Hermana Muerte

Hermana Muerte, de Thomas Wolfe

Hermana muerteEs Hermana Muerte un pequeño libro para leer lento y reflexionar más lento aún. La vida de Thomas Wolfe también lo fue. Tenía treinta y pocos años cuando escribió esta historia, larga para ser solo un relato. Al autor americano, como en sus libros, le costaba hallar los límites. Y como si su existencia tan solo se tratara de uno de sus cuentos, a la edad de treinta y ocho años, demasiado poco para hablar de toda una vida, esta hermana, orgullosa y digna, le visitó por última vez. Antes, le había dejado un dolor en forma de novela que enterró bajo el epitafio de El niño perdido. Se trataba de la muerte de su hermano.

De la corta vida de Wolfe nos quedó, no obstante, su maravilloso legado, como esta Hermana Muerte, que recupera y publica por primera vez en España la editorial Periférica. Pequeña, pero infinita. Y por ahí van las cosas. Por una inmensa Nueva York que arrastra y devora al individuo. En la gran manzana todo es vida. El ruido, las luces, las ventanas de los rascacielos, los grandes almacenes, los coches, los taxis, los puestos ambulantes, la gente, en singular, que se mueve en masa, hacia un lado y hacia al otro, con prisas, con bolsas o con las manos en los bolsillos. Son apenas los años treinta, pero la ciudad de la que Wolfe nos habla es también la que, de algún modo, conocemos hoy. Y entre sus calles cuatro muertes que suceden en circunstancias y momentos diferentes y que marcarán a su narrador, testigo de todas ellas, que volverá ahora a evocarlas.

Nueva York es en Hermana Muerte el tiempo que avanza rápido sobre nosotros y nos consume. Un abstracto escenario que siempre está en movimiento hasta que, por estos cuatro sucesos puntuales, se detiene de golpe y se hace pequeña, aunque sea solo un largo instante. Como los muertos, que lo son, pero que de algún modo, como si tomaran aire y se hincharan, se engrandecen. Y es que en el relato del que fuera también autor de Del tiempo y el río, estos cuatro personajes son los únicos que al final consiguen la mayor dignidad posible. Alrededor los transeúntes, entre expectantes, temerosos e indiferentes. Hasta que la ciudad recupera su ritmo acelerado de las cosas, y la vida continúa después, cruelmente impasible.

Una profunda e intensa reflexión sobre la soledad y la muerte a la que Thomas Wolfe pareciera estar escribiendo un extenso poema, quizás como una premonición de lo que vendría después, como si de algún modo ella fuera en realidad su hermana. Y es que la muerte de la que se nos habla aquí adquiere rasgos trágicos e imágenes turbias pero resulta en esencia hermosa. Con una narración muy descriptiva, cargada de lirismo, su autor se acerca desde un lado amable a ella dotándola de cierta luz y rasgos positivos. Es así como la recuerda de la forma más personal posible, y, lejos de temerla, escribe: “yo había visto morir a mi hermano y a mi padre en la oscura semivigilia de la noche y había conocido y amado la figura de la orgullosa Muerte siempre que ésta se presentó ante mí“.

Thomas Wolfe, tiene una enorme sensibilidad para captar la esencia de las cosas y dotarlas de una prosa profundamente bella. Algunos nos pasamos toda una vida buscando las palabras exactas para contarnos. Cien páginas o casi cuarenta años, qué más da. Fue su existencia corta pero intensa. Como Hermana Muerte. El tiempo, los límites, a veces son casi una ilusión. En esos momentos es cuando ocurre la grandeza.

8 comentarios en «Hermana Muerte»

  1. De Thomas Wolfe he leído “El niño perdido”, una maravilla desde el primer párrafo. Desde entonces voy haciéndome con todos los libros que de este autor saca Periférica, que no he leído por miedo a que no esté a la altura de aquella lectura. Mientras que con el resto de libros he tenido más dudas, con este tengo el presentimiento de que las sensaciones serán parecidas a las de “El niño perdido”.

    Gracias y un saludo!

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    • Hola Ana, no soy partidaria de comparar porque cada libro tiene una razón de ser, pero puestos a hacerlo “Hermana muerte” es más reflexivo y más impersonal, en el sentido de que los muertos no dejan de ser personajes anónimos, que “El niño perdido”, y seguramente por ahí, si estás buscando lo mismo o algo parecido no lo encontrarás. A mí “El niño perdido” me fascinó también y entiendo lo que dices. Pero espero que no te desanimes con el resto de sus libros porque por lo que he leído de Wolfe merece la pena ser leído en sus diferentes contextos y estilos.

      ¡Un saludo!

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  2. Tengo “Niño Perdido” en casa…lo inicié y no pude continuarlo…y eso que tenía ganas de leerlo, pero me habían hablado tanto de él, que al poco lo dejé…pensé que no era el momento…así que no quise continuar desganada. Bueno, en cualquier caso, este libro ya me llamó la atención también en la librería, y esta anotado en esa interminable lista de libros que una desea adquirir poco a poco…
    “Hermana muerte” y yo nos veremos las caras… ¡¡qué bien está escogida la portada!! Me parece una foto de lo más original. Wolf y los años treinta,…
    Gracias por la recomendación.

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    • Hola María, ¡la portada es perfecta! Es algo que se me olvidó comentar en la reseña, pero tienes toda la razón. Una de las cosas que más me gustó también fue precisamente esa ambientación de los años 30. Y más si es Nueva York.

      Por su parte, El niño perdido es una delicia. Seguro que encontrarás el momento adecuado porque siempre lo hay para libros así aunque a veces tarden en llegar.

      Gracias a ti por pasarte ¡Un saludo!

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  3. Chapó Marta, este es uno de esos libros que siempre que veo en la librería pienso que tengo que leer, pero después de encontrarme con tu reseña, más todavía. Gracias!

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    • Muchas gracias, Sergio. Lo raro es que queden libros que todavía no hayas leído. Ya me contarás qué te parece. Espero que lo disfrutes.

      ¡Saludos!

      marta

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  4. Acabo de terminar Hermana muerte y, habiendo leído tu reseña, no puedo estar más de acuerdo contigo. Has captado perfectamente la esencia del libro y su atmósfera. Aunque a mí, lo que más me ha fascinado, es esa prosa lírica que tiene, esa capacidad de convertir hasta lo más perverso (¡nos retrata la muerte de cuatro personas!) en algo bello. Increíble.

    Un abrazo, Marta.

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    • Muchas gracias Judit, es verdad que consigue crear una imagen bella de estas muertes que además, también por las circunstancias en que se producen, no tienen nada de bello. Todo un genio.

      ¡Otro abrazo!

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