Goodbye, Berlín

Goodbye, Berlín, de Wolfgang Herrndorf

goodbye-berlin¿Te gusta conducir? Y así fue como descubrimos, con la imagen de una mano balanceándose por una ventanilla, lo que significaba la pasión por agarrar un volante, pisar el embrague, cambiar las marchas, y después acelerar hacia un destino que ninguno de nosotros sabemos, pero para el que estamos preparados. Porque los coches son como los psicólogos: escuchan tu historia, pero después no la cuentan, guardando el secreto para siempre. Y así nosotros vamos yendo por la vida, subidos en esas cuatro ruedas, viviendo historias, acontecimientos, situaciones, que nos descubren que los viajes sabemos cómo empiezan, pero jamás como terminan.

Una road story para huir de la vida, para huir de aquello que no se entiende, para huir de nosotros mismos, pero que, al final, nos hará darnos de bruces con la realidad y que huir no sirve de nada.

 

Una de las bondades de la literatura, de las ediciones de libros, es que te ponen en las manos historias que, de otra forma, nunca te hubieras encontrado. ¿Qué sucede con “Goodbye Berlín”? Pues, ni más ni menos, que embarcarte en un viaje, con surrealismo incorporado como banda sonora, en el que dos adolescentes pasarán al mundo adulto mientras huyen de su ciudad, de un Berlín que poco tiene que ver con lo que aparece en las guías turísticas. Porque no es lo mismo ver una ciudad como mero invitado o como autóctono. Y así, Wolfgang Herrndorf, con la primera novela que nos llega a nuestro país, nos enseña una ciudad diferente, una realidad que a veces puede ser muy puñetera y divertida a la vez, y nos muestra sin contemplaciones que la vida es dura, joder sí lo es, pero desde luego nunca se debe perder el sentido del humor, la ironía, siendo nuestra filosofía permanecer fieles a nosotros mismos. ¿Qué le puedo agradecer a esta historia? Lo que pocas: conseguir que consiga imaginarme perfectamente el halo que cubre a los protagonistas, ese aura de resignación por una vida para la que no estaban preparados. Pero sobre todo, como ya os he dicho antes en esta reseña, “Goodbye Berlín” nos muestra el paso de la adolescencia a una vida adulta, un salto peligroso pero necesario, para el que todo el mundo tiene que coger impulso y enfrentarte a lo que vendrá, sin tener ni idea de que más allá de sus propias narices, puede estar aquello que tanto había esperado.

Una de mis fantasías, desde siempre, desde que era ese chiquitajo que preguntaba por todo, ha sido montarme en un coche e ir a no se sabe donde. Es uno de esos viajes que, sin duda alguna, supondrían un antes y un después en lo que conozco. ¿Que si lo he realizado? No, la vida se encarga, como bien nos dice Wolfgang Herrndorf, de ponérnoslo difícil. Pero eso no quiere decir nada, todos lo sabéis. Porque en un momento, en un futuro al que no sé poner nombre todavía, seguramente me estará esperando un road trip, una road story, un viaje en el que lo único importante es vivir, sentir, y como me gusta decir a mí, permanecer, simplemente permanecer.

Así que ya lo sabéis, no se trata de encontrar una historia, sino que la historia os encuentre a vosotros. Después, cuando podáis sentirla en vuestras carnes, podréis decirme que viajar en coche y vivir son la misma cosa.

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