Leviatán

Leviatán, de Paul Auster

LeviatánPaul Auster, mi escritor de cabecera. Durante años leí frenéticamente y con ansia varias novelas suyas. Da igual la temática que tratara, todos me gustaban por igual. El escritor norteamericano me fascinó en su momento por su facilidad para crear atmósferas mágicas y personajes reales como la vida misma. Brooklyn Follies y Leviatán fueron los primeros libros que conocí de Auster con las reseñas aparecidas en varios blogs literarios (entre ellos Libros y Literatura), cuando yo todavía era un bloguero novato. El primero de ellos lo leí inmediatamente, haciéndome fan incondicional desde ese mismo momento; sin embargo, todavía no sabría explicar la razón para no haber leído el segundo, cinco años después y tras casi una decena de inolvidables lecturas del escritor de Newark.

Para Paul Auster, cualquier excusa es buena para empezar una historia. En este caso, Leviatán comienza con la muerte de una persona debido a una explosión. Todavía no se sabe la identidad del desaparecido, pero a nuestro protagonista, Peter Aaron, todo le hace indicar que el muerto en la explosión no es otro que Benjamin Sachs, el que fuera su mejor amigo años atrás. Éste es el punto de partida para narrar la historia de amistad entre Peter y Sachs, y por extensión la historia de todos los que les rodearon.

Leviatán abarca quince años de amistad. Sachs era un escritor de éxito con su única novela, y Peter Aaron un aspirante a escritor sin nada que perder. Desde el momento en que se conocen, sus vidas irán siempre paralelas. A partir de ahí, Paul Auster traza en el libro un tablero de ajedrez, moviendo las piezas a su antojo y usando a los personajes para experimentar todo tipo de sentimientos.

El inicio de la novela es algo lento. La excusa de contar la historia de un tipo tan simple como Benjamin Sachs no convence en un principio, pero poco a poco van apareciendo en escena ciertos personajes que dotan a la trama de mayor interés. Los dos personajes principales van compartiendo éxitos, sinsabores e incluso amores, siempre con el azar como juez supremo rigiendo las vidas de todos, como tan bien sabe hacerlo Auster.

No es Leviatán una novela normal, pues no cumple los cánones de “Introducción, desarrollo y desenlace”. En este caso, el desenlace es el inicio, dando a la historia una forma casi circular. Y es dentro de ese círculo donde asistimos a la transformación de los personajes. Los años van pasando, los protagonistas van creciendo, madurando, pero sobre todo transformándose. Y es esa transformación la única forma que tenemos de entender el inicio de la historia, de entender que pasó con Benjamin Sachs para que terminara volando por los aires.

Mucha gente critica la literatura de Auster por ser repetitiva. No seré yo quien diga lo contrario. Muchas de sus historias tienen ciertas similitudes, y cada vez que empiezas uno de sus libros parece que camines por un terreno ya conocido. Pero eso que para unos es un defecto, otros lo encontramos una virtud. Caminar por las calles de Brooklyn o de Manhattan de la mano de sus personajes es todo un lujo que durante décadas nos ha escrito y regalado el autor. Y da igual que nos lo cuente Adam Walker, de Invisible, Nathan Glass, de Brooklyn Follies, Sidney Orr, de La Noche del Oráculo o el mismo Peter Aaron. Toda novela de Paul Auster es una joya de coleccionista, algo que todos los amantes de la literatura deberían leer al menos una vez en la vida. Y Leviatán, como suponía desde el momento en que empecé a leerla, no es una excepción.

@malagonc cesar@librosyliteratura.es

2 comentarios en «Leviatán»

  1. Me pareció muy curioso: en esta novela Paul Auster (Aaron, el protagonista) nos cuenta, a través de personajes de ficción, cómo conoció a su actual esposa, Siri Hustedt, crítica de arte, que en la novela se llama Iris, en la inauguración de una exposición de pintura. Se vieron, se miraron, se produjo el auténtico fflechazo, taxi y a la cama.

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