Hay vida después de la crisis

Hay vida después de la crisis, de José Carlos Díez

Antes de afrontar la reseña de un libro como este tal vez sea necesario, para ser honesto con los lectores, hacer algo de lo que no soy en absoluto partidario: fijar mi posición al respecto del tema tratado. No lo soy porque entiendo que en general es el texto y lo argumentado en él y no su autor (y esto vale tanto para el libro como para la reseña o cualquier otro ejercicio público basado en la palabra) quien debe ser suficientemente elocuente sobre su méritos, importa lo dicho y no quien lo diga, pero en este caso particular quiero aclarar algo porque antes que una toma de postura es el reconocimiento de una circunstancia que puede haber influido en mi juicio de un libro sobre economía: no sé nada de economía y, como profesión y herramienta (lo siento pero me niego a considerar como una disciplina científica algo cuyos practicantes utilizan para defender tanto una cosa como la contraria partiendo desde presupuestos ideológicos) sólo siento interés por los resultados de su aplicación en la vida y no por los caminos por los que se llega hasta ellos. Y para terminar de ganarme la animadversión tanto del autor como de su público objetivo, aunque dicho sea sin ánimo de ofender, considero que los economistas son necesarios en nuestra sociedad únicamente para interpretar una realidad que ellos mismos han construido objetiva y deliberadamente incomprensible para quienes no formamos parte de su club. Supongo que entienden que no sea especialmente específico al opinar sobre el contenido, no esperen que diga algo así como “el autor tiene razón, la mejor forma de abordar una crisis de deflación es…” No lo haría aunque supiese de qué hablaba, así que imagínense en este caso. Pero más allá del “qué hace un chico como yo en un libro como este”, ni José Carlos Díez ni ningún otro economista son culpables de mis limitaciones y mucho menos de mis rarezas, así que no hay razón para que éstas me impidan analizar el libro por lo que es y no por lo que aquello que trata de explicar me provoca. Y sí, me ha gustado el libro, qué quieren que les diga, probablemente por razones más psicológicas que económicas o literarias: es un libro balsámico, no un antídoto pero sí un tratamiento sintomático adecuado para una realidad irritante.

Otra confesión: uno de los motivos que me ha llevado a leer este libro es mi condición de oyente de un programa radiofónico, “La Brújula”, de Carlos Alsina, en una de cuyas secciones, dedicada a la economía, interviene habitualmente José Carlos Díez. El programa en conjunto es magnífico pero a esta sección hay que reconocerle el mérito (diría que a priori inconcebible) de entretener o incluso divertir hablando sobre economía a quienes no nos sentimos especialmente atraídos por ella. Probablemente ha sido el influjo de, permítanme la expresión, “buen rollo” de ese programa el que me ha llevado hasta este libro.

Bien lo primero que hay que agradecerle a José Carlos Díez es el título, Hay vida después de la crisis, así sin signos de interrogación ni nada. Les voy a ser sincero, antes de leer el libro ya imaginaba yo que la había aunque hay momentos en que se me pudiera antojar más parecida a mad max que al bosque de los teletubbies, pero el libro no habla sólo de salir vivos sino de salir reforzados de la crisis. Y además dice cómo hay que hacerlo y lo dice con bastante claridad. A mí esto me despierta sensaciones contradictorias, en primer lugar porque quienes defienden soluciones opuestas a las que postula José Carlos Díez auguran el mismo resultado de discurrir por el camino que ellos proponen y en segundo porque me recuerda a eso de las ventajas e inconvenientes del combate nocturno, siendo las ventajas que el enemigo no te ve y las desventajas que no ves al enemigo. Me explico, las ventajas de la lectura de este libro son la certeza que transmite de que existe una salida aceptable y de un coste social asumible mientras que las desventajas son que esa, desde luego, no es la salida por la que quienes nos gobiernan han optado. El libro transmite un optimismo que la realidad de encarga de convertir en frustración.

En hay vida después de la crisis hay un recorrido por la historia de las crisis y un esfuerzo de divulgación, para la que José Carlos Díez tiene un don natural, sobre la situación actual, o al menos sobre la mirada de un economista observador acerca de la misma pero basada no sólo en sus propias posiciones, sino también en datos y precedentes. Aunque el autor defiende unas posturas que tienen su correlación aparentemente clara en el escenario político y lo hace con pasión, no es en modo alguno dogmático ni excluye de su discurso la crítica ni el debate. En hay vida después de la crisis se defienden las políticas de estímulo y la protección frente a la pobreza con similar contundencia a la invertida en criticar las políticas que se han dado en llamar de austericidio. Pero lo que más me gusta de las tesis que defiende José Carlos Díez es su defensa a ultranza de la educación como vía para salir de la crisis sí, pero como eje sobre el que vertebrar nuestro futuro como país. País al que, por cierto, no era necesario referirse como “nuestra querida España” a ojo de buen cubero, unas 234 veces. Que está muy bien quererla, pero desde un punto de vista narrativo resulta un tanto discutible un amor tan tautológico. También observo cierta tendencia a estirar demasiado las metáforas, que es probable que sean necesarias para hacer llegar a un público sin conocimientos económicos específicos argumentos que precisan de ellos, pero en ocasiones el exceso, por muy acertada que sea la metáfora, incide negativamente en el texto, cuya fluidez narrativa se resiente al evidenciarse el recurso porque hace que el lector piense en él, distrayéndose de lo esencial.

Son muchas las cosas que a fuerza de escuchar repetidas tan frecuentemente damos por ciertas de una forma un tanto acrítica, y José Carlos Díez, a quien hay que agradecerle su honestidad intelectual, no acepta nada acríticamente. Lo que defiende, lo explica, incluso cuando lo que defiende es impopular como ciertos aspectos del Plan E, que defenderlo en público debe ser para un economista como a día de hoy sería defender el dulce carácter de Mourinho para un periodista deportivo. O sobre el tamaño real del sector público en comparación con nuestros socios europeos. Pero son muchas cosas más las que uno se cuestiona, especialmente interesantes en lo que se refiere a Alemania. De ser ciertas las tesis de José Carlos Díez, la historia juzgará duramente la ceguera de quienes defienden políticas únicamente desde presupuestos ideológicos sin más sustento en la situación real que el que toda ensoñación mítica provoca en quienes la sueñan.

Especialmente gratificantes resultan las páginas de hay vida después de la crisis que José Carlos Díez dedica a la corrupción y a la meritocracia, como brillante su defensa del relevo generacional en las clases dirigentes, no sólo de los políticos. Porque una de las cosas que confieren credibilidad a esta obra, más allá de la solvencia profesional y académica fuera de toda cuestión de su autor, es su ausencia de dogmatismo, su deseo de ir más allá de la repetición de mantras con que tan a menudo expertos, políticos y opinadotes en general despachan estos asuntos. Ni se trata de buscar chivos expiatorios, por popular que sea, ni de construir estados de ánimo autoflagelatorios que propicien el ocultamiento de las responsabilidades ajenas bajo comportamientos inconscientes propios. Mucha gente, muchas instituciones, muchas decisiones y muchas políticas son responsables, pero de forma tan desigual que las costuras del saco en el que ahora pretender meternos a todos juntos difícilmente resisten el intento.

Hay vida después de la crisis es un libro escrito con la confesada intención de insuflar un poco de optimismo en la sociedad española y en cierto modo lo consigue, tiene algo de reivindicación de nuestras capacidades y de nuestro quehacer colectivo: no lo hemos hecho todo mal y son numerosos los ejemplos que expone que nos pueden llevar a la esperanza. Es igualmente reconfortante que alguien de reconocido prestigio identifique las causas de la crisis y proponga soluciones, pero reconociendo lo limitado de su campo acción, como el de todos. Vende José Carlos Díez argumentos creíbles, datos veraces y opciones de futuro asumibles, pero no verdades absolutas, rasgados de vestiduras retroactivos ni caminos de rosas. No ofrece tanto un camino como una dirección y un primer paso, y si el futuro es un estado de ánimo, hay que reconocerle a José Carlos Díez que tras leer Hay vida después de la crisis uno se siente con fuerzas para darlo con el sosiego y la ilusión que la realidad se encarga de hurtarle a diario. No es poca cosa.

Andrés Barrero
andres@librosyliteratura.es
@abarreror

 

Título: Hay vida después de la crisis
Autor: José Carlos Díez
Editorial: Plaza y Janés
Páginas: 338
Fecha edición: mayo 2013
ISBN: 978-84-01-34674-3

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