El Santuario del Diablo

El Santuario del Diablo, de  Marie Hermanson

El Santuario del Diablo

Por el título, “El Santuario del Diablo” parecía que iba a vérmelas con un libro en el que monjes, sectas, rituales, posesiones y/o unos cuantos asesinatos satánicos, ¡qué menos!,  iban a proporcionarme un buen rato.  Nada más lejos. Nada más lejos respecto a la primera parte, porque en cuanto al disfrute de la lectura no tengo ninguna queja. He gozado con las 392 páginas que Marie Hermanson ha escrito y me las he zampado en un día. Todo un record personal. Creo que es el libro que más rápido he devorado. Así de adictivo es.

El Santuario del Diablo me ha recordado mucho a Hitchcock, entre otros. La obsesión del mago del suspense con la idea del falso culpable (como refleja, por ejemplo en su película Falso culpable) o con la confusión de identidades –como es el caso del ya mítico señor Kaplan de mi admirada Con la muerte en los talones– eran asociaciones que no podía sacarme de la cabeza a medida que avanzaba en el libro. Y es que el tema de la confusión de identidades es algo que nos atrae y nos aterra al mismo tiempo. -¿Acaso no hemos pensado alguna vez cómo saldríamos del paso si nos acusaran de algo que no hemos hecho, con todas las pruebas incriminándonos en ese algo, y sin una coartada?- La mayoría de las veces se trata de una conspiración, de una encerrona que le han preparado al protagonista para cargarle algún muerto o quitárselo de en medio porque ha visto o descubierto cosas que no debía. Da igual lo que se que haya visto/oído/descubierto/o el muerto con el que deba de cargar; el mcguffin es lo de menos. Lo que nos importa es saber cómo va a resolver nuestro héroe la papeleta, si es que logra resolverla.

Nos gusta ver eso en los libros y en el cine. Saber que no somos nosotros, sufrir con él  e intentar descubrir algo, ese pequeño detalle que se le haya pasado por alto al villano conspirador y que permita demostrar la inocencia de nuestro pobre hombre.
Puede parecer que me estoy enrollando, pero toda la parrafada que acabas de leer me sirve para introducir el libro del que todavía no he empezado a hablar, así que al tajo.
Max está internado voluntariamente en una clínica en un bonito paisaje de los Alpes suizos. Daniel, su hermano gemelo, recibe una carta en la que le invita a visitarle, cosa a la que accede, en parte porque hace mucho que no se ven. El reencuentro de los hermanos será una buena oportunidad para recordar antiguas andanzas y pasar unos días juntos en un paraíso terrenal: agua cristalina, personal atento y servicial, buen clima, buena comida, instalaciones modernas y cómodas, gimnasio, un restaurante de lujo en la propia clínica y cabañas para los internos que quieran vivir en ellas… Según cuenta, Max está desintoxicándose en la clínica del estrés de su trabajo, y, a pesar de que le cuesta un dineral, afirma que es un dinero bien invertido. Max le pide a Daniel que le suplante para poder solucionar un asunto que le llevará dos o tres días como mucho, y Daniel, tras poner unas cuantas pegas y objeciones acaba cediendo. Pasados dos, tres,… cinco días, Max no vuelve, y será entonces cuando Daniel comprenda que su pesadilla acaba de empezar. ¿Qué puede hacer? ¿Esperar a que vuelva su hermano? ¿Y si le ha pasado algo? ¿Y si no vuelve? Asustado, acabará desvelando el ardid. Pero, claro, como es lógico, nadie le toma en serio. La peli acabaría muy pronto y no es plan, señores. El espectáculo acaba de empezar…
Daniel puede ir a sus anchas por el valle, por el pueblo,… pero nunca una sensación de libertad produjo tanta claustrofobia. Poco a poco descubrirá que el marco ideal que le había descrito su hermano, y que incluso había recorrido con él días antes,  no es tan ideal como lo pintaba. Además conocerá a otros habitantes y residentes y descubrirá que está rodeado de auténticos… (chan chan, suspense, lo siento, no puedo decir más…)
¿Qué va a hacer Daniel ahora? ¿Volverá su hermano?Como ya he dicho, el argumento puede recordarte otras lecturas y películas, pero sólo eso. El Santuario del Diablo es completamente original y, repito, su lectura es absorbente y te hace perder la noción del tiempo. Por otra parte, llega un momento en el que te hace pensar y dudar; repasar mentalmente todo lo leído hasta determinado momento para decidir por ti mismo qué es lo que está pasando, qué es lo que podría pasar y elaborar una teoría propia. Incluso el final, ahora que lo pienso… ¿realmente es ese?
Otro punto para el libro.

El Santuario del Diablo se lee con suma rapidez y facilidad y está escrito de una manera amena y directa. No se anda con rodeos. Describe las cosas sin florituras ni epítetos redundantes, pero sin descuidar la forma. Va al grano, a la acción, al argumento, y eso es algo que me encanta. Para dar saltos de alegría/desesperarse con la descripción de flores, nieve y lagos cristalinos ya tenemos a Tolkien; aquí no, gracias.
Los diálogos, reacciones y relaciones del protagonista con la fauna local son realistas y aportan mucha fuerza al desarrollo de la novela, logrando así  hacerla más creíble.

Por todo esto El Santuario del Diablo es un libro que recomiendo si queréis pasar un buen rato. No os arrepentiréis. Palabra.

@palati77

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