Las novelas tontas de ciertas damas novelistas

Las novelas tontas de ciertas damas novelistas, de George Eliot

Las novelas tontas de ciertas damas novelistasCuando uno encuentra un libro cuyo título asombra, hay que tenerlo, es una regla de la lectura. Y cómo yo no podía dejar de adquirir a Las novelas tontas de ciertas damas novelistas, me dejé llevar por la tentación y me zambullí a leerlo (lamentablemente en dos viajes de tren promedio se termina). En principio, George Eliot es el seudónimo de la escritora británica Mary Anne Evans de manera que, en lo que queda de la reseña, me sentiré más cómoda hablando de Mary Anne y no de George.

Semejante título no sale de las entrañas de alguien en una pacífica tarde de peluquería, sino que este es un ensayo que surge en un momento de la historia donde las mujeres buscaban un espacio en la literatura respetable y  semejante al de los varones. Y no es que en este texto la escritora se vuelque a criticar a los hombres, sino que trata de defender un espacio que las mujeres literatas no parecían aprovechar, reduciéndose a un lugar un poco ridículo y por debajo de las circunstancias.

La crítica de Evans está enfocada en  las novelas que las escritoras de ese tiempo publicaban, dando vida a un género bastante ligero. La crítica, entiendo, no apunta directamente al libro en sí sino a la oportunidad desperdiciada. No eran muchas mujeres las que en esa época podían acceder a la escritura, y menos a la exposición de temas y textos a las comunidades. Tal vez, Evans pensaba que cada uno de esos momentos debían ser aprovechados al máximo, generando una confianza y complicidad con el lector y posicionándose como referentes, no como objetos de burla.

Para ejemplificar esas “novelas tontas”, la escritora recurre a algunas obras y ataca especialmente contra algunos prototipos vigentes en la época – e increíblemente también de nuestros tiempos- como que la protagonista siempre es por demás inteligente y suspicaz, dueña de un sentido poco común, donde los caballeros enamorados caen a sus pies y ellas encandilan las veladas con su sabiduría. Así también apunta al lenguaje, recargado en exceso, como si eso significara un certificado de cultura.

Es interesante lo que plantea Evans como George Eliot, el sólo hecho de que tuviese que utilizar una seudónimo para escribir habla de la época en la que vivía, y desde qué óptica veía estos acontecimientos. En algo menos de 100 páginas el lector encontrará una opinión interesante de escuchar y de  entender en la actualidad. Un libro con un título interesante y un contenido aún más especial.

Georgina Marrapodi

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