Jambalaya, de Albert Forns

Jambalaya

Jambalaya es un plato de origen criollo típico de Nueva Orleans cuya base es el arroz y que contiene ingredientes como el pollo, langostinos, jamón crudo y pimienta. Yo de esto no tenía ni idea, me lo dijo una buena amiga, que es muy guapa y muy lista, mientras tomábamos café y después lo corroboré leyendo la novela. Porque Jambalaya es también la nueva novela de Albert Forns.

A Albert Forns tampoco lo conocía, así que confieso ya que leí el libro atraída por ese nombre que parece que si lo dices en alto tres veces frente al espejo se te va a aparecer algo así como una divinidad. Jambalaya. Jambalaya. Jambalaya. ¿No os parece? Será cosa mía. También leí algún apunte sobre el libro antes de decidirme por él. De todas formas, os contaré un secreto: he desarrollado un sexto sentido literario. Es decir: en ocasiones veo libros que me gustan. A veces con el título, la portada y leer por encima la sinopsis sé si el libro me va a gustar o no. Pocas veces me equivoco. Bueno, a lo mejor no os parece tan sorprendente, pero suelo ahorrarme algún que otro tostón.

La primera novela de Albert Forns (Granollers, 1982), titulada Albert Serra, ganó el premio Documenta de narrativa. He leído críticas muy buenas y me han hablado bien sobre ella, así que la leeré en cuanto tenga ocasión. Con Jambalaya, Forns también logró el primer premio Anagrama de Novela en catalán. Dos libros publicados y dos premios literarios es una buena media. Y encima es también poeta. (Un partidazo para las suegras).

Estaréis ansiosos por saber si mi sexto sentido literario funcionó esta vez o si al final se me apareció una divinidad en el baño mientras me duchaba. No a lo segundo (oh) y sí a lo primero. Jambalaya me ha gustado, me ha gustado mucho. He descubierto en Albert Forns a un escritor con un humor muy fino. También he descubierto a un escritor que, aunque hable de lo mismo (ah, los tópicos literarios) lo hace de manera totalmente diferente y genuina. Su voz es firme.

Jambalaya es un metalibro. Si os digo que el autor recibió una beca para ir a una escuela de escritores en Estados Unidos para escribir su segunda novela y que esta novela trata sobre lo mismo podréis pensar que es autobiográfica. Y quizá tengáis razón. O no. También podréis pensar que es autoficción. Sí y no. En palabras del propio autor (o del personaje de esta novela): “¿Es posible escribir una novela sobre la escritura? En esencia no, porque escribir, lo que es poner una palabra detrás de otra, es una actividad profundamente antiatractiva, monótona, superaburrida”. En fin, sea lo que sea este libro, autobiografía, autoficción o cualquier otro auto que se os ocurra, Jambalaya se deja leer con el ritmo adecuado de cualquier buena novela.

Ya sabemos que el libro trata sobre un autor catalán que va a una granja de escritores en Estados Unidos para escribir su segunda novela. Concretamente, el escritor va a una granja situada en Montauk, regentada por el dramaturgo Edward Albee, autor de ¿Quién teme a Virginia Woolf. Toc, toc. Otra vez realidad y ficción. Montauk es un pueblecito costero de pescadores que se ha visto poco a poco invadido por hordas de hípsters y modernos.

La novela no sólo explora la experiencia de este autor en la granja de escritores, sino que va más allá. Forns nos habla de la frustración ante el papel en blanco, de ese reto que supone escribir una segunda novela con la que consolidarse como un buen escritor o ser uno más que escribe sobre lo mismo una y otra vez. Hay momentos de tanta frustración y hastío que dan ganas de pegarle una colleja al protagonista y al mismo tiempo decirle que escriba, que todo va a salir bien.

Además de toda esta metaliteratura y metaficción, Jambalaya es una oda al onanismo. Ese placer que nace un poco del fracaso y del aburrimiento. Es también una crítica a los queridos Estados Unidos de América y ese afán consumista, capitalista y nacionalista que forma parte de su seña de identidad y en el que los europeos caemos como chinches. Larga vida a Walmart. Larga vida a Starbucks. Larga vida a las cadenas de restaurantes de comida rápida. God bless America y todas su americanadas.

Muy recomendable Forns y su Jambalaya, de verdad que sí.

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