Glaxo

Glaxo, de Hernán Ronsino

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Admito que muchas veces, cuando empiezo a leer alguno de los libros que quiero reseñar, paso de largo las primeras páginas, esas que están compuestas por informaciones protocolares y alguna que otra frase extraída de alguna vieja novela o dicha por un personaje de renombre. Quiero que llegue el primer capítulo y meterme de lleno en su lectura, no quiero distracciones.

Menos mal que esta vez hice todo lo contrario.

Menos mal que leí el pequeño fragmento del libro Operación Masacre, de Rodolfo Walsh, que el autor eligió para marcar un poco de qué va esta historia, o mejor dicho este libro cuyas piezas encajan a la perfección para formar un relojito suizo, preciso, concreto, contundente, de apenas 92 páginas que se leen en una tarde, pero que permanecen con el autor mucho tiempo más.

Menos mal que le hice caso a esa frase previa que recuerda una fallida ejecución en el marco de los fusilamientos de León Suárez y que podría haberme quitado la posibilidad de comprender aun más el último de los cuatro capítulos que forman Glaxo.

Como cuatro son los personajes que monopolizan cada capítulo y en los que aparecen en escena la traición, la venganza, la infidelidad y hasta un asesinato. Vardermann, Bicho Souza, Miguelito Barrios y Folcada nos cuentan el mismo acontecimiento desde distintos años, 1973, 1984, 1966 y 1959, respectivamente, y poco a poco nos vamos enterando el porqué de cada suceso, el porqué del asesinato, de la traición, de la doble moral y hasta del pasado de cada uno de esos personajes y de ese lugar del mundo, dominado por la fábrica Glaxo, en el que todo parece perfecto, en el que predomina el silencio y del que nadie sospecharía nada: pueblo chico, infierno grande.

Con un estilo de escritura que aparece en forma de monólogos interiores y escasos diálogos, Hernán Rensino (Chivilcoy, Buenos Aires, sociólogo y autor de Te vomitaré de mi boca y La descomposición) logra atrapar al lector desde la primera página, utilizando un lenguaje lleno de lunfardo (jerga originada y desarrollada en la Ciudad de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires, en Argentina) que sin embargo permite a cualquier lector seguir fácilmente la trama e ir sacando sus propias conclusiones sobre los hechos, pasar de lector pasivo a activo, confundir hipótesis, comprender imposibles y sobre todo sentirse parte de la historia hasta el mismísimo final, cuando todo adquiere forma concreta y cierra de manera perfecta.

La Negra Miranda, una mujer atractiva, es un personaje secundario en la novela, que sin embargo será la causa en torno cual girará la historia y a través de la cual se desatarán los acontecimientos que nos permitirán conocer las personalidades de los personajes, el futuro de cada uno (en la visión de 1984) pero también, como dije antes, el pasado, ese que ahora se escucha tras tanto silencio, porque ya no pasa más el tren por la zona de Glaxo, porque “ya no más ese sonido capaz de tapar hasta el ruido de un balazo”

Recomiendo entonces este libro, que bajo una hermosa edición de Eterna Cadencia, nos espera con buena literatura y una historia atrapante.

Eso sí, no olviden leer la cita inicial, esa que siempre suelo pasar de largo.
Roberto Maydana

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