Sarna con gusto, de César Pérez Gellida

sarna con gusto

El año pasado tuve la enorme suerte de descubrir, con tardanza, es verdad, a un autor al que ya no voy a poder dejar de seguir y admirar, al menos en el terreno de la novela negra.

Su trilogía Versos, canciones y trocitos de carne, (tres tochazos, por cierto, como tres bibliacas) los fui ventilando uno tras otro sin descanso. Memento mori, el primero, la sorpresa, bautismo y comunión. Dies irae, la confirmación y Consummatum est, la comunión y matrimonio del lector (en particular de este que escribe) con el autor.

Esa fue la progresión sacramental, o vía crucis, de la religión que Gellida instauró con los amantes del género. Desde entonces miles de fieles son (somos)  los que esperaban una segunda venida…

Y no sé qué motivo, al enterarme por twitter hace meses de la salida de Sarna con gusto, me llevó a pensar que iba a ser un libro distinto. Más finito y que contaría algún caso de Ramiro Sancho anterior a aquel por el que se dio a conocer. Una lectura independiente. Ojo, que me hubiera dado igual que así hubiera sido, que reencontrarte con Ramiro Sancho y sus refranes cínicos y agridulces ya es suficiente motivo de alegría, pero habría sido como hacer un kit kat en un momento en el que lo que apetecía era más caña,  más madera.

Afortunadamente no fue así. Este libro, no es finito, es otro tocho, –a Odín gracias–, y sigue unos meses después de acabar la trama de Consummatum est. (Tranquilos, no destrozaré ningún final). ¿Es necesario haber leído la trilogía precedente? Pues sí. Totalmente. (Si incluso habiéndola leído aparece un nombre al final, Ludka, que me costó identificar y tuve que acudir a Google…) Así que sí, hace falta.

En este nuevo libro (inicio de otra trilogía, aunque bien podríamos decir que es el cuarto tomo de una hexalogía, a lo Mankell con su Wallander) asistimos a los intentos de Sancho y de su equipo policial, de liberar a una adolescente, hija de un político vallisoletano, de unos secuestradores violentos.  Para más inri, el suceso ocurre justo el día en el que el pelirrojo se reincorpora al trabajo tras seis meses de suspensión de empleo y sueldo. Sin apenas pistas, testigos ni nada que pueda llevarles a la resolución, deberán afrontar un caso que se complica por momentos.

Gellida nos pone en la piel de todos los implicados (Sancho y su equipo, la familia de la niña y los secuestradores) y de sus psicologías con su maestría habitual. Y como ya demostró, se empapa de la idiosincrasia de cada una de las partes, los perfila y nos los hace tan palpables que realmente parece que estemos asistiendo a una crónica pormenorizada de sucesos en directo en la que sólo el lector conoce (casi) todos los hechos.

Por si fuera poco, una segunda trama, la de los Hombres Puros y los arcángeles, avanza en paralelo y será el eje sobre el que gire esta segunda trilogía, la cual tiene en este primer libro una brutal presentación.

Sarna con gusto está bien armada y firmemente construida. Todo encaja, nada hay que chirríe, es jodidamente adictivo y se aprecia de lejos el enorme cuidado, la gran cantidad de tiempo, el mimo y el trabajo que el autor ha realizado a la hora de documentarse y de trasladar al papel. (No en vano recibió la Medalla de Honor de la Sociedad Española de Criminología y Ciencias Forenses 2014 por su gran labor de documentación).

La metodología de un secuestro está plasmada aquí con un nivel de detalle que da miedo. Mucho miedo.

También cabe decir que Gellida será un apasionado de rugby, pero desde luego no le hace ascos al boxeo dada la cantidad de directos y crochets que dirige a su particular saco de entrenamiento, Sancho. El pobre no sale de una y se mete (le meten) en tres más…

¿Qué más puedo decir? Esperaba con ansias este libro y ha superado mis expectativas e ilusiones, que es algo que no suele pasar con el fenómeno hype. Me ha dado lo que esperaba e incluso más. Porque no es solo la tensión que flota durante la mayor parte de su lectura. También hay momentos de puro terror en los que, como Margarita, uno necesita respirar azul clarito.

Y el final… me ha encantado. Sí, porque es muy de Sancho, muy de Gellida, muy de Ledesma, y porque es muy realista.

¿Y qué más, qué más…? Ah, sí, pues todo el libro posee el reconocible estilo de Gellida, como si nunca se hubiera ido, como si siempre hubiera estado con nosotros. La estructura de capítulos en los que alterna personajes, los refranes y también la música, esta vez la que suena en la cabeza de Sancho…

Pues eso. Pura delicia. Con Sarna con gusto disfrutaréis igual o más que con su Sagrada Trilogía anterior. Palabrita.

 

4 comentarios en «Sarna con gusto, de César Pérez Gellida»

  1. Hola Diego:

    Excelente reseña. Ayer mismo yo también publiqué una sobre esta última novela de Gellida. A diferencia de ti yo no había leuninguna de las anteriores y no me ha parecido absolutamente necesario haberlo hecho. Creó que se sigue perfectamente las dos tramas sin necesidad de lecturas previas, lo que no quita para que la primera trilogía vayta a devorarla en breve.
    A mi todo me ha gustado, pero por destacar algo he destacado junto a un estilo inconfundible la música que aparece en el relato.
    Un fuerte abraxo

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  2. Hola, Juan:
    Gracias por tu comentario. Es cierto que leído suelto vas a seguir el desarrollo del caso y no te vas a perder, pero leyendo la trilogía anterior sabrás mejor qué ha llevado a Ramiro a su actual situación; conocerás los caracteres de este, de Erika, de su padre (y en SCG te comes un espoiler sobre lo que pasa con el padre de Erika si no has leído lo anterior), de la chica italiana de la que tanto habla Ramiro… Son muchas cosas y no me contradigo si afirmo que puedes leer este libro independientemente, sí, pero te pierdes muchos matices y mucha historia pasada que complementa enormemente este libro.
    Recibe otro abrazo.

    Natalia:
    ¡No lo sueltes!
    Besos!

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  3. Yo he tenido menos suerte que tú, porque me recomendaron ‘Memento Mori’ hace poco más de un mes y lo devoré en una semana. En cuanto pueda acabar con la primera trilogía correré a la librería a por éste. Como bien dice Juan Carlos, uno de los puntos que más me gusta de Gellida es la forma en la que mezcla narración y música.

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