La felicidad conyugal

La felicidad conyugal, de Lev Tolstói

La felicidad conyugalUn libro titulado La felicidad conyugal y escrito por el último Tolstói, habría sido sin duda un denso ensayo, una reflexión sobre el amor y el matrimonio probablemente un tanto negativa. No obstante, esta Felicidad conyugal es un libro de 1858, del primer Tolstói, anterior a sus grandes obras, anterior incluso a Los cosacos, y es por tanto un relato sencillo, entrañable, una bella historia de amor en la que ante los ojos del lector se desgranan minuciosamente las etapas de la relación entre Masha y Serguéi en un tono vitalista y alegre, y no son etapas tan diferentes, salvando lógicamente las distancias que la época, el lugar y las costumbres imponen, a las de cualquiera, en lo bueno y en lo malo. Hasta tal punto es así, hasta tal punto la penetración psicológica de Tolstói es tan certera, que no se puede leer esta historia sencilla sin notar, en algunas situaciones, cierta incomodidad, cierta sensación de haberlas vivido en otro escenario, en otro tiempo, pero con motivaciones y diálogos realmente parecidos.

Masha es muy joven, mucho más que Serguéi, quien era amigo de su padre, y este hecho, la diferencia de edad pero sobre todo de vivencias, marca la relación. Asistimos a las dudas de ambos, al nacimiento progresivo de sus certezas, al inicio de su relación, a esa primera felicidad conyugal explosiva y ciega que todo lo llena y que es todo su mundo, como asistimos posteriormente al descubrimiento del “gran mundo”, de los bailes de sociedad y los galanteos que a la joven Masha deslumbran y que repercuten negativamente en la relación, pero que Serguéi considera necesario que descubra y supere. Se reconoce perfectamente a Tolstói en esta contraposición entre la vida tranquila del campo y el ajetreo y la falsedad de la vida en sociedad. Pese a la juventud del autor en aquel momento, es en realidad uno de los temas cardinales de su obra, pero sobre todo de su vida. No cuesta ver sus ideas reflejadas en ese Serguéi mayor, reflexivo, enamorado del trabajo y de la vida tranquila, no cuesta reconocerle en las reflexiones de Masha, en su búsqueda del perfeccionamiento de su primera etapa, y es fácil reconocerle en su rechazo a lo que consideraba el imperio de la futilidad materializado en los bailes, las conversaciones huecas, los elogios falsos y la hipocresía del “gran mundo”. Lo que sorprende es verlos en esta época tan temprana.
La felicidad conyugal es una historia de amor, de cómo el amor nace de la pasión pero necesita abandonarla (o relegarla a un lugar menos protagonista) para mostrar su verdadera cara: la generosidad, la ternura y, en fin, la convivencia madura, serena y feliz. Para llegar a ella, Masha, que es la narradora, y nosotros con ella porque la prosa de Tolstói hace imposible otra lectura que no sea desde la empatía, pasa por diversas etapas, alguna de ellas profundamente infeliz, y en cada una de esas etapas, junto con la ya mencionada y apabullante profundidad psicológica, contemplamos un retrato sorprendentemente completo (por la brevedad del relato) de una realidad social diferente.
Hay cuestiones discutibles, claro, es el riesgo de hablar de todos a través de los personajes, que al sentirse identificado uno se rebela ante lo que haría de forma diferente, aunque la forma sea hija de su tiempo, que es tan diferente del nuestro, pero por encima de cualquier otra consideración estamos ante un relato hermosísimo, ante una preciosa historia de amor.
Andrés Barrero
andres@librosyliteratura.es

2 comentarios en «La felicidad conyugal»

  1. A mi no me parece tanto una historia de amor, si no más bien un relato acerca de las distintas etapas del amor. Aunque en una etapa más joven, Tolstoi no deja de sorprenderme: la empatía y psicología con la que es capaz de retratar las actitudes de los personajes, así como sus reacciones, sentimientos… Sólo un verdadero genio de las letras y sabio conocedor del ser humano es capaz de hacer de un tema tan cotidiano una joya de novela.

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