Pájaro sin vuelo

Pájaro sin vuelo, de Luis Mateo Díez

Pájaro sin vuelo

Una magnífica novela, lúcida, conmovedora y divertida, sobre perdedores que no son capaces de levantar el vuelo.

Juguemos: yo les digo una palabra y me responden lo primero que se les ocurra.  Por ejemplo, “pájaro”.  ¿Cuántos han contestado “vuelo” o “volar”?  La asociación entre el pájaro y su capacidad para surcar los cielos es tan poderosa que estas pequeñas aves se han convertido en un símbolo de libertad e independencia.  A fin de cuentas, poder volar, desde siempre, ha sido el gran anhelo irrealizado del hombre.

Pero si la característica que define al pájaro es su capacidad de volar hasta el punto de que el animal y el acto se confunden, entonces, ¿qué es un pájaro sin vuelo?

“Hay pájaros que llevan el perdigón en el alma y los hay que no son capaces de levantar el vuelo, que no pueden volar y deben conformarse con arrastrar las alas con la resignación de quien no asume otras responsabilidades.”

Un pájaro sin vuelo es un ser incompleto, contradictorio, patético, que no pudiendo hacer aquello para lo que ha nacido ha de conformarse con actividades vicarias e indignas.  Si el pájaro en vuelo es símbolo de libertad, aquél que no puede despegar del suelo es metáfora de fracaso.

Ismael Cieza es un pájaro sin vuelo.  Es un individuo frágil y apocado, incapaz para la acción y aquejado de falta de ambición tanto como de exceso de reflexión.  Su historia es la crónica de una ruina, de un derrumbe lento e inexorable, iniciado desde su infancia de niño perdido en una ciudad extraña y culminado cuando Novelda, su mujer, tan opuesta a Ismael, tan con los pies en la tierra, demostró que ella sí era capaz de desplegar las alas y dejarle plantado en el nido conyugal.

“La mañana en que Ismael Cieza comprobó que no era capaz de hacerse la corbata, fue cuando tomó conciencia de que su vida llegaba al límite que alcanzan los fugitivos que deciden entregarse, porque ya no les quedan fuerzas para seguir huyendo.”

Y precisamente esa mañana en la que parecen haberle abandonado definitivamente las fuerzas es la mañana de un día crucial en la existencia de Ismael: hoy tendrá que enfrentarse a su pasado, a su presente y quizá también a su futuro.  A lo largo de una jornada que puede resumir una vida entera, este Leopold Bloom español y provinciano deambulará por Doza ―una típica ciudad del noroeste español, tan típica que cuesta creer que toda la comarca de Celama sea una geografía imaginaria, inventada por Luis Mateo Díaz― acompañado por unos personajes tan perdidos como él, tratando de cumplir con sus múltiples compromisos, tan ineludibles como indeseados.

Porque Ismael es un flojo, un individuo incapacitado para la acción, pero sin embargo, o precisamente por ello, todos le encomiendan misiones imposibles a cuyo cumplimiento es incapaz de negarse.

“(…) como si Ismael entregase a los demás, más intensamente a los más cercanos, la mayor parte de su voluntad para que pudieran apropiársela y, al despojarle de ella con su promoción y beneplácito, sentirse descargdoa, más cómodo y feliz en los embates de un tiempo que también en el desorden alimentaba la irresponsabilidad o, al menos, el alivio de que no tuviese que ordenar lo que la edad requiere, el mar en la quietud de una navegación en la que, ante el aviso de una tormenta, uno busca ensoñaciones más disipadas de la bonanza.”

La sórdida historia de este perdedor, un ser tristón y pusilánime, en las manos de Luis Mateo Díez alza el vuelo para convertirse en una magnífica novela, lúcida, conmovedora y divertida.  Con mucha inteligencia y más humor el autor plantea un ingenioso juego de opuestos: del mismo modo que un pájaro sin vuelo es justo lo contrario de lo que aparenta ser, en la novela nada es lo que parece.

En este territorio en el que el humor nace del drama y lo grotesco alumbra lo sublime, los perdedores resultan ser héroes; héroes que se apartan del arquetipo habitual del triunfador o del valiente, pero cuya lucha, enfrentándose a lo cotidiano con tenacidad y entereza, sin alardes, es más digna que la de aquéllos a los que admiramos y ensalzamos habitualmente.  Son héroes no porque sean más fuertes, sino porque son conscientes de su debilidad.

Continuamente, sin que apenas el lector se dé cuenta, el autor invierte los términos y trastoca los puntos de referencia; por ejemplo, el estreñimiento del protagonista tiene un papel principal entre sus preocupaciones y recibe un tratamiento casi metafísico por parte del autor, mientras que el resto de sus problemas, que no son pocos ni banales, terminan siendo una simple consecuencia, un efecto colateral del incorrecto funcionamiento de su tracto intestinal.

La gran ironía de esta novela hace que su lectura sea realmente divertida (no se trata de un humor de carcajada; es un humor sutil, tan fino y a la vez tan amargo, que se sitúa en la frontera en la que el cómico se confunde con el pensador), pero también sirve para poner de relieve facetas de la condición humana (la importancia de nuestra parte material, lo poco dueños que somos de nuestro destino) que habitualmente nos pasan inadvertidas.

Sumémosle a todo lo anterior los brillantes diálogos de Ismael con su ex mujer y con su hija, con su jefe y con el hijo de éste, con sus amigos o incluso un extraño chico que le envía cartas; añadamos las estrafalarias relaciones de unos personajes con otros, especialmente las de paternidad, inagotable fuente de quebraderos de cabeza para todos los personajes de la novela; rematemos el conjunto con la prosa de Luis Mateo Díez, rica y precisa, capaz de edificar por sí misma, sin apenas descripciones, una ambientación tan vívida como los recuerdos propios, y obtendremos, seamos la clase de pájaro que seamos, un libro capaz de conseguir que, al menos por un rato, nuestras almas se libren de sus perdigones y levanten el vuelo.

Javier BR
@javierbrr

 

4 comentarios en «Pájaro sin vuelo»

  1. Me suelen gustar las historias de perdedores. Y aún no he probado con este autor y tal y como hablas de esta obra, creo que me estoy perdiendo una muy buena, así que habrá que hacerle hueco, que tus recomendaciones siempre son muy buenas.
    Besotes!!!

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  2. Este es el primer libro de Luis Mateo Díez que leo y te aseguro que me ha impresionado. Desde luego, tengo intención de repetir.

    Gracias por tu comentario.

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