El niño, el viento y el miedo

El niño, el viento y el miedo,  de Antón Castro

Ilustrador: Javier Hernández

Ya no tengo hijos pequeños, quiero decir que no tengo hijos en edad de dejarse contar cuentos, así que ahora los leo por gusto, para descubrir las cosas de la vida, de la vida de otros y de mi vida pasada, pero también de lo que nos queda por vivir a todos. ¡Un cuento sirve para tantas cosas!

Galicia es una tierra mágica, donde descubrí, en uno de mis viajes, que “Eu non creo nas meigas, mais habelas, hainas” (No creo en las meigas, pero haberlas, haylas). Una frase que he hecho mía y que he aprendido a utilizar como si fuese una gallega más. Ya saben, sin la necesidad de decirla completa.

Yo ya había leído algún libro de Antón Castro, poco, pero lo suficiente para saber que este hombre, aunque lleve muchísimo tiempo viviendo en la capital del Cierzo, sigue oliendo a mar, pero no a mi dulce Mediterráneo, no, huele a ese mar gallego más bravo y más infinito.

Cuando yo era pequeña pensaba que todos los gallegos eran poetas o contadores de historias, y aun hoy, si les escucho hablar o les leo, tengo la capacidad de regresar a mi infancia, y lo que es más curioso, de volver a sentir el mismo miedo que tenía al llegar la noche y escuchar el terrible “clic” que indicaba que la última luz de la casa se había apagado… ¡Qué durísima es la vida de los niños y qué poca cuenta nos damos!

Antón Castro, es de Arteixo donde debió crecer entre la armonía que da la mezcla del mar y del monte ¿Será por eso que en sus cuentos hay una combinación perfecta de realidad y … Magia, miedo, sueños? Será. Después emigró, quizá porque como todo gallego (poeta o contador de historias en mi infancia) tiene la necesidad de salir a contar sus mágicos cuentos, esos de los que se impregnan en su niñez…

El autor, en “El niño, el viento y el miedo”, nos habla en primera persona, desde el recuerdo de sus 4 ó 5  años, y nos dice que es de Baladouro… Pero ese creo que es un lugar imaginario. Baladouro, me han soplado que quiere decir valle de Oro, y que al autor se le ocurrió porque de niño le contaban que había una colina en la que aparecían, cada cierto tiempo, huevos de oro… Esta es una historia muy chula que no da nada, nada de miedo, pero en el libro, Antón Castro sí cuenta aquellos cuentos e historias que él recuerda que le daban miedo.

A los niños se les cuentan cuentos de miedo; yo de niña no sabía porque me contaban esos cuentos tan terribles de lobos que se comían niñas… ahora no sé mucho más, pero la vida, y mi amiga Anabel, la famosísima cuentoterapeuta, me han enseñado que para crecer son necesarios los cuentos y los miedos.

Pero no todo lo que nos cuenta Antón Castro en este libro de cuentos y recuerdos es de miedo, como en la vida misma, hay más. Hay un hermano mayor en el que se mira, y una madre que es la encargada de transmitir la tradición oral, y un abuelo del que habla con admiración, y un padre en la emigración, y un primer amor …

Recuerda el autor que cuando era pequeño se juntaban en su casa algunos amigos y vecinos para contar estas historias en aquellas frías noches en las que soplaba el viento, y me ha gustado esta forma de transmitirlo, haciendo un libro familiar, con el que podremos ayudar a “crecer” a los más pequeños y disfrutar de los relatos el resto de los miembros de la familia.

Verán, no puedo terminar esta reseña sin hablarles de Javier Hernández, al que no tenía el gustazo de conocer, es un argentino que reside en España. Sus dibujos son, creo, su mejor presentación. Estudió artes visuales en la Escuela Manuel Belgrano de la ciudad de Rosario, Argentina y animación en el instituto fack D’Art de Barcelona.

En este libro creo que la compenetración y entendimiento entre las manos de escritor y dibujante ha funcionado perfectamente. La palabra y la imagen unidas por la magia.


Susana Hernández

10 comentarios en «El niño, el viento y el miedo»

  1. ¡Ay Susana! Hasta mi churumbel se ha hecho lo suficientemente grande para dejarse contar cuentos, pero qué importa la edad, si a nosotras también nos gusta leerlos ¿no? Como te comenté vía Facebook no conozco la literatura de Antón Castro, pero con tu reseña de este cuento y ese dominio del gallego ya he tomado nota para leerlo.
    Lo de todos los gallegos poetas me ha encantado, yo no los veo tan poetas, al menos no a todos, pero contadores de historias ¡madre mía! Aquí somos muy dados a recordar historias y prolongamos las tertulias después de las comidas durante horas y eso es algo que a mucha gente de fuera le suele sorprender, sobre todo cuando la tertulia acaba con el “cancionero popular” ¡ja,ja!
    Bueno, me ha gustado mucho lo que cuentas de esta historia y de este autor, así que si finalmente me lo leo, comentaremos…

    Ah! Y sí… habelas, hai as… dígocho eu… (te lo digo yo)

    Moitos bicos

    Responder
    • Mer, cuando era jovencilla fui a un campamento internacional, la zona española estaba separada por CCAA y yo todas las noches desertaba y marchaba a Galicia: guapos y simpáticos chicos, historias geniales hasta casi el amanecer … Y litros de queimada!!! Y claro, todos los chicos, a las tres de la noche, ya se convertían en poetas jajaja

      Cualquier día me paso por Cangas a que me sorprendas con ese cancionero 😛

      Besicos! Y seguiremos contándonos cuentos 😀

      Responder
  2. Susana:
    que ganas de leerme este libro. Mis hijos y yo leemos aún historias, ellos seguro regresan a su infancia y a mi me gusta contárselos (leérselos) y ellos buenamente se dejan querer por su madre 😉
    a mi me gusta cantar a todo pulmón, no desafino mucho pero no se escuchan ángeles tampoco jajaja
    Ojalá algún día podamos cantar en vivo y a todo pulmón.
    Un beso,
    Ale.

    Responder
    • Seguro que entre las dos animamos a Mer para cantar juntas 😀

      ¿Cuando? Tenemos todo el tiempo del mundo 😛

      Es verdad que en el fondo a todos los hijos, aunque ya grandotes, les gusta acurrucarse y dejarse contar historias jejeje

      Besicos !

      Responder
  3. Ays, cómo me has tentado hoy! Un libro que se ve precioso y que seguro que disfrutaría muchísimo. Voy a hacerme con una hucha para ir juntando para todas tus recomendaciones, que siempre me tientas!
    Besotes!!!

    Responder
  4. ¡Qué bonito Susana! Me he quedado de lo más relajadita con esta crónica de tu lectura. Me parece algo de lo más entrañable. Yo tampoco tengo hijos tan pequeños, pero sí sobrinos, así que me llevo a tu gallego del cierzo al mediterráneo, seguro que tanta mezcla le gustará e inspirará aún más para crear estas historias de miedo, de magia, y tan entrañables, que es la visión que me llevo de este libro después de leerte. Me voy muy relajadita ya te dijo para este fin de semana que empieza.
    ¡Feliz fin de semana :D!

    Responder
  5. Bien Icíar, me alegro de que te vallas tan relajada para afrontar de la mejor forma este fin de semana. La verdad es que lo que más me gustan de estos libros es que son todo terreno, quiero decir que lo mismo se lo cuentas a un niño que lo lee tu hijo solo, que lo lees y lo distrutas tu, o como hace un buena migo, se lo lees a tu madre … , un libro familiar para disfrutarlo todos.

    Pues nada, querida, disfruta de tu fin de semana tan merecido 😀

    Besicos !

    Responder

Deja un comentario