Madrid: Frontera

Madrid: Frontera, de David Llorente

Madrid FronteraLo ha vuelto a hacer. David Llorente lo ha vuelto a hacer. Pensaba que Te quiero porque me das de comer, su anterior novela, era irrepetible, una novela inclasificable sin parangón. Pero no, David vuelve con fuerza y vuelve a traernos un experimento literario llamado Madrid: Frontera. El autor se ha propuesto sacudir nuestras entrañas hasta que nos caigamos de la silla, sofá o lo que usemos para leer, con una historia cruda y violenta, de esas que dejan huella.

Madrid: Frontera es una novela con cuerpo (algo acartonado) y alma. Y nos habla desde su sinopsis. Cuenta historias de gente desesperada, sin voz, gente que quiere llorar y no puede (o no le dejan). Habla de una ciudad llena de vagabundos y comebasuras, pero también de gente de arriba (de muy arriba) que niega todas esas realidades. Y por eso la novela se enfada (ya os he dicho que este libro tiene alma, y por ello sentimientos) y se erige en defensora de los indefensos, en portadora de luz y verdad, en adalid de la esperanza, esa que nunca debemos perder.

David Llorente propone en su novela una historia dura, desasosegante, violenta, visceral, a caballo entre la realidad y la ficción. Una novela que produce claustrofobia desde la primera página, con la incesante lluvia anegando constantemente Madrid. Y consigue enganchar desde el principio, acompañando a un misterioso Igi W. Manchester que vagabundea por los restos de lo que en otros tiempos era una ciudad decente.

La lectura de un libro de David Llorente es como una buena bofetada, duele y enfada recibirla, pero a veces es necesario para seguir adelante y no salirse del camino. Lejos de seguir los cánones habituales de la novela negra, el escritor experimenta y juega con el lector en todo momento. Su manera de escribir impacta, por eso intentar explicar en unas pocas líneas esta novela no es del todo factible.

Porque la ciudad descrita en Madrid: Frontera es una ciudad atípica, es un Madrid con playa, con puerto deportivo, con rambla… una ciudad asquerosa donde el presidente habla desde un plasma y martillea una y otra vez con mensajes de falsa recuperación a los ciudadanos, unos pobres ciudadanos que viven en sus carnes desahucios diarios, que se pelean por dormir en cartones, que viven impotentes ante la policía, que no son atendidos por carecer de tarjeta sanitaria y ante el panorama que viven viajan al aeropuerto para coger billetes de ida (solo ida) a otros países en busca de una posibilidad que aquí le es negada. Vamos, algo del todo surrealista.

Pero luego te das cuenta de que no es surrealista. Que lo poco que no cuadra es que, como decían The Refrescos en los 80, “aquí no hay playa”. Que vives en una ciudad donde tu presidente también habla desde un plasma, donde los bancos priman sobre las personas, donde la gente sigue emigrando porque la falsa recuperación que nos venden es eso, pura falsedad. Y entonces piensas que Madrid: Frontera disfraza de distopía lo que no es más que un futuro no del todo lejano, y que David Llorente es el puto amo y no hace más que jugar con nosotros. Y te pones guerrero y catalogas esta novela no como una novela negra, sino como una novela de terror (porque terrorífico es lo que cuenta). Y tienes ganas de salir a la calle y gritar, liarte a golpes con el sistema, con la pérdida de identidad (definida como la madre de todas las desgracias por el autor) individual y colectiva, y con un ser humano que es la única solución, pero a la vez el único problema.

Por eso, tras leerte Madrid: Frontera en dos sentadas, terminas acongojado por el futuro que nos espera. Y piensas que lo mejor es darte un último paseo por Madrid y tirarte por el viaducto de Segovia (¡Ahí os quedáis, pringados!). Pero no, yo me quedo aquí, a ver qué pasa. David nos vende esperanza a su manera, a través de la desesperación de otros. Por eso quiero que lo leáis. Si no lo habéis hecho, ya estáis tardando. No me seáis…

César Malagón @malagonc

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