No digas noche

No digas noche, de Amos Oz

Amos Oz - No digas noche

Una pareja cuenta, cada uno desde su punto de vista, una historia cercana y sincera sobre la convivencia.

Teo y Noa forman una pareja interesante.  Él, a sus más de sesenta años, es un personaje bien conocido en Tel Keidar, la pequeña ciudad donde viven, construida hace pocos años en medio del desierto del Neguev.  Combatió a los ingleses durante el Protectorado y participó en las guerras entre árabes e israelíes, ocupó diversos cargos en la administración de Israel y no le faltan contactos e influencias.  Ahora, retirado, pasa buena parte de su tiempo contemplando el desierto.

Noa, 15 años más joven que él, es profesora de literatura en el instituto local y una destacada activista de cualquier causa que despierte su sensibilidad, en parte por su carácter apasionado, en parte por escapar de la sombra de Teo y demostrar que es alguien por sí misma.

Sereno, organizado, pragmático, protector, Teo no puede ser más distinto de Noa, vehemente, impulsiva e independiente.  Ambos se mueven continuamente por la delgada línea que separa el equilibrio del choque frontal. Se quieren, es cierto, y se complementan perfectamente: cada uno tiene justo lo que le falta al otro.  Pero, quizá por haber iniciado su relación a una cierta edad tras años de soledad –viajando por Latinoamérica él, ella cuidando de su padre enfermo– necesitan continuamente definir su propio espacio.

Cuando un alumno de Noa muere, en apariencia a causa de su adicción a las drogas, es inevitable que ella se implique emocionalmente en el asunto y termine liderando un comité para la construcción de un centro de rehabilitación de jóvenes toxicómanos en memoria del chico fallecido.

Amos Oz, con un estilo directo y sincero, muestra su gran capacidad para crear personajes muy humanos, invitando al lector a participar de la intimidad de una pareja madura que, a pesar de la edad y del camino ya recorrido, aún están buscando su lugar frente al otro.

La peculiaridad de esta historia es que, aparte de algunos capítulos dedicados a describir Tel Keidar y sus habitantes, está contada en primera persona alternativamente por sus dos protagonistas.  A lo largo de los días que ocupa la narración, el lector tendrá dos versiones de una misma velada o de un recuerdo común.  Incluso en los lances más cotidianos, es interesante observar cuán distintas son las visiones de Noa y Teo; cómo lo que para uno carece de importancia, es trascendental para el otro.  Oz maneja hábilmente estos puntos de tangencia, caracterizando a los personajes al remarcar qué capta la atención de cada uno de ellos.

En un principio el texto se centrará en la convivencia de la pareja, en sus encuentros y desencuentros, en la tensión que sus diferencias de carácter proyectan sobre su vida común.  Lentamente el foco se va desplazando hacia el proyecto del centro de rehabilitación y las distintas actitudes con que ambos lo afrontan (o dejan de hacerlo).  Por el camino el lector irá conociendo la historia de Teo y de Noa, y la de otros habitantes de la pequeña ciudad donde viven.  De este modo, además de mostrar al lector cómo se ven el uno al otro en el momento de la narración, Oz le permite conocer la versión de cada uno de ellos de los días en que se conocieron en Latinoamérica, ocho años atrás, tan importante para entender su relación actual.

El proyecto del centro de rehabilitación va a comprometer el precario equilibrio que ambos han logrado alcanzar.  Ella lo afronta como algo personal, una ocasión de ajustar cuentas con errores pasados y de afirmar su independencia y su capacidad.  Por su forma de ser,su enfoque sobre el proyecto es completamente emocional; no le basta con llevarlo a cabo, tiene que hacerse a su manera, sin concesiones ni soluciones de compromiso, y sin ayuda.  Y, sobre todo, tiene que hacerse sin ayuda de Teo, que en el resto de facetas de su vida ejerce de padre omnipresente, siempre comprensivo y condescendiente con los fallos y debilidades de ella.

El problema es que precisamente es Teo la persona perfecta para encargarse del proyecto y conseguir que salga adelante, a pesar de la oposición de los vecinos y de la Administración, por su experiencia como planificador y por sus contactos.  Y además, todo el mundo lo sabe.  Teo es consciente del efecto que su entrada en el comité tendría para Noa, por eso se limita a observar y a esperar.  Pero su actitud también saca de quicio a Noa, que lo imagina esperando paciente a que ella fracase para acudir a salvarla de nuevo.

Esta historia es el pilar central alrededor del cual Oz levanta un entramado relaciones personales, un pequeño universo de vidas apenas esbozadas (el amigo de Noa, interpretando continuamente un papel de seductor que él mismo no termina de creer; la alcaldesa, pragmática y endurecida, ya de vuelta de todo; el zapatero, que perdió a su mujer y a su hijo en un atentado; la chica que limpia la oficina de Teo y su familia, emigrantes del este de Europa recién llegados a Israel), perdido en medio de un desierto siempre presente, hermoso y amenazador como la promesa de una nueva vida.

Amos Oz nos ofrece una novela sencilla y humana, cercana, llena de sentimientos y de pequeñas historias.  Una reflexión sobre la convivencia, ya sea en pareja o en comunidad.  Una reflexión a la que, en otro contexto, no es en absoluto ajena la obra de este autor.  Cofundador del movimiento pacifista israelí, Oz es un convencido defensor de la convivencia entre palestinos e israelíes.  A diferencia de los pacifistas europeos, Oz no cree que el conflicto se deba a la falta de entendimiento mutuo; la paz no llegará a través de la confraternización y la buena voluntad.  Dos pueblos pretenden un mismo territorio, y no sólo para vivir en él, sino para considerarlo su nación, su patria.  Para Oz, la única posibilidad de convivencia pacífica pasa por el reconocimiento del derecho del otro y la renuncia a parte de las pretensiones propias.

Algo muy parecido a lo que Noa y Teo deben hacer para poder vivir en pareja.  A quién quiera profundizar en los planteamientos de Amos Oz acerca del conflicto de Oriente Medio le recomiendo la lectura de su libro Contra el fanatismo.  Quien, por el contrario, prefiera quedarse con una historia de sentimientos, honesta y cercana, protagonizada por personajes casi de carne y hueso, encontrará en No digas noche un libro a su medida.

Javier BR

7 comentarios en «No digas noche»

  1. Me ha llamo la atención la manera en que está escrito el libro: eso de que los dos personajes van alternando su experiencia de lo vivido. ¡Cuantas veces el recuerdo de un instante es tan diferente para todos los involucrados! para no ir más lejos, los hijos de los mismos padres tenemos diferentes recuerdos de la infancia -a veces del mismo incidente-. Si es un libro que lleva a la reflexión de las relaciones humanas ¡que mejor! no lo conocía y me lo has descubierto…
    Me encantó tu reseña. Queda anotado en mi plan infinito. ¡Gracias!

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  2. Como siempre me ha encantado tu reseña Javier. Tomo buena nota de este Libro para mí, y después de lo que me has contado, para el Club de Lectura.

    un abrazo

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  3. El hecho de que cada uno de los protagonistas narre la historia en primera persona alternativamente llama mucho la atención cuando empiezas a leer el libro. Además sirve para conocer muy bien a los personajes, especialmente cuáles son sus diferencias. Amos Oz utiliza este recurso de un modo bastante inteligente en esta novela.
    Gracias por tu comentario, Ale, si te decidea a leer a Oz descubrirás que es un autor muy cercano.

    Es un libro que puede dar mucho juego en un club de lectura, Susana. Muchas gracias por tu comentario, ya me contarás si finalmente lo leéis.

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  4. Interesante, además, el paralelismo que parece que existe entre la relación de pareja de los protagonistas y la de los países en conflicto en la zona. Como siempre, gracias a tu reseña apetece leer el libro. Enhorabuena.

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  5. Muchas gracias por el comentario, Andrés. En realidad, más que un paralelismo con el conflicto de Oriente Medio, lo que hay en el libro es una aplicación a la convivencia en pareja de los mismos principios que Amos Oz predica para la convivencia entre palestinos e israelíes.

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  6. A mí también me gustó “Una pantera en el sótano”. Es más personal; a fin de cuentas está contando, más o menos adornada, su propia infancia, pero el estilo es similar. Si te gustó uno seguramente te gustará el otro. Gracias por tu comentario, Pilu.

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