Este es un libro sobre amor, de Paula Gicovate

este-es-un-libro-sobre-amorTodo amor es frágil. Nunca lo subestimes. Así es como yo me quedé quieto, mudo, casi sin la respiración necesaria para seguir leyendo. Así, poco a poco, creyendo que la siguiente página supondría un nuevo puñetazo para este cuerpo al que, a veces, le duele demasiado sentir, palpitar, conocer el amor y vivirlo. Porque hay veces que, al encontrar un libro que, a su vez, te encuentra a ti, es como si te hablara. No se me ocurre otra forma de describirlo, de convertir en palabras lo que me ha sucedido con Este es un libro sobre amor. Y sí, es muy posible que, de primeras, el título no le haga justicia a un libro que, en su interior se nos presenta con una edición cuidada tanto en su forma – sus ilustraciones son de una preciosidad increíble – como en su fondo. Porque lo importante de este libro no es su título, no es ese prejuicio que me sobreviene siempre que la palabra “amor” aparece en la portada, sino que al abrirlo, al leer las palabras de Ella, de esos hombres que aparecieron y desaparecieron, que amaron y se perdieron en los hilos que se tejen y de destruyen en la vida y que terminan por unirnos o separarnos como en un juego de cartas. Pero quizás no hablemos de amor, o al menos no de una sola imagen del amor, porque en ese sentimiento universal se esconden tantos elementos como existencias se van por un sumidero de expectativas, desilusiones o, simplemente, decepciones. Todos hemos sufrido por amor. Todos hemos conocido lo que es que nos duela.

No sé quién es Paula Gicovate. No sé quién es, pero poco importa. Ella nos habla desde las páginas de un libro. Ella, con la valentía de quien ha sufrido, nos conmina a seguir leyendo su obra a pesar de lo que duelen algunos extractos. Y puede que haya dolido más de lo normal por circunstancias personales, por ese miedo a amar, o por simple inseguridad que se estremece entre los dedos, pero el caso es que Este es un libro sobre amor recrudece la palabra “amor” con su reverso tenebroso, devolviéndonos una imagen que no esperamos, o que simplemente sabemos que existe pero no queremos pensar en ella. Porque del amor al abandono puede haber un simple paso, un milímetro que separa la sonrisa de la lágrima, o que las confunde, cuando dentro de él no se puede vivir, y fuera de él tampoco. Somos animales que se emocionan, que muerden e intentan devorar lo que pueden dar de sí los cuerpos que se nutren de las vivencias, las que rodean nuestras ilusiones, las que las comparten. No hay que olvidar, además, que aquellos que más nos aman son los que más daño pueden hacernos. Pero vivimos, como la Ella de este libro, como la mujer que en los capítulos que sobrevuelan nuestros ojos, y lo hacemos con todo el sufrimiento que pueden infligirnos, pero también con toda la felicidad que puede sostenerse entre los dedos que pasean juntos por una acera de cualquier lugar del mundo.

Pero no hay que llevarse a engaño. Hablar de amor no siempre es fácil. Prueba de ello es Este es un libro sobre amor. Porque al abrirlo uno piensa, como lo hice yo, que vamos a establecernos en esa parte amable que todos hemos vivido. Queremos, deseamos, que eso sea así. Pero no sucede. Porque lo real no lo es. Porque en el fondo todos sabemos, aunque lo olvidemos con el tiempo – y nos vaya la supervivencia en eso – que el amor duele hasta que nuestros huesos se reblandecen y acaban convertidos en polvo. Paula Gicovate parece saberlo. Y lo describe, y lo analiza, y lo convierte en poema, en frase lapidaria, en conversaciones que nos recuerdan a nosotros, a la vida, a esa existencia que hace que los minutos no pasen, o que se alarguen hasta el infinito, en ese golpe al respirar cuando nos han dejado vacíos. Porque dos es muy posible que nunca sean uno, las matemáticas nunca fallan. ¿Y qué sucede cuando al convertirnos en uno nos olvidamos de nosotros mismos? Amamos, nos enseñan a amar, nos enseñan que es lo que tenemos que hacer. Pero se olvidan de enseñarnos que todo duele cuando no lo esperamos. Amamos, tanto y tan a fondo, que es como si fuéramos abejas que intentan libar toda la emoción posible. Pero nos olvidamos de que ese acto, ese succionar lo que nos reconforta, cuando termina es muy posible que nos deje… vacíos.

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