Tormenta de corazones en llamas en la noche salvaje de tu amor indómito, chati, de Silvia Barbeito
Hagamos la prueba. Lee el título de la última novela de Silvia Barbeito: Tormenta de corazones en llamas en la noche salvaje de tu amor indómito, chati. Ahora trata de decirlo del tirón sin mirar. ¿Lo has conseguido? Yo lo he intentado varias veces y no hay forma.
¿Qué historia se esconde tras este título tan extenso, pasional y sobreadjetivado? Pues la típica historia de chica conoce a chico, y se odian mucho mucho porque, entre otras cosas, se desean mucho mucho.
Ahí no acaban los tópicos. Ella se llama Paula y, por supuesto, es joven, rubia y con curvas.… Leer la reseña completa del libro "Tormenta de corazones en llamas en la noche salvaje de tu amor indómito, chati, de Silvia Barbeito" “Tormenta de corazones en llamas en la noche salvaje de tu amor indómito, chati, de Silvia Barbeito”
Hace muy poco tiempo, leí un libro de cuentos que publicó Anagrama llamado 
Imagina que 
Estamos acostumbrados a leer 
Mi vida siempre ha sido una escala de grises. No recuerdo ninguna época en la que la tristeza o la felicidad fueran plenas. Siempre ha habido luz en la oscuridad o un punto negro en la cartulina blanca. Y supongo que eso es lo bueno, porque cuando eres completamente feliz siempre estás esperando a que llegue algo que lo arruine, y cuando estás en lo más profundo del hoyo, pensar que no volverás a ver nunca la luz, por pequeña que sea, es algo muy doloroso.
Un trampantojo es un engaño. Literalmente, una trampa para el ojo. Algo que parece ser una cosa pero que en realidad es otra muy distinta. Algo así me ha pasado con 
No sé cuántos años llevo en Internet. Creo recordar que me hicieron mi primer correo electrónico con siete u ocho años. Después vino el Messenger y al poco tiempo las redes sociales llegaron a mi vida en forma de Tuenti y Facebook. No crecí con un móvil en la mano, pero me levantaba media hora antes cada mañana para actualizar mi página de Fotolog y cuando llegaba de clase lo primero que hacía era mirar a ver en cuántas fotos me habían etiquetado y cuántos comentarios tenía.
Hace ya casi un siglo, los agoreros de turno decían que con la llegada del cine sonoro se iban a echar a perder algunas de las cualidades estéticas del cine mudo. En efecto, era lógico pensar que aquella expresividad vodevilesca de ceños y muecas llevados al límite sería sustituida por la palabra, y que, del mismo modo, ese carácter teatral de la puesta en escena, con una cámara única situada en la cuarta pared pasaría a mejor vida.
He leído poco de Elia Barceló, pero he tenido la suerte de que me ha gustado siempre ese poco que ha caído en mis manos. Casualmente, todo ello ha estado marcado por el género fantástico. Y me alegro. Me alegro porque es una autora capaz de desarrollar una historia de ese palo, de crear la atmósfera envolvente necesaria y el ambiente ideal para dejarte no solo satisfecho, sino convencido de que lo que acabas de leer puede, podría o podrá suceder, sin necesidad de crear seres lovecraftianos ni criaturas poco creíbles, sino cogiendo como base la realidad conocida.
Hace muy poquitos días organicé un coloquio teatral en una librería del centro de Madrid. Entre las diversas lecturas dramatizadas, brilló con especial intensidad la que dedicamos a