Una ciudad flotante

Una ciudad flotante, de Julio Verne

Una ciudad flotante

 

La visión del autor, en esta historia, se relaciona con los navíos diseñados para transportar pasajeros rodeados del mayor lujo posible. ¿Suena familiar? ¡Por supuesto! Los cruceros de hoy en día cubren todas “las necesidades” de turistas exigentes que deciden embarcarse para relajarse. Pues su escritor elaboró una situación similar a bordo de un crucero inglés que parte con destino a New York, en lo que podríamos describir como el viaje literario que describe parte de la travesía del Titanic (historia, no película). De esto, trata Una ciudad flotante de Julio Verne.

No es novedad la capacidad de este reconocido escritor, que no necesita presentación alguna, de imaginar escenarios futuros que paradójicamente se volverían realidades durante el siglo XX. En este escenario, a bordo del Great Eastern, el narrador relata los hechos que se suceden: la presencia de una figura fantasmal, los enfrentamientos entre nobles caballeros y algunos accidentes mortales relacionados a la puesta en marcha de semejante embarcación.

Hay pasajeros con temor a la travesía, que no se pueda finalizar porque es de esperar que tarde o temprano no resista el viaje y finalmente, se hunda. Los hay quienes disfrutan del confort brindado sobre el barco y están los aterrorizados por un fantasma. Más importante aún, están aquellos que se enfrentan al hombre que les robó la mujer que amaban y se enfrentan en un duelo.

Más allá del típico retrato que realiza Verne de los aristócratas franceses e ingleses, a bordo de una nave de lujo, no es su obra más entusiasta. Se trata de una historia de aventuras pero sin la intensidad de los ya clásicos. Quizás no haya tanta acción ni tanto entusiasmo y el mayor foco de atención es la creación de este barco gigante lleno de lujos que, en la actualidad, no genera ninguna sorpresa porque en los puertos de todo el mundo es posible ver cruceros. Posiblemente, también haya miles de historias encerradas tal como Verne lo hizo en este libro.

No hay que quitarle mérito al autor, por supuesto que no. Simplemente que no es su mejor libro porque le falta ese ritmo de acción y clave ingeniosa de solución para un conflicto. Eso sí, no se puede negar la capacidad creativa, además de narrativa, al crear desde cero algo que posteriormente terminaría por llegarse a inventar. Verne trazó los planes y plasmó las ideas para satisfacer la demanda de excentricidades de los ricos ingleses y franceses.

Me detengo con este genial escritor francés por un tiempo y no es por ese libro en particular. Yo siempre aconsejo espaciar la lectura de obras de un mismo autor, incluso de mi favorito. De algún modo, me cansan o me corrompen y el sabor de encontrarse nuevamente con un gran autor después de mucho tiempo, también es muy satisfactorio.

Una ciudad flotante no es su libro más conocido ni el mejor de todos ellos pero es un regalo que nos dejó Verne para continuar disfrutándolo.

Rosario Arán (rosearan@librosyliteratura.es)

Tw: @rosearan

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