El viejo y el mar

El viejo y el mar, de Ernest Hemingway

el-viejo-y-el-mar
Nos hallamos ante la obra más famosa de Ernest Hemingway, ganador del Nobel de literatura el año 1953 y otros premios importantes, como el Pulitzer. El viejo y el mar está considerada, además, como un clásico imprescindible, de lectura casi obligada, magistral incluso, y eso que fue escrita por encargo. Ahí es nada. Así que claro, ante tales datos, uno siente el impulso de ir corriendo a comprar un ejemplar y leerlo, no sea que se esté perdiendo algo gordo. Pero no, lo que me ha dado esta breve novela no es lo que esperaba. Quizá mi lectura no haya sido la adecuada, o el momento. O quizá simplemente las expectativas fuesen demasiado altas.

Santiago es un viejo pescador. Cubano, pobre y sin suerte, sobre todo eso. Precisamente fue este infortunio el que provocó que alejasen de él a su joven aprendiz. Eran demasiados días los que salían a la mar (en femenino, pues así es como la llaman cuando es querida) y volvían sin un solo pez, algo intolerable para el padre del chico, que lo colocó en otro bote con más suerte y más ganancias. Aún así, el joven, Manolín, le cogió cariño al viejo, a quién respeta profundamente, y le ayuda siempre que puede, aunque no pueda ser en la pesca.

Una mañana como cualquier otra, todavía de noche, Santiago sale a faenar. Sólo consigo mismo, su barca y sus escasos útiles. Todo es como de costumbre, pero ese día, casi sin proponérselo, decide ir un poco más allá y alejarse más de lo habitual de la costa. Es allí donde el pez de sus sueños, el que ha estado esperando toda su vida, el que podría menguar su miseria, ese pez, digo, al fin pica el anzuelo. Pero pescarlo no es fácil: el animal es tozudo, pesado y tan o más grande que la embarcación del pescador. Aún y con eso, el hombre no desiste y lucha por hacerse con él con todas sus fuerzas, haciendo gala de una perseverancia ejemplar.

.

.
La contienda dura casi tres días (y la mayor parte de las páginas del libro), tiempo durante el cual el viejo apenas descansa, come o bebe. Todo son prácticamente esfuerzos por mantener a raya al pez. Pero su mente también trabaja, ¡y de qué manera! Mientras sujeta el sedal, sus pensamientos viajan dando tumbos a su pasado -sin duda mejor-, al chico -a quien echa mucho de menos- y a sus actuales dificultades.

Toda esta parte se hace, al menos en mi opinión, bastante pesada. Está escrita en forma de monólogo interior, aunque ocasionalmente también se dirige en voz alta al pez, a algún otro animal que se acerca o incluso a sí mismo. Sus pensamientos son repetitivos y a veces contradictorios (como los de cualquier persona), haciéndonos demasiado larga la espera del momento en que logre cazar a su presa.

Cuando al fin se hace con el pez, derrotado físicamente pero héroe ganador de la lucha, Santiago pone rumbo hacia la costa, deseoso de llegar lo antes posible. Pero el desenlace de la aventura no es como él hubiese querido: los tiburones dificultan su travesía y los atacan, al viejo y al pez, amarrado a un lateral de la barca. Así que de nuevo el protagonista, agotado, se ve envuelto en otra lucha. No contaré el final por si decidís leer el libro, pero sí os diré que es perfecto. Perfecto en el sentido que, de haber sido de otra manera, hubiera hecho perder todo el realismo que tiene la obra.

Aunque quizá lo mejor de la historia sea el recorrido de sentimientos por el que Hemingway nos hace pasar: conformismo, esperanza, solidaridad, orgullo, fraternidad, lástima, sumisión, desesperación, felicidad, miedo, soledad… Sin embargo, me da rabia que habiendo identificado toda esta serie de sensaciones innegables no las haya vivido en mi piel. ¿Acaso los buenos libros no son aquellos que te hacen sentir, que te hacen experimentar, que te emocionan? ¿Es entonces éste una excepción? Debe serlo si la crítica lo pone en tan buen lugar, porque a mí me ha dejado bastante indiferente.

Os dejo con este estupendo corto de Alexander Petrov, que resume fiel y perfectamente El viejo y el mar de Hemingway. Ojo a los que no queráis saber cómo acaba, porque el vídeo llega hasta el final.


{vimeo}7915336{/vimeo}

 

“Era demasiado bueno para durar, pensó. Ahora pienso que ojalá hubiera sido un sueño y que jamás hubiera pescado al pez y que me hallara solo en la cama sobre los periódicos.
–Pero el hombre no está hecho para la derrota –dijo–. Un hombre puede ser destruido, pero no derrotado.”

Judit Rodríguez ( judit@librosyliteratura.es )

12 comentarios en «El viejo y el mar»

  1. Judit, es posible que para sentir muchas de esas cosas de las que hablas lo que te hagan falta son unos cuantos años más (jejeje), te recomiendo que guardes el libro y lo releas dentro de unos años, cuando tu misma hyas experimentado todos esos sentimientos de los que hablas. Tu reseña, como siempre, muy buena.

    Un abrazo!

    Responder
  2. Sí, es verdad, es muy probable que con cierta distancia el libro te ofrezca cosas que hoy todavía no te han interesado. A mí la primera vez tampoco me gustó, me pareció sobrevalorado y plano (aunque he de reconocer que eso me sucede a menudo con títulos demasiado destacados; cuestión de envidia, supongo). El caso es que Hemingway me encanta y, sin embargo, la primera lectura de “El viejo y el mar” me resultó fría y distante, no muy alejada de lo que te ha provocado a ti. Aunque, bueno, extraje algo que me resultó muy provechoso, su espíritu de lucha y superación, así como el tema recurrente de la tenacidad.
    ¡Enhorabuena por tus críticas!

    Responder
  3. No sabía que hubiera sido escrita por encargo. Creo que eso le da un mayor mérito. Me parece una obra maravillosa, el relato de cómo luchar con uno mismo aunque nadie vaya finalmente a apreciar el resultado. Pero el viejo sabe que lo ha conseguido y con eso le basta. Creo que es una metáfora estremecedora

    Responder
  4. Hace tiempo te leo, pero no había comentado porque se me demora mucho en abrir tu página (mi conexción y mi PC son lentas y subdesarrolladas) y el tiempo apremia.
    Sin embargo hoy, con esta entrada, no me pude resistir. En mi blog hablé de esta obra hace ya un tiempo, y creo que merece ser leída y estudiada. No me extraña que la hayas encontrado tediosa en ocasiones, a muchos les ha sucedido, sin embargo, veo que has hecho un análisis que casi casi es apasionado, incluso deduzco que no la olvidarás, y eso, justo es reconocerlo, no ocurre con toda la literatura.
    De Hemingway hay mucho de qué hablar. Gracias por tu entrada.
    AD.

    Responder
  5. Me gustaría poder asegurar que no tiene nada que ver mi edad con la percepción del libro, porque a fin de cuentas, Susana, todos esos sentimientos sí los he experimentado. Pero tras el comentario de Norkin no puedo, así que prometo leer la novela de aquí unos años y revalorarla.

    Por otra parte, Norkin, dices que no te gustó la primera vez que la leíste… a mi no es que no me haya gustado, es sólo que considero que está sobrevalorada, demasiado. Para mí no deja de ser un buen cuento largo como tantos otros.

    Y por supuesto, Miguel, la metáfora es innegable e impresionante. La historia no es tanto la captura del pez sino la visión de la vida que tiene el pescador y el modo de enfrentarse a ella. Como digo en la reseña, la perseverancia del viejo es ejemplar, esa lucha por conseguir sus objetivos a pesar de todas las barreras… No, eso no lo puedo negar. Como tampoco el hecho de que ninguna de las páginas logró atraparme, a excepción de las del principio y el desenlace, que son más bien pocas. Me parecía estar leyendo todo el rato lo mismo. Y de hecho creo que si me hubiese saltado alguna, tampoco hubiera pasado nada.

    Pero como dice Adela, no olvidaré este libro. Aunque para mí no sea tan magnífico como lo pintáis, la historia (y metáfora) es sin duda original y, por decirlo de alguna manera, impactante. Además, si los clásicos son clásicos es porque son peculiares, y lo peculiar siempre sobresale, guste o no.

    Muchísimas gracias a los cuatro por vuestos comentarios. Y también por seguirme como lectores; el hecho de saber que pueda haber alguien interesado en leer lo que escribo me anima mucho. Gracias.

    ¡Un abrazo!

    Responder
  6. Quizá yo también debería releerlo, porque en su día me pareció flojo. Es posible que sea la gran carga emotiva del libro lo que haya provocado que ocupe un lugar tan destacado en la obra de Hemingway (lugar que en mi opinión no merece, no por falta de calidad, sino por que otros son mejores).
    ¿Será esta historia de lucha con uno mismo, como apuntaba Miguel, un reflejo del conflicto interno que siempre acompañó a Hemingway?

    Responder
  7. me parese una historia muy hermosa que esta llena de ilucion pasio y sobre todo de perseverancia,me encanto el momento cuando el empiesa a diluirse en sus pensamientos y a luchar contra ellos.
    saven me sombro de tanta perseverancia y lucha solo por adquirir o alcanzar sus sueños y lo mejor es que lo logro me encantaria seguir leyendo esta hermosa hombra que si la comparamos con nuestra vida cotidiana nos da una leccion hermosa

    Responder
  8. A mí la novela me encantó. creo que cuando terminas de leer una obra y te deja un sentimiento muy profundo es porque el autor ha sabido utilizar bien sus palabras y contarte algo que cala en tu interior. Al terminar de leerla quedé llorando, lloré porqué me acordé de mi abuelo que hace años no está conmigo, lloré porque no es justo que abandone mis sueños cuando hay personas que nunca lo hacen, lloré por todos aquellos ancianos que solo les queda su vida para seguir adelante. Quizás si la hubiera leído de joven no lo habría entendido, por que uno de joven suele querer más acción; y eso precisamente no es lo que vas a encontrar aquí. Leer esta novela es vivir la soledad del Viejo, sentir el olor del mar, ver su color y sentir cómo el sol te quema la piel. Me encantó mucho la novela y espero que muchos se animen a leerla. saludos.

    Responder

Deja un comentario