La inquilina de Wildfell Hall, de Anne Brontë

La inquilina de Wildfell HallEste año se celebra el bicentenario de la muerte de Jane Austen y eso me ha animado a volver a los clásicos. De vez en cuando, es bueno volver la vista -o nuestras lecturas- atrás para coger perspectiva. Os invito a que leáis a esta magnífica escritora. Por mi parte, ya os he hablado de mi predilección por las Brontë, especialmente por Charlotte, que aunque puedan parecer del mismo estilo, no los son. No voy a entrar en un debate porque me encantan tanto la una como las otras, aunque me gusta más la pasión que le ponen las Brontë a sus historias. Con La inquilina de Wildfell Hall he disfrutado muchísimo, como siempre.

Publicado en 1848 bajo pseudónimo, no fue bien recibida en una sociedad tan cerrada y que cuidaba tanto las apariencias. Anne Brontë trata, con una gran calidad descriptiva, temas feos y duros, como los malos tratos o los estragos del alcoholismo en su relato, y esto no gustó a sus contemporáneos. Estos asuntos se tapaban, eran vulgares y propios de un estrato más bajo de la sociedad, no de la clase media-alta de la que hablaba la novela y quedaban dentro del ámbito privado de las casas; no se aireaban por muy mal que se estuviera pasando. Esta novela fue un atrevimiento y un desafío.

El relato está dividido en cincuenta y tres capítulos, pero hay tres partes bastante diferenciadas. La primera, cuando el protagonista, Gilbert Markham, conoce a la misteriosa viuda Helen Graham, que ha venido a vivir con su hijo Arthur a la ruinosa Wildfell Hall. Estos primeros capítulos y los de la tercera parte, están contados de forma epistolar. Gilbert le cuenta a su amigo Halford la historia del acontecimiento más importante de su vida de forma muy pormenorizada, ayudado por viejos papeles y un diario. Estamos en 1847, pero la historia se remonta a 1827. En esta primera parte hay una descripción detallada de la forma de vivir de los caballeros y hacendados rurales y sus familias. Sociedad reducida a unos cuantos vecinos en la misma condición, cotilla e impertinente, de buenas palabras y no siempre bien intencionada. Hay unos puntos irónicos sobre todo en los diálogos, muy divertidos Comienza una relación de amistad con altibajos entre Gilbert y Helen que claramente es algo más por ambas partes, aunque hay algo que impide dar el paso. Él, joven, impulsivo y consentido, como la mayoría de los hombres que se describen, aunque acaba siento bastante sensato y noble e intenta cultivarse. Ella, más madura, profunda e independiente, se gana la vida pintando, hecho este casi inaudito en la época para una mujer de su clase social.

En la segunda parte, lo que leemos es la transcripción del diario de Helen, de su vida antes de llegar a Wildfell Hall, cuando es presentada en sociedad en la primavera de 1821, conoce al que luego será su marido, Arthur Huntingdon, y su vida con él en los siguientes años. Este personaje parece muy atractivo al principio, pero luego se descubrirá que es un cretino de mucho cuidado. Bebedor y excesivo, amante de los placeres de la vida sin ninguna moderación; egoísta y maltratador. En la novela, no hay casi ningún personaje masculino que se salve del todo, aunque alguno es especialmente odioso. Hay un paralelismo con la vida de la autora, ya que su hermano también era dado al exceso en todo, menos en responsabilidad. Tampoco es que todas las mujeres que nos pinta sean una maravilla, no se corta al criticar en muchas de ellas sus chácharas sin sentido o su sumisión, por ejemplo.

En la tercera parte, vuelve Gilbert a contar el resto de la historia de su relación con Helen. De esta no os cuento nada, que no quiero desvelar demasiadas cosas; es mejor que descubráis por vosotros mismos el devenir de la historia y el desenlace.

Yo sé que este tipo de novela no gusta a todo el mundo, puede parecer anticuada, barroca, o dar algo de reparo porque está escrita hace casi dos siglos, pero yo os animo a que la leáis. Es entretenido, engancha y es fácil de leer. Hay que ponerlo en perspectiva, claro, pero es un libro feminista para su época, desafiante y rompedor. Es una historia de amistad y de amor, pero también es un relato exhaustivo de la época, una dura crítica a los convencionalismos, a los matrimonios por conveniencia social o económica, y contiene un trabajo incisivo y profundo de la psicología de los personajes.

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