La vidente

La vidente, de Lars Kepler

La vidente

Lars Kepler (seudónimo que usa una pareja de escritores, marido y mujer) tiene en contra haber llegado ya con la ola de furor por la novela negra escandinava en su declive, por saturación y probable K.O. del público lector. Esta ola tuvo su cresta con la archiconocida y requetecomentada trilogía Millennium que, como suele suceder en estos casos, no era ni de lejos la mejor muestra de ese género y de ese país, pero cayó en gracia y fue lo que fue. Los que vinieron después sólo pueden esperar ser favorablemente comparados con Stieg Larsson. Y Lars Kepler ha sido bendecido, pues, si bien, a mi juicio, La vidente es no sólo claramente superior a aquél, sino que también se coloca por encima de la media de lo que nos ha llegado en materia de novela negra escandinava.

La vidente es una aventura del policía Joona Linna, que también protagoniza, de momento, El hipnotista y El contrato. La trama está ambientada en Suecia, si bien Joona es finlandés (o sueco–finlandés, no lo sé), y tiene que ver con unos cruentos asesinatos que han tenido lugar en el Centro Birgitta para jóvenes rebeldes o de familias desestructuradas.

La vidente arranca con fuerza, y, sustrayéndose de la infame moda de empezar la novela con los delirios en primera persona del psicópata o del asesino en cuestión, entra en harina directamente con los hechos delictivos. Entra en escena el protagonista, Joona Linna. La cosa empieza a complicarse cuando la principal sospechosa, Vicky, una de las internas, huye del centro en rocambolesca peripecia, y se sigue complicando más, más y más a medida que surgen personajes y suceden cosas que pueden –o no– tener relación con el misterio principal. Obviamente, uno de los personajes más decisivos es el de la vidente, una tal Flora Hansen, quien, a través de sus visiones, entrará de lleno en la trama. Y hasta ahí puedo contar.

La vidente tiene una estructura atractiva, con capítulos que son casi ráfagas, de lo cortos que son, y con una acción que nunca decae y cosas que nunca dejan de suceder. Ahora bien, eso no siempre es bueno, porque pasan demasiadas cosas y no siempre La vidente goza de la consistencia que sería deseable. Da la impresión de que Lars Kepler se ha propuesto mantener la atención del lector a cada página y en cada momento, lo cual da lugar a giros de gran tensión pero, a menudo, algo gratuitos, y cuyo efecto resulta contraproducente por no aportar nada a la resolución del misterio principal al cual Joona Linna y, mucho más importante, nosotros, como lectores, queremos responder: ¿quién cometió los asesinatos del Centro Birgitta, y por qué? Es una hipótesis de mi cosecha, y sólo eso, pero me parece posible que La vidente se resienta de haber sido escrita a cuatro manos, y que cada uno de los autores, por muy casados que estén, tuviera una prioridad a la hora de contar la historia. Para mi gusto, a La vidente le sobran unas buenas 150 páginas, y eso siendo generosos con el libro.

Existe, además, una trama paralela, más larga, acerca de Joona y de su vida y algunos secretos que empiezan a desvelarse, y parece que habrá más revelaciones en otras novelas de Kepler. Yo, personalmente, agradezco que hayan medido esa parte con cuentagotas, aunque, para algunos lectores, seguramente sea un aliciente más que un elemento disuasorio.

A pesar de sus defectos, sin embargo, compro decididamente La vidente, y a Joona Linna como nuevo detective nórdico de cabecera. Es pragmático, decidido y tiene el nivel justo de protagonismo en el libro, y ello hace que, a diferencia de muchas de las novelas de misterio suecas y noruegas que se han comercializado aquí, La vidente tenga un excelente ritmo y enganche enseguida, a pesar de los extensos ramales con respecto al tema principal que ya he mencionado antes. A ello ayuda mucho, asimismo, la buena mano de Lars Kepler para crear una atmósfera opresiva y morbosa, a veces de cualidades oníricas, ya sea a través de descripciones de espacios cerrados y estructurados o bien de detalles siniestros que se hacen realidad en nuestra mente en un segundo. Todo ello nos imbuye de una sensación constante de amenaza.

Por último, La vidente es un libro que juega siempre del lado del lector, porque le va proporcionando aún más pistas que al propio Joona, o se las da antes que a él, por si quiere aceptar el reto de desenmascarar al asesino; algo que, sin duda, agradecerán los aficionados al género que gusten de competir sanamente con el sabueso protagonista.

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