El animal moribundo

El animal moribundo, de Philip Roth

el animal moribundoLos argumentos a favor y en contra son lo que componen la historia. O bien impones tus ideas o bien te las imponen. Nos guste o no, esa es la disyuntiva. Siempre hay fuerzas enfrentadas y, por ello, a menos que se tenga un gusto desmesurado por la subordinación, uno siempre está en guerra. 

Así, son esa frase que resume tantas cosas, empecé mi andadura por la obra de Philip Roth. Y puede que no sea lo más interesante que ha escrito este hombre – este gran hombre, me atrevería a decir – pero al fin y al cabo es lo que a mí me motivó en aquel momento subrayar, las pocas veces que lo hago, ese texto y meterme de lleno en la historia. Así que, para un aficionado, para un casi neonato en este tipo de literatura, imaginaos la decepción que fue enterarme de su decisión de dejar de escribir, de no redactar más novelas nacidas desde las vísceras más profundas, llegando incluso a crearnos un malestar que puede sentirse en la garganta y en el paladar. Elegí El animal moribundo por muchos motivos que, siendo sincero, no recuerdo demasiado bien, pero hace poco, en una cena entre amigos, una persona a la que considero especial – por otros motivos – me habló del libro y estuvimos recordándolo, contemplando al abrigo de una copa de vino blanco cómo este autor había cambiado la vida de muchos lectores y se había arrimado la suerte de ser uno de esos escritores que uno espera que saquen otro libro, que nos haga tragarnos las palabras y nos deje mudos, en ese silencio que sólo pueden dejar los que convierten historias en vidas propias, en auténticos lujos en el momento en que libro y lector se hermanan y convierten su relación en única, casi diría que en fiel, uniendo las palabras a la piel de quien las sostiene en sus brazos. El tiempo dijo que este libro significaría algo más. No se equivocó del todo.

Kepesh, reputado crítico cultural, empieza a ver cómo su vida se desmorona cuando Consuelo hace acto de presencia. Una joven de veinticuatro años que le hará descubrir el insondable mundo de los celos y el miedo a perderla. Una caída que verá cómo su mundo no volverá a ser el que era.

Recuerdo perfectamente – y mi memoria en cuanto a libros nunca falla – que una de las primeras sensaciones a las que tuve que hacer frente ante el libro El animal moribundo fue el sentirme despedazado, el sentirme de alguna manera con un cuchillo que hunde la carne y la desgarra, sin permitirse un minuto de avisar de las consecuencias. Esas palabras, las de la introducción que he puesto en esta reseña, me acompañaron durante años – usándolas incluso para una especie de novela que escribí a modo de terapia personal – y fueron una especie de mantra que me repetía constantemente. Así fue como Philip Roth entró en mi vida. Y supongo que por eso, tras la lectura voraz de esta novela, decidí darme un tiempo hasta caer de nuevo en las garras de un autor que pone cada letra en el sitio perfecto – salvo algunas caídas o deslices, que de todo hay – y que parece haber invocado a algún espíritu para que le diera la llave de cómo entrar en el alma de los lectores. Suena poético, e incluso un poco pazguato por mi parte describirlo así, lo sé, pero es lo que me sale cuando tengo que pensar en aquel año en el que esta historia llegó a mis manos. Uno sabe que no se encontrará una historia feliz o incluso tierna cuando empieza ese la conocí hace ocho años que define tanto, que lo describe todo, que nos hace imaginarnos que ella ya no está, que se ha ido, pero no sabemos cómo, sólo sabemos que un hombre nos habla de ella y que esa mujer es importante. Ahí está, esa es la sutileza, la fuerza de una frase que te deja tirado en el suelo, que tiene la verdadera intención de descolocarte porque la imaginación, la tuya como lector, es capaz de unir los puntos y crear situaciones que aún no ha ocurrido.

El animal moribundo es la historia de un amor, por qué no decirlo, pero también de una sociedad que revienta cuando un estereotipo ha sido zarandeado. Es como ese perro que muerde en los últimos momentos de su vida. No sé bien cómo seguir con esta reseña. Sólo me vienen a la mente momentos de mi vida que Philip Roth desenfocó para centrarme en su historia. Y quizá lo importante sea despedirme con sus palabras, con las últimas palabras de una obra que arañó un lugar escondido y lo dejó inservible, agujereado, pero al fin y al cabo todavía latente: Piensa en ello. Piénsalo. Porque si vas, estás acabado. 

1 comentario en «El animal moribundo»

  1. Que buena reseña. Acabo de ver la? “La Elegida”con Penélope Cruz y ya quiero leer el libro en el que se basa la película “El animal moribundo” a ver que tal.

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