La casa de los amores imposibles

La casa de los amores imposibles, de Cristina López Barrio

la casa de los amores imposiblesQuise vivir, sentir, siempre lo quise y, en ocasiones, lo conseguí. Así fue como la vida me fue enseñando que mi camino, el que llevaba a algún país imaginario, estaría rodeado de ciertas espinas. Dolores, marcas de la batalla, miedo, y estupor. Y la sorpresa pegada en los labios cuando algo me desestabilizaba, cuando algo conseguía infligirme una pequeña marca, las cicatrices que recorren no el cuerpo, sino el alma. La casa de los amores imposibles fue parte de ese viaje, de esas manchas que a veces no salen, que se quedan en nuestro cuerpo para siempre, como si las tuviéramos de nacimiento, desde siempre, contribuyendo a hacernos como somos realmente, por dentro, nunca por fuera, y zarandeándonos como si fuéramos un avispero. Enumerar la vida, contarla, narrarla, sobrevivir a ello y después hacernos más fuertes, más completos, es una labor que todos debemos provocarnos, que debemos sufrir, sí, sufrir, porque el final, ese camino, recorrido por maldiciones contra las que no tenemos poder alguno, nos llevarán a una meta, a un objetivo, que desconocemos pero que se perfila allá, en el horizonte, como esas montañas escarpadas que parecen inexpugnables, dispuestas a hacernos desfallecer. No sé por qué vivo lo que vivo, ni por qué siento lo que siento, lo que sí sé es que me encuentro en un precipicio, del que salto cada día, y que a mi lado, como los camaradas en las batallas que intentamos ganar a toda costa, se encuentra este libro como fiel consejero de un mundo que, por descontado, no queremos que sea tan real como lo es. Y así yo sigo caminando, acariciando sus páginas, queriendo que no se escape nunca, que no se olvide, hablando de él en aquellos momentos en los que mi cuerpo, derrotado por los avatares del tiempo, me permite hacerlo.

Las Laguna están condenadas a sufrir por el desamor. Así, con esas palabras, es como Clara da a luz a su hija después de que su enamorado la abandone. El desamor será el encargado de unir las vidas en un burdel, mientras la maldición de las Laguna hace mella en los cuerpos que se horadan con el paso de las manecillas del reloj.

 

Hará unos años que este libro cayó en mis manos. Y he tardado en reseñarlo por una sola razón: no encontraba las palabras adecuadas para hablar de él. Necesitaba sentarme, necesitaba organizar mi cabeza y poder decir que su lectura fue la gloria, uno de esos placeres que se convierten en la vida, que se convierten en momentos que se recuerdan siempre, que permanecen en este mundo donde la rapidez y la inmediatez conquistan nuestra realidad. Cristina López Barrio corona el corazón de un lector que, sin ser extremo ni pretender que alguien me califique de loco, recuerda en esta novela, mientras lo lee, al antiguo Gabriel García Márquez que fijó su realismo mágico y que contribuyó a ensalzar la literatura y llevarla a todos los puntos del planeta. Y sí, me lo recuerda, y eso es un elogio, un halago que me permito porque es la verdad, porque la autora ha conseguido en La casa de los amores imposibles la recreación perfecta de todo lo que una novela pueda tener: personajes perfilados con un lápiz directo, descripciones de un mundo que desconocemos pero en el que nos vemos inmersos sin pretenderlo, o incluso diálogos que parecen aromas, olores que nos recubren con una pátina de admiración, que me recubren desde su lectura allá por los años en los que parte de mi inocencia iba mermándose y aparecía la vida adulta con todas las arrugas que el tiempo provoca. Quise vivir en un libro, y aquí lo conseguí

Hay libros, como La casa de los amores imposibles que se quedan en la piel. Así es como los que somos lectores por necesidad, no por obligación, recorremos la vida con palabras impregnando cada uno de los centímetros que nos recorren el cuerpo. Y a mí se me eriza el vello cada vez que recuerdo esta historia. Diréis, muchos, quizás pocos, o puede que ninguno, que no hay para tanto, que un libro es imposible que te haga sentir así. Si pensáis eso, es que no habéis descubierto una lectura en condiciones. Disfrutad pues, de la prosa de Cristina López Barrio porque no hay un mundo mejor donde perderse. Una vez abiertos los ojos, la vida ya no será igual. Y es que después de una lectura, después de esta lectura, pretender permanecer en la misma posición es una batalla perdida. Es, como suelo decir yo constantemente, la magia de la literatura.

2 comentarios en «La casa de los amores imposibles»

  1. Cierto. Esta historia me dejó prendada. Aunque supongo que no a todos los autores les gusta que comparen sus trabajos con los de otros y menos, los consagrados, no puedo parar de repetir que el realismo mágico que me encontré en sus páginas fue eso…, mágico. Maravilloso. Fascinante. Cuando se convirtió en finalista del premio Planeta en 2017 me alegré muchísimo. Creo que esta autora se lo merecía. Este tipo de premios son polémicos porque a veces sus decisiones no coinciden con la calidad que se le presupone a un autor que cuente con este tipo de galardones. Y por desgracia, cada vez más. Leo y he leído a lo largo de mi vida muchísimas novelas que son auténticas joyas y se quedan solos en las estanterías de librerías y concursos, abandonados… Sé que ocurrirá millones de veces pero, a veces, aciertan. Cristina López Barrio escribe bien y bonito. Después he leído dos obras más suyas, pero como lo que sentí con la lectura de “La casa de los amores imposibles” fue superlativo. Me pasa como a ti. Se me quedó en la piel.

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