Jugaban con serpientes, de Francisco Solano

Jugaban con serpientesEste es un libro pequeño, la edición, quiero decir, es un cuento largo, una reflexión enredada, pero en un formato de bolsillo, de verdad. Supongo que por eso está editado en minúscula micra.

El contenido ya es otro cantar. Se trata de las reflexiones sobre el adulterio de un amante clandestino. El amante de Cristina, casada con Santiago Aguado que será, sobre todo en la primera parte del relato, una obsesión para el amante. Aguado trabaja en una notaría y es un hombre casi invisible “se le ve difuminado, impreciso, como si le faltara luz, o hubiera, al mirarlo, telarañas en los ojos. Su cuerpo está borroso”. Cristina se queja continuamente de la forma de ser de su marido y el protagonista se pregunta cómo será para ella abrazar a una “tachadura”.

El protagonista es escritor y amante casi profesional. Parece que la mayoría de sus relaciones se quedan en relaciones clandestinas; también lo podríamos tachar de borroso a él mismo, que incluso se presentó a Cristina con un nombre que no era el suyo. En ciertos momentos parece que le gusta esa condición, aunque al mismo tiempo, espera las llamadas de Cristina, espía al marido y le da demasiadas vueltas a lo que no debería ser más que un desfogue físico y anónimo. En otros pasajes, él mismo reconoce que esta forma de relacionarse con las mujeres es algo que debería cambiar, ya que en muchas ocasiones no se siente bien, ya no deja de ser “el otro”, a la sombra siempre de un marido, abocado a esconderse, a esperar, a desaparecer cuando era conveniente, sin derecho a nada.

El narrador nos habla en primera persona y nos muestra casi todo el tiempo sus sentimientos y sus pensamientos más íntimos, poniendo bastante distancia con el resto de los personajes, a los que describe y de los que habla, pero de los que sabemos muy poco de verdad. La intención del protagonista, según él mismo cuenta, era elaborar una narración ajustándose a la crónica de la relación con Cristina, pero “los sentimientos, o mejor, la confusión, contaminaban el registro de los hechos imponiéndose” por lo que a veces se pierde algo en desvaríos y elucubraciones, sintiéndose más cerca, en algunos momentos, del marido cornudo que de la mujer.

Francisco Solano es escritor y crítico literario; tiene una forma de escribir muy personal y especial, casi mágica. Tuve la sensación de estar leyendo más poesía que prosa, porque tiene un ritmo perfecto, redondo. Me resulta muy difícil definirlo; por una parte, porque yo no tengo esa maravillosa facilidad que tiene él para utilizar el lenguaje y la gramática, y por otro lado, porque me siento el aprendiz del ayudante del auxiliar del que le lleva los bolígrafos y los cuadernos a este señor. Es que cuando lees algo así, te sientes ínfimo en cuanto al arte de escribir se refiere. Por eso he utilizado algunas frases del propio libro durante esta humilde reseña, pero es que lo tengo lleno de marquitas y es casi imposible decir algo sobre lo que ya está dicho de la mejor manera posible.

“Cuando se es inteligente a rachas, como me sucede a mí, para clarear el pensamiento necesitamos que alguien nos estimule, y a esa persona le debemos la sagacidad”

… hay constancia de que escribir, además de una forma de emplazar una concatenación imprevista, es una objeción al silencio, habitualmente cómplice de la autoridad. Alguien dijo que se escribe contra las ofensas de la vida.”

Y así todo el cuento, con párrafos precisos en su ritmo, que vuelves a leer y puedes analizar, porque son profundos, porque dicen mucho más. Jugaban con serpientes no es fácil y eso es parte de su encanto. Ya os dije que era un libro pequeño en su forma física pero muy grande en su contenido y en la forma de contarlo.

 

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