Entrevista a Éva Cserháti

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Éva Cserháti

Actúan en la sombra. Trabajan aliados con el silencio y la confidencialidad, y son de los primeros en tocar un preciado manuscrito meses antes de que vea la luz pública. Su papel es importantísimo, y su relevancia casi nula. Escondidos en algún rincón entre la guarda y la portadilla, participan impacientes desde el pseudoanonimato del éxito o el fracaso de las novelas.

Como los nervios al cuadernillo, el traductor une su suerte a la de nombres tan conocidos como Vargas Llosa o Julio Cortázar. Son las caras que aparecen de fondo en la foto del balcón del éxito, atrás, justo por encima del hombro del autor que saluda complacido a sus admiradores.

Hace tiempo que desde LyL queríamos hacer nuestro pequeño homenaje a los traductores. Y qué mejor manera que entrevistar a una de las traductoras Húngaras de más prestigio internacional, durante años afincada en españa y encargada de alguna de las traducciones más importantes de nuestro idioma al húngaro y viceversa. Sus manos han destilado obras de Isabel Allende, o clásicos como Quevedo. Y a ella debemos la posibilidad de disfrutar en castellano de los grandes autores de la literatura Húngara. Comenzamos la entrevista.

Francisco. Como comentaba antes, tu nombre puede verse en ediciones de Julio Cortázar, Isabel Allende, Julia Navarro y hasta Quevedo. ¿Con qué escritura te han sentido más cómoda?
Eva. Creo que soy más clásica que moderna. Me sientan mejor las obras muy elaboradas y menos coloquiales o hipermodernos. Los bestsellers no me gustan mucho, pero es una manera de ganarse la vida. Disfruto mucho traduciendo buena literatura, da mucho trabajo, pero al mismo tiempo es un trabajo muy satisfactorio.
En este momento estoy leyendo “El tiempo entre costuras” de María Dueñas; será el siguente libro a traducir al húngaro. Espero que sea una de estas obras que significan desafío y no un trabajo monótono.

F. Durante semanas, o quizás meses, tu fuente de trabajo es un manuscrito. Algo que casi forma parte de la intimidad del escritor. ¿Qué relación se establece entre escritor y traductor?
E. (Risas) Muchas veces el odio o desprecio. Otras veces admiración. He traducido a pocos autores vivos. Julia Navarro fue un encanto. Ildefonso Falcones tan distante que sólo llegué a su secretaria.
La traducción es la crítica más implacable de un texto. Es un trabajo sumamente cruel porque quedan al descubierto todos los defectos de la escritura, todos los tics del autor. Hay muy pocos que se salvan…

F. ¿Qué parte de ti queda en esa traducción?
E. Bueno, soy la escritora –la segunda– de estos textos. Seguramente queda mucho de mí. El traductor tiene que trabajar de modo que su persona sea transparente en el texto, pero sin duda, está allí. Todos tenemos palabras secretas, muy íntimas que metemos en todos los textos como una firma. O al menos yo lo hago. Solo lo sé yo, pero es suficiente.

F. Vaya… ¡así que dejas tu “marca de cantera” en alguno de los bloques del libro! No te preocupes que será un secreto entre tú y los lectores LyL. Tenéis un trabajo peliagudo. Dinos qué es más fácil, ¿mejorar o empeorar un libro al traducirlo?

E. Un buen traductor siempre mejora. Un traductor perezoso, descuidado, siempre empeora. Traducir bien, encontrar el equilibrio es difícil. Muy difícil.

F. ¿Crees que esa dificultad en la traducción literaria está reconocida como debiera?
E. (Categórica) No. Y ahora no solo me refiero a la renumeración que muchas veces es miserable, sino al trato que uno recibe de ciertas editoriales. Algunas son muy correctas, amables, tanto que hemos llegado a ser amigos. Hay otros que nisiquiera dan las gracias por la traducción. En estas ocasiones puedes sentirte como si fueras una máquina, un ordenador en el que meten el texto en un idioma y sale en otro.

F. Hace unos meses presentábamos “El Reino Dividido” en nuestro blog. Libro con el que Miklós Bánffy cerraba su trilogía transilvana, y libro con el que yo te he conocido como traductora. He empezado por el final, así que.. ¿qué me he perdido de los dos libros anteriores?
E. La Trilogía transilvana de Miklós Bánffy cuenta la historia de la monarquía Austrohúngara desde 1904 hasta 1914. Los diez años que llevaron a Hungría a la Primera Guerra Mundial, el Tratado de Trianon que sigue siendo un trauma vivo para muchos húngaros. Al mismo tiempo la novela es una historia de amor, muy al estilo de los grandes novelones del siglo XIX.

F. Efectivamente el libro nos transportaba a una época muy convulsa en el Imperio Astrohúngaro. Un escenario tambaleante a punto de derrumbarse en forma de guerra. ¿Qué nos aporta El Reino Dividido a la descripción de esa época?
E. Creo que es una época muy importante en la historia húngara. Yo como traductora me temía que la obra no tendría mucho éxito por culpa de las descripciones políticas, pero tengo la impresión que los lectores españoles son capaces de identificarse con los rifirrafes políticos que parecen no cambiar de un siglo al otro o de un país al otro.

F. Se trata de uno de tus últimos trabajos junto a Antonio Manuel Fuentes Gaviño. ¿Te podemos preguntar en qué estás trabajando ahora?
E. Acabo de entregar un libro muy interesante para KRK. Son las memorias de un literato húngaro que fue retenido en Francia durante la Primera Guerra Mundial y pasó cinco años en campos de internamiento. El Monasterio Negro es una lectura muy entretenida para todo que tengan curiosidad por las historias «olvidadas» de principios del siglo XX.
Otra publicación será una novela de Rubin Szilárd (por Backlist), que ha tenido mucho éxito en Alemania. De momento estoy traduciendo El cerco de Beszterce de Kálmán Mikszáth, libro considerado «El Quijote húngaro». Se editará por El Nadir de Valencia.
Quiero subrayar que por no ser nativa, colaboro estrechamente con Antonio, lo considero no un corrector sino un co-traductor de las obras, por eso todas las traducciones aparecen bajo el nombre de los dos.

F. Hablamos de literatura Húngara traducida al castellano, y tú de árbitro entre ambos idiomas. Cuéntanos, ¿qué tal se llevan ambas lenguas?
E. Evidentemente se publica más literatura castellana e hispanoamericana en Hungría que literatura húngara en España. Aun así, hay mucho interés por nuestra literatura por parte de las editoriales españolas. Lo que se necesita para venderlas –y el mercado de libro es un negocio como cualquiera–, es ir directamente a las editoriales. Hay pocas que busquen obras húngaras, pero sí hay muchas abiertas a una literatura lago distinta. Y es ahí donde encontramos nuestro hueco.

F. Eres redactora jefe de LHO (i.e. Literatura Húngara Online) y traductora de grandes éxitos literarios como La Catedral del Mar, de Ildefonso Falcones, La Hermandad de la Sábana Santa de Julia Navarro, varios de Cortázar (entre ellos Rayuela)… Pero vayamos por parte. Cuéntanos algo de LHO. ¿Cómo se lleva eso de defender a autores desconocidas dentro del panorama español?
E. Nuestro objetivo a la hora de empezar la revista mensual de LHO fue poner en contexto las obras húngaras dispersas en el mercado español. Facilitar la comprensión de las mismas, acercar la cultura en todos los aspectos. Es un buen medio de promover nuestra literatura y casi todos los meses me llegan correos de lectores preguntando por libros.

F. Tiene que haber algún autor complejo, algún género arriesgado, alguna escritura difícil… Dime, ¿de qué huyen los traductores?
E. Juego de palabras, regionalismos, dialectos, textos que solo se comprenden dentro del contexto de una cultura. Son una pesadilla.

F. Y ahora el capricho: elige un autor o una obra que te encantaría traducir.
E. Retrato en un marco americano, de Miklós Vajda. De Belén Gopegui cualquier libro.

F. Ya sabes que en nuestro blog tratamos de recomendar lecturas, ofreciendo nuestro punto de vista más personal. Así que no podemos evitar preguntarte: ¿qué libro nos recomendarías?
E. Baile del Sol pronto publicará una novela de János Háy, El hijo. Un autor contemporáneo extremadamente gracioso con una visión peculiar sobre la realidad húngara. Con traducción de Eszter Orbán.

F. Y claro, ¿a qué traductor nos recomendarías?
E. El mejor del húngaro al castellano es sin duda Adán Kovacsics, un traductor y una persona excelente.

F. Y dejo para el final la pregunta que debía haber hecho al principio. ¿En qué momento decide Éva dedicar su vida a la traducción?
E. A los 14 años. La literatura para mí siempre ha sido un refugio, y más en aquellos años. El idioma espanol además fue un amor a primera vista. La primera vez lo oí a los catorce y entonces decidí que sería la cosa más importante que quería aprender.
Para mí, la mejor manera de combinar la literatura con la lengua es ser traductora. Y así fue. Empecé a los 22, y hasta ahora…

Pues desde LyL esperamos disfrutar de muchas más de tus traducciones. Muchas gracias por acercarnos el mundo de la traducción a nosotros, simples lectores. ¡Muchas gracias por tu amabilidad Éva!

6 comentarios en «Entrevista a Éva Cserháti»

  1. Francisco!! Me parece una excelente idea la que trajiste al sitio.
    Pensar que cada vez que leemos a un escritor extranjero, en la segunda o tercer página podemos observar: “Traducción de:”
    Ese nombre es clave para que los lectores podamos disfrutar de libros extranjeros y es gracias a ellos que podemos expandir nuestros horizontes literarios.
    Ha sido un placer leer los entretelones de una tarea tan compleja y meritoria. En especial, en el caso de esta traductora ¡de húngaro!
    Un saludo grande

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  2. ¡Hola Georgi, Margarita!

    Muchas gracias por vuestros comentarios. La verdad es que ha sido una suerte poder entrevistar a Éva. El mundo de la traducción es muy interesante y es el eterno olvidado.
    Sinceramente, me quedé con ganas de husmear un poco más en detalles escabrosos de autores y sus traducciones, pero no quise abusar de la confianza de Éva 😀

    Por cierto, tengo una idea para la próxima entrevista. Propondré que las preguntas las hagáis vosotros. Veremos qué tal resulta.

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  3. Que bien la entrevista!

    Como me ha gustado, es importantísima la figura del traductor, en alguna ocasión he tenido que dejar (o casi tirar)un libro porque la traducción era pésima, pero se le da poca importancia, o mejor dicho relevancia, al traductor.

    Jejeje, es como un árbitro, que solo sabes que está ahí si lo hace mal, pero si hace bien su trabajo casi ni nos enteramos de que está.

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  4. ¡Qué interesante la entrevista!
    No sólo porque se trata de una traductora, por supuesto, sino que se trata de alguien que traduce literatura húngara.
    Excelente idea, traernos a los entretelones de alguien que juega uno de los papeles vitales a la hora de difundir literatura.

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