Trainspotting, de Irvine Welsh

TrainspottingTodos tenemos un amigo pesado que nos ha dicho como unas veinte veces que tenemos que ver Trainspotting. Si no lo tienes, quizá seas tú el susodicho. En mi caso, tenía una amiga que, en absolutamente todas las conversaciones, acababa recomendándote algún libro/película. Y en el cincuenta por ciento de esas veces, la recomendación era básicamente la película de la que vengo hablando. Así que un día, con el simple fin de que me dejara un poco tranquila, la vi. No voy a entrar en el debate de si es o no una obra maestra, ya que de cine entiendo lo mismo que de tiburones blancos, es decir, nada. Pero sí que puedo decir que ha sido una de las películas con las que peor lo he pasado de todas las que he visto. Durante todo el largometraje sentí una angustia que hizo que me planteara apagar el televisor y no seguir con aquella tortura. Pero a la vez, tenía la necesidad de seguir viéndola, de no apartar los ojos de la pantalla y de saber qué iba a pasar con Mark Renton. Me removió por dentro emociones que no sabía que ni existían y lo pasé realmente mal al ver el sufrimiento de sus personajes. Incluso llegué a pensar que la vida real de Ewan McGregor era como la de Mark Renton, por lo bien que interpretó su papel.

Para el que no lo sepa, Trainspotting es una historia de drogas. Irvine Welsh nos retrata con crudeza el día a día de un grupo de colegas escoceses que se dedican a más que tontear con las drogas. Aunque el protagonista es Mark Renton, en la obra interactúan decenas de personajes que irán dando juego al desarrollo de la historia. En este libro, nos encontramos a un grupo de yonkis que están metidos hasta el cuello en el mundo de la heroína. Todas las vidas de estos chicos giran alrededor del caballo. Se despiertan y no pueden pensar más que en prepararse la primera jeringuilla del día. Y en el momento en que no la tienen a mano, los sudores fríos y los temblores hacen acto de presencia.

Welsh nos demuestra que hay libros que no están hechos para todos. Todo el mundo puede leer a Dan Brown, o tal vez a Stieg Larsson. Pero no todos pueden leer a Welsh. Es así de simple. Welsh es irónico, rudo, directo, poco político, cortante, sarcástico y —no sé si esto os dará una pista sobre su manera de escribir—, escocés. Reconozco que a mucha gente no le gustará su manera de relatar y yo partía de esa premisa cuando empecé con esta obra. Pero yo, que soy muy dada a apreciar el valor de los escritores de expresarse libremente y sin miedo a reprimendas, me adentré en el mundo de los Skagboys con curiosidad y un poco de prudencia, recordándome que si no era capaz de continuar con la lectura, no me iba a quedar más remedio que dejarla y ponerme a leer algo más agradable. Pero por suerte para mí —y para ti, que has venido hasta aquí para encontrar una pequeña reseña de esta obra—, saqué fuerzas de flaqueza y la terminé. No sin esfuerzo, sinceramente. Es un libro que requiere tiempo y paciencia. También mucha energía y fuerza de voluntad. Porque es una historia muy difícil, muy ardua, muy desgarradora.

La verdad es que no sé si con esto te estoy animando a leer a Welsh o no… eso ya es decisión tuya. Pero quiero que, si decides adentrarte en este mundo, lo hagas con todas las consecuencias. Sintiendo cada arrebato de Mark Renton como si estuvieras en su piel. Sudando igual que él suda cuando no tiene la excarcelación corriendo por sus venas. Liberándote a su vez cuando él consigue elevarse durante unos efímeros minutos. Te aseguro que si lo haces, sentirás la necesidad irrefrenable de seguir con sus otras dos obras, Porno y Skagboys. La primera nos habla de lo que ocurre diez años después de Trainspotting y la segunda es una precuela, donde entenderemos el porqué de la perdición de estos chicos. Y sí al final te animas a compartir las desgracias de Renton, te darás cuenta de que no hace falta ningún caballo para trotar por otros mundos. Que para eso, basta con un buen libro.

4 comentarios en «Trainspotting, de Irvine Welsh»

  1. Pues si, fue una de las que sufrió acoso y derribo del amiguito de turno que vio la peli y quería a toda costa que la viéramos los demás…lo hice y tengo que decir, que no me gustó nada.

    Lo siento por el libro, se me quitó la gana de leerlo por culpa de la peli.
    Un beso

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    • A mí no me ha parecido tan duro como la película, será que la actuación de McGregor fue brillante, pero la verdad es que no deja de ser la misma historia. Como digo en la reseña, este libro no es apto para todos los públicos, te tiene que gustar ese estilo de literatura cruda para que al final te enganche y no lo dejes apartado para siempre. ¡Pero no pasa nada, Yolanda! ¡Será por libros…!

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  2. Yo la acabo de leer de nuevo por, probablemente, décima vez. La terminé en unas cuántas horas. Si no pueden con Trainspotting, ni se les ocurra tocar otra novela de Welsh: realidad cruda y desnuda como una herida abierta; así que si te da vértigos oler los meados de las calles, y a la droga le dices no, pues no es el libro para tí.

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    • ¡Diez veces! ¡Qué barbaridad! Tengo la curiosidad de saber si a medida que se va releyendo este libro una y otra vez, la crudeza de Welsh se va disipando.

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