El despertar del zélfiro 1: Corteza y savia

El despertar del zélfiro 1: Corteza y savia, de Karim Friha

El despertar del zelfiro

Yo he tenido siempre una debilidad. Cuando era pequeño, me tragaba todas y cada una de las series de dibujos animados que echaban en la tele. Me encantaban. Sobre todo las que tenían en su argumento a criaturas increíbles, o a personajes que se transformaban en ellas guardando su secreto y que luchaban capítulo a capítulo porque no les descubrieran. Lo pasaba genial en aquellas tardes con bocadillo de mantequilla y chocolate, mientras babeaba y me ponía nervioso cuando al personaje principal estaban a punto de descubrirle, pero al final siempre acababa venciendo a los malos. Tiempo después, ha sucedido una cosa curiosa: El despertar del zélfiro ha conseguido trasladarme a aquellos rincones de mi casa en los que yo veía obnubilado aquellos dibujos y deseaba pasear por las calles de los personajes, vivir las aventuras que ellos vivían, y convertirme en una criatura increíble que luchaba contra los villanos y que siempre se salía con la suya. Y si aquello fue bueno, no lo es menos lo que aquí os traigo, porque no hay nada mejor que juntar las dos edades para descubrir que, el tiempo, por mucho que pase, no conseguirá que nos arrebaten la diversión que sentíamos y que aún sentimos por lecturas como la que podéis encontrar aquí.

Sylvan guarda un secreto. Cada mañana se levanta con pequeñas ramas creciéndole por la cara. Es un zélfiro. Y hay una organización que quiere encontrar a todos los zélfiros del planeta para llevar a cabo su maléfico plan. ¿Será Sylvan el siguiente? ¿Qué le espera más allá, cuando el sol se esconde y las sombras de la noche se hacen más alargadas?

Más allá de los paralelismos que pueda realizar entre mi infancia y El despertar del zélfiro resulta curioso como una lectura, que aparentemente resulta sencilla, se convierte en algo que recomendarías a todo aquel amante de las historias de aventuras que se te acerca. Sí, es cierto, estamos ante una novela gráfica, pero bien mirado podría describirse como una novela de aventuras en toda regla, con su mezcla de fantasía, con su mezcla de romance, con su mezcla de intriga y partes oscuras. En definitiva, un compendio de todo aquello que las buenas historias, esas en las que te entregas a los personajes y a todo aquello que les sucede, debiera tener. Otro acierto sin duda para Dibbuks que, de un tiempo a esta parte, se ha convertido en una de las editoriales favoritas de éste que suscribe. Y que vengan muchos más, porque de eso se trata cuando uno abre un libro: querer que se publiquen más para poder deleitarse tranquilamente con ello.

Pero sin tratar de desvelar nada que pueda dar al traste con la lectura de esta historia, podemos hablar de buenos y malos, de como ya dijera antes, criaturas increíbles que son los zélfiros del título, de una organización maléfica que busca un propósito en su plan malvado, e imaginación, desde luego que una imaginación sorprendente. El despertar del zélfiro bebe de los ingredientes de la mitología, bebe de aquellas historias que todos hemos visto en algún momento, pero reformuladas con una nueva imagen, unos nuevos personajes, y un argumento que nos mantiene en acción hasta la última página, hasta esa última viñeta en la que nos conminan a enterarnos que el hombre – árbol, el zélfiro que es Sylvan, ha venido para quedarse, para acompañarnos en alguna historia más que espero con ansia, con esa clase de escalofrío que se recorre por la médula espinal y llega a todos los rincones del cuerpo. Si uno estableciera como punto de partida su andadura por el mundo de los cómics, quizás, y digo quizás porque no soy el más entendido en la materia, esta sería una oportunidad perfecta para ello, para después de él descubrir otras lecturas en un mismo formato y seguir por esa vía. Hablemos pues de una introducción, de un primer paso para lo que está por llegar, de una lectura que gustará tanto a adultos como jóvenes (al fin y al cabo, los adultos no dejan de ser jóvenes un poco más grandes), una novela gráfica de aventuras en el sentido más clásico de la palabra, que abre las puertas a aquello que más gusta a los defensores de la literatura de fantasía y que te mete de lleno en un mundo que no debería permanecer indiferente a nadie.

Dibbuks lo ha vuelto a hacer. Ha vuelto a ganarme por goleada. Y yo me rindo, lectores, me rindo a la evidencia de que, en estos momentos, todo aquello que publiquen intentaré que caiga en mis manos. No es una necesidad, qué va, es un deber.

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