Miss zapatos de lujo, de Ana Cantarero

Miss zapatos de lujo¿Recordáis el famoso tema Sk8er Boi de la cantante canadiense Avril Lavigne? Era ese en el que una chica dulce, inocente y aficionada al ballet se enamoraba de un chico malo, un rockero que solo tenía por compañía su guitarra y su skate. La canción contaba una historia un tanto machacada ya por aquel entonces: ambos saben que pertenecen a mundos distintos, son conscientes de que lo suyo es imposible, pero al final —en la canción, varios años después—, se dan cuenta de que lo suyo es amor verdadero y que el destino de ambos es estar juntos. Vamos, una especie de Dirty DancingEl diario de Noa o incluso Romeo y Julieta pero con pelos de punta, mechas, rock y tutús de ballet.

No sé si esta pequeña introducción es  la mejor manera de empezar una reseña, pero, sinceramente, mientras leía Miss zapatos de lujo era la canción que resonaba en mi cabeza incesablemente. De vez en cuando se mezclaba con las canciones que tararea a menudo Nick Mendoza, uno de nuestros protagonistas, como por ejemplo About a girl, de Nirvana. Nick es un poco como Kurt Cobain pero dejando de lado el mundo de las drogas. Igual que el de Seattle, es un famoso rockero atormentado que tiene que batallar con los desencuentros de dedicarse a ese mundo. Bebe más de lo que debería, se acuesta con demasiadas gruopis y hace ya meses que no es capaz de componer ni una sola canción decente. Pero entonces se tropieza literalmente con Marta, una redactora de una revista de moda y cuya escala de admiración empieza en Channel y termina en Louis Vuitton. Ella no tiene ni idea de quién es Kurt Cobain y mucho menos de quién es Nick Mendoza. Solo sabe que es un tipo lleno de tatuajes, que le infunde más miedo que admiración y que sus ojos demuestran un deseo y una pasión que no ha visto nunca en otra mirada. Ni si quiera en la de su novio, con el que está pasando una mala época. Pero esa es otra historia.

Por azares de la vida, que tendréis que descubrir en este libro de Ana Cantarero, Marta acaba siendo la asistente del grupo de Nick Mendoza. Creo que no lo he mencionado, pero el grupo se llama Demonic Souls, lo que a Marta no le inspira ninguna confianza. Tendrá que lidiar con el mundo de la noche y con las idas y venidas de un grupo de rockeros, que más bien parecen adolescentes extra hormonados y que nada más que saben hablar de una cosa: de las tías con las que se acuestan. Y también tendrá que enfrentarse a Nick, que la mira de una manera que hace que tiemble de pies a cabeza y que se olvide de su novio y de sus modales de niña bien. Y es que a ver quién se resiste a esos ojos azules de pupilas dilatadas y a esos músculos bañados por decenas de tatuajes que son la huella del pasado atormentado del cantante.

Con estos ingredientes —chico malo, chica buena, novio petulante y celoso, pasados oscuros y bolsos y stilettos de Channel—, ya tenemos la que promete ser una historia amena y entretenida, que hará que se nos pasen las horas sin darnos ni cuenta. Para mi gusto, hay partes en el libro que se hacen un poco lentas. Pero Ana Cantarero no da puntada sin hilo y nos cuenta toda la historia de principio a fin, sin dejarse ni un solo detalle. A pesar de este pormenor, yo he disfrutado con el libro, que me ha hecho viajar por los baretos más cutres de Madrid y por los polideportivos más grandes de toda España. Y es que, ¿quién no se ha imaginado siendo una estrella del rock y dando conciertos ante miles de personas? Sé de sobra que si esto fuera real, yo me quedaría rezagada entre bambalinas al ver a tanta gente aclamando mi nombre, pero como estamos hablando de mi imaginación, yo sería una chica extrovertida y que no sabe lo que significa la timidez. En mi vida real, lo cierto es que me conformo con pegar saltos en la primera fila de algún concierto en el que haya muchas guitarras y muchas púas volando por los aires.

Y, como hasta la mejor canción tiene su fin, voy a ir terminando esta recomendación, porque si no veo que os acabo contando con todo lujo de detalles cómo Nick es capaz de hacer que Marta se olvide de su novio por unas horas y de cómo esta se convirtió en su musa, capaz de hacer que todos los demonios que lleva dentro se convirtieran en la melodía más perfecta jamás compuesta.

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