Laúd y cicatrices

Laúd y cicatrices, de Danilo Kiš

laud y cicatrices

Estos relatos, escritos en torno al tema de la muerte, no son sino una excusa para denunciar la sinrazón de los extremismos.

Danilo Kiš hubiera sido un perfecto premio Nobel.  Cumplía con todos los requisitos: escritor de calidad extraordinaria y perteneciente a una minoría étnica –hijo de judíos, de padre húngaro y madre montenegrina, fue bautizado en 1939 en el rito ortodoxo para protegerlo de las persecuciones antisemitas que ya arreciaban por toda Europa–, conoció la represión nazi y después la estalinista.  A lo largo de su vida destacó como activo crítico de los nacionalismos radicales del centro y este de Europa.  Y lo más importante de todo: era prácticamente desconocido.

Era un candidato ideal y, de no haber muerto en 1989, con tan sólo 54 años, probablemente habría terminado por alcanzar tan preciado galardón, en cuyas quinielas su nombre ya comenzaba a sonar a finales de los ochenta.  Entonces, al conocer el fallo del jurado, todos nos habríamos sorprendido y nos habría preguntado, como casi cada año, ¿quién es Danilo Kiš?

Danilo Kiš era un novelista y poeta serbio (en realidad nació en el antiguo Reino de Yugoslavia) tan admirado por los escritores de su época como ignorado por el público en general.  Tan sólo en Francia, donde residía, y en Serbia, donde tuvo lugar alguna desafortunada polémica sobre su obra, era relativamente conocido.  En su narrativa se mezclan elementos de su vida y de la de su familia con el testimonio de los acontecimientos de los que fue testigo, la ficción con lo documental, las reflexiones de carácter más metafísico con la Historia.  De su pluma nacieron obras que merecen ser reivindicadas por su gran calidad, por su estilo tan personal, por su temática íntimamente ligada nuestra a historia reciente, como Penas precoces, Jardín, cenizas o El reloj de arena.  Y, por supuesto, los relatos de Una tumba para Boris Davidovich, que recogen las voces de los perseguidos por el terror estalinista.

Sin embargo, el libro del que les hablo hoy no es ninguno de esos, sino Laúd y cicatrices, una recopilación de relatos póstumos cuya temática gira en torno a la muerte.  ¿Por qué este título menor en lugar de las otras obras de Kiš?  Quizá porque su lectura me impresionó, o porque es una excelente oportunidad para descubrir al autor.  También porque hay algo paradójico, algo profundamente literario, en la idea de que, tras la muerte de un escritor, entre sus papeles aparezcan una serie de cuentos casi terminados acerca, precisamente, de la muerte.  Como si, en un acto en exceso teatral, el destino quisiera convertir al autor en protagonista de uno de sus propios cuentos.

Los relatos de Laúd y cicatrices giran en torno al momento de la muerte –voluntaria, accidental, deseada, temida– sin morbo ni dramatismo, con una naturalidad pasmosa, fruto de un cierto distanciamiento: la muerte como parte inseparable y necesaria de la vida.  Pero aquí la muerte es, en realidad, una excusa para hablar de otra cosa:  la represión, los totalitarismos, la violencia física y mental del nacionalismo extremo.  Todas estas facetas de la estupidez humana (discúlpenme por la redundancia) aparecen constantemente en Laúd y cicatrices: en algunos relatos son protagonistas absolutos de la narración, ocupando todo el espacio y asfixiando a cuantos no se dobleguen; en otros se intuye su pronta aparición en escena, anunciada por su sombra ominosa que todo lo contamina; en el resto son ya cicatrices de horrores pasados, heridas que nunca cierran del todo.

Este es el acierto de Danilo Kiš, contar los grandes hechos a partir de los pequeños, relatar la tragedia de Europa en el siglo XX a través de escenas cotidianas de vidas normales y corrientes, sugerir lo trascendente narrando sólo lo íntimo.  Para ello se sirve de una prosa precisa y de una sensibilidad extraordinaria que le permiten edificar ciudades completas con una sencilla frase y reconstruir vidas enteras a partir de un breve diálogo.

Laúd y cicatrices es un libro demoledor, pero el lector no es consciente de su dureza hasta el final, hasta que las piezas encajan y las imágenes desoladoras que Kiš apenas sugiere se terminan de formar en la mente del lector.  Los relatos de Laúd y cicatrices no golpean; erosionan como la gota que horada la piedra, dejando una huella mucho más profunda en el alma que las listas de represaliados o el testimonio crudo y directo de la barbarie, documentos ante los que, por desgracia, nos hemos vuelto insensibles tras años de contemplación directa del horror.

Los seis relatos incluidos en este libro revelan la existencia de misteriosas conexiones entre los actos más cotidianos y las tragedias más terribles, hilos imperceptibles, canales de comunicación que pueden permanecer décadas cerrados.  En ocasiones se abren y todo el horror del pasado vuelve a fluir por ellos.  En ocasiones nos empeñamos en olvidar que existen y volvemos a cometer los mismos errores una y otra vez.

Seis relatos –más un breve texto que sirve de epílogo y contrapunto– para no olvidar que la sinrazón del extremismo termina por afectarnos a todos, de un modo u otro.  Un libro, pues, doblemente recomendable: por su sobresaliente calidad literaria y por su capacidad de hacer visibles los hilos que nos atan con nuestro pasado reciente.

Finalmente, Danilo Kiš no obtuvo el Nobel.  Creo que ya no es necesario que siga siendo un desconocido para nosotros.

Javier BR
javierbr@librosyliteratura.es

3 comentarios en «Laúd y cicatrices»

  1. He de decir que me has convencido totalmente para que le ponga pronto remedio al hecho de ignorar quién es este escritor. Me lo apunto como futura lectura pendiente y si lo encuentro, procuraré empezar con este libro, ya que me ha gustado mucho todo lo que cuentas sobre él.
    Besotes y gracias!!!

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  2. No, no es muy conocido este autor. La editorial Acantilado ha publicado unos cuantos libros suyos, así que no debe ser muy difícil de encontrar. Para mí es un escritor muy representativo de la literatura del centro y este de Europa de la segunda mitad del Siglo XX.
    Margarita, pepebadajoz, muchas gracias por vuestros comentarios. Un saludo.

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