Insectos

Insectos, de Víctor L. Briones

insectosSeremos siempre cuerpos movidos por el viento, pero también por la tierra. Así comprobamos cómo el mundo gira, nos absorbe, nos convierte en pequeños seres removidos por una fuerza invisible que nos arranca de nuestro sitio, de nuestra realidad, para sumergirnos en otra, la de más allá, la que no se ve pero se siente, en intervalos fugaces en los que otra persona, quizá ya nunca más nosotros, nos tiramos a una piscina imaginaria, sin agua, sin red, tras el salto mortal que sólo los valientes son capaces de dar. Una página, quizá sólo eso haga falta, para convertir el ruido en silencio, el callar en un hablar a gritos, el presente en futuro, y nosotros en tú, o en yo, o en quizá la humanidad, esos seres que son pequeños, que son los Insectos, que somos todos, porque en el fondo nos acurrucamos en los mismos espacios. Y es que en tres momentos, en tres instantes de nuestra vida, nos convencemos a nosotros mismos de lo que implica abrir los ojos, para después cerrarlos para siempre. Nacer, con la ingenuidad en la mirada, vivir, contaminando nuestros ojos con la experiencia, y morir, cerrándonos a la oscuridad. Un final y un nuevo comienzo. Y todo eso escondido en una página, o puede que en varias, en una lectura que impresiona y que conmueve, que recubre nuestra piel como los caparazones, como las alas, como los cuernos de aquellos bichos que somos en parte y que despertamos, cada vez, cada mañana, revolviendo la tierra, revolviendo el mismo viento que nos había sacado de paseo minutos antes, convirtiéndonos en estos poemas que, verso a verso, letra a letra, caminan con paso firme hacia un concepto que no es entendible en palabras: el alma.

Ser poeta no tiene que ser fácil. Se suele decir que los poetas ven la vida de forma distinta, con otro tipo de sensibilidad que los demás carecemos por completo. No seré yo quien afirma ni desmienta tal idea, pero lo que sí hay que tener claro es que ellos, los poetas, hombres y mujeres, de este mundo, convierten lo que tocan, lo que ven, lo que oyen, en una especie de música que brota del corazón y se traduce en caracteres que nos llegan a nosotros para su lectura. Víctor L. Briones, construyendo para nosotros este pequeño poemario, ha conseguido dar voz a muchos de los pensamientos que surgen de la realidad más pura, de esa que nos llega a nosotros a través de un millón de filtros, desencadenando en nuestras vidas una especie de turbulencia que cae de improviso. Porque no hay una visión tan clara como esta que, con tres simples versos, me hicieron caer en la cuenta de mis pasos errados:

Con sólo dos patas

incapaz de acompasar mis pasos

como hace el ciempiés

Hay algo que nos llama a lo lejos a los que, como yo, descubrimos a lo largo de nuestra vida, lecturas en todos aquellos lugares que visitamos. Así que no se extrañará nadie si digo que darme de bruces con la poesía de Víctor L. Briones ha sido uno de esos regalos que no me esperaba, pero que convierten a este, mi trabajo, en una de esas experiencias que se acercan demasiado a la felicidad más absoluta. Creemos muchas veces que la poesía es un término complicado, que no sabremos cómo describirla, pero una vez que alguien lee Insectos se da cuenta que las palabras sobran, que no son necesarias, que lo que está ahí, latiendo, es lo importante, lo que merece la pena, lo que deja huella tras esta lectura. En el medio de dos aceras que jamás se juntarán, la de la ignorancia y la del saber, la de las tristezas y las alegrías, la de las palabras y los silencios, se encuentra esta lectura que nos zarandea, que nos coge de la mano y nos entrega de lleno a un mundo nuevo, a algo que no conocíamos, pero que estaba dentro de nosotros, queriendo salir, deseándolo, implorando por encontrarse con un libro como este, con un poemario como este, que se escapa entre los dedos como la arena del tiempo que quiere echar a volar. Porque somos seres movidos por el viento, pero hoy, tras acompasar mis pasos a los versos de este autor, consigo ser yo quien mueva a ese viento que batalla día a día por tirarme al suelo.

Deja un comentario