Plegarias atendidas

Plegarias atendidas, de Truman Capote

Plegarias atendidas

Lo malo de leer un autor que a uno le gusta mucho es encontrar el punto de la decepción. Primo del famoso “punto de inflexión”, la decepción siempre está disponible en la esquina y puede encontrarnos con cualquier opción literaria. Truman Capote fue un escritor excepcional y sus títulos riegan los estantes de todas las librerías, como bálsamo a las malas novelas que circulan a veces por ahí. El tema es, ¿todo lo que escribe un autor es igual de bueno?

Lo que me atrajo de Plegarias atendidas es el escándalo que armó alrededor de él antes de su publicación. Luego del enorme y muy merecido éxito de Capote con A sangre fría, la idea era poder repetir el éxito editorial con este nuevo volumen. De todas maneras, las idas y vueltas del escritor, sumadas a su vida personal en decadencia, hicieron que este libro se dilatara y que algunos de sus capítulos tuviesen un destino incierto.

En las primeras hojas de esta edición, el entonces editor de Capote explica en primera persona los inconvenientes que existieron para publicar Plegarias atendidas y cómo se convirtió en un título anunciado por demás, luego del éxito frenético sus antiguos títulos. El libro recorre, en algunos capítulos dispersos, la historia de P.B. Jones, un joven perdido prácticamente desde el nacimiento y con varios vicios poco saludables que intenta convertirse en un reconocido escritor.

Jones, carente de bondad y ternura (tal vez por la difícil situación que vivió de niño y que se encarga de describir brevemente), dedica a su vida a corromperla sin mayores pruritos. Entre semana y semana, vende sus horas como amante y se dedica también a brindar “contención sexual” a destacados personajes del ámbito cultural y literario a cambio de favores laborales, estabilidad económica o contactos. De él, nada es desinteresado, nada lo conmueve o lo moldea. Es sólo un robot detrás del dinero y la satisfacción personal.

En algún punto, la historia de P.B. Jones es el de un héroe en cubierto que, a través de su accionar devela los excesos y la falta de valores dentro de una supuesta comunidad cultural en EEUU a mediados del siglo XX. Sin embargo, este no deja de ser un lugar común para algunos lectores que ya conocemos ficciones que se han escrito sobre este tema y, así, el lugar del protagonista principal puede parecer por momentos común.

Es difícil para mí explicar si este libro tiene más valor por su contexto que por el contenido. Intuyo que el sólo hecho de preguntármelo así lo indica, pero sin dudas creo que lo que aporta este libro es un poco más de folcklore a la controversial vida de Capote, más allá del aporte literario o de contenido en sí mismo. Claro que las herramientas que utiliza el autor, en cuanto a recursos de estilo con su desenfado lo hace una pieza desde ya interesante.

Entiendo que Plegarias atendidas es un libro para quienes quieran explorar el “todo” de Capote, yendo más allá de los libros conocidos y explorando un poco sobre su psicología, contexto y momento histórico. Retomo la pregunta y pienso: es complejo calificar algo de “bueno” o “malo” en virtud del orgullo o la decepción, por lo que los libros sólo nos suman a la perspectiva pero no a la idea total de un autor.

Georgina Marrapodi

1 comentario en «Plegarias atendidas»

  1. Lo leí hace unos días esperando la misma o más virtuosidad que caracteriza la escritura de este hombre y la sorpresa que me he llevado es mayúscula. ¿Será que la desilusión fue llegar con tantas expectativas al libro?

    ¡Que monstruos perfectos tan imperfectos! Parecen extractos de revistas de prensa “rosa”, esa que llaman periodismo del espectáculo.
    Lo que pude leer y concluir posteriormente, es que es un texto desordenado en sus tres capítulos (haciendo falta los otros capítulos escritos o perdidos a los que hace referencia el editor al principio del libro) y que refleja más allá de ese específico grupo social norteamericano de clase alta, la decadencia de los últimos años de Truman Capote.
    Aún así, P.B. Jones logró cautivarme a ratos con sus episodios arribistas y esnobistas. Tiene un buen sentido del humor, cínico y directo.

    ¡Los felicito por tan buen espacio!

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