas gracias por dejar tu comentario y además tan amable. Te agradezco que me hayas concedido tu tiempo. 🙂 Es un libro precioso y espero que Papá Noel o Los Reyes te lo regalen. Los monstruos somos como una familia y hablaré con mi primo el Hombre de las Nieves, para que pegue un aullido que les llegue a Papá Noel y Los Reyes. Como eres quien escribe mi primer comentario en mi primera reseña, te dejo un par de regalos:

    1. Aquí Obama leyendo este cuento, un clásico en los Usa:
    http://www.youtube.com/watch?v=5kP6cDoIHRw

    2. El cuento animado con lectura, en versión castellana, podrás ver todas las ilustraciones, es cortito, dura poco más de seis minutos
    http://www.youtube.com/watch?v=wGIo_w9yfKA

    ¡Que lo disfrutes!

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  2. En primer lugar bienvenida, y decirte que ha sido un “enorme” placer leer tu reseña y recordar que soy un ser racional … o no, ya no sé si lo tengo claro, jejjeje. Hay veces que yo quiero ser un mostruito con licencia para todo… jejejej!

    Nos seguimos leyendo !

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  3. Muchas gracias por estas palabras tan monstruosamente delicadas. Pues monstruita Susana, lánzate a la mosntruosidad, decide si te quieres quedar en el lugar donde viven los monstruos, somos unos cuántos y recibimos a nuestros hermanos de manera, obviamente, muy monstruosa.
    Un abrazo colosal

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  4. Vuelvo por aquí, que no te voy a dejar con la curiosidad. Mi pequeñaja se ha quedado con la boca abierta. Le ha encantado. Ya me ha dicho que se va a pedir el cuento a los Reyes Magos… Miedo me está dando leer la carta…Jajaja
    Besotes y gracias de nuevo!!!

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  5. ¡Qué bonito! Gracias por compartirlo 🙂 Bueno, estoy segura que es un libro que disfrutaréis las dos. Esa carta se merece casi una reseña 😉

    Muchas, muchas gracias por volver y contarnos algo tan personal y tan bonito 🙂 Has enternecido a una monstrua

    Besos monstruosos

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  6. Libro ya en casita desde ayer Bookie. Y devorado ya unas 6 veces. ¿Se puede decir algo mejor de un libro o cuento??? Ahora mismo lo hemos leído de nuevo. Es increíble el modo en que cuenta una historia tan bonita, y con tanto contenido, y con tan pocas palabras. Y con esa calidad. Casi poético. Y tan bien acompañado con esas ilustraciones, que mi peque no para de mirar. Y el miedo que siente con los primeros monstruos que aparecen… Y luego la pena cuando abandona ese mundo monstruoso… Y esa frase: ¡Por favor no te vayas-
    te comeremos- en verdad te queremos!”. ¡Qué triste se puso mi peque en esta parte…
    Y cuánto se dice en este cuento. ¿Un viaje a nuestro yo más íntimo?¿A nuestros miedos? ¿A nuestros pequeños monstruos??
    Besotes y muchas gracias por todo!!!

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