Una madre

Una madre, de Alejandro Palomas

Una madreQué bien Una madre, Alejandro, qué bien.

Vivimos tiempos que se mueven como serpientes, que se esconden y saltan a la yugular cuando no nos damos cuenta. Y son los golpes, los que retumban en el cuerpo y desmenuzan las partes que nos forman los que nos hacen aprender, los que valoramos pasado el tiempo, los que nos persiguen, en esa carrera contra las manecillas del reloj, como si fuéramos fugitivos escapando, intentando salvarnos a través de las sombras, sin dejar que los claros alberguen un sitio llamado hogar. Nos callamos, en esos silencios eternos, las cosas que tanto importan. Pero qué bien tu libro, Alejandro Palomas, qué bien. Porque es un suspiro, porque es ese susurro que no se lleva el viento, que se queda, permanece, pegado al oído sin abandonarnos, sin dejarnos huérfanos, acompañándonos en un camino lleno de baldosas quebradas, que no llevan a parajes fantásticos, que sólo nos muestran la cruda realidad. Y es ahí, en esas voces bajas, en ese aliento casi respirado en el cuello, que lo roza, donde tu libro se enmarca como una de esas obras de arte que admirados en los pasillos de un museo. Es un descanso, la liberación de una atadura que nos tenía presos del miedo. Es un sonido que nos lleva de la mano por una familia, la familia, que siempre son más que la suma de sus partes, que se convierte en el mundo dentro de otro mucho más grande, en un universo en colisión perpetua, que gira como los planetas, que ejerce su atracción como el sol y que mueve las mareas como la luna. Es, con todo, una novela destinada a cautivar. Qué bien Una madre, Alejandro, qué bien.

 

Decidí empezar esta reseña de otra manera, con un estilo diferente, pero no pude. Lo que mis palabras me pedían era un diálogo directo, ese que pueda beberse, como un zumo de naranja bien frío, con tan solo posar los ojos en las letras. Y es que, ay, Alejandro Palomas, no hay vidas suficientes, no hay verbos que contengan, ni siquiera adjetivos que pueden calificar tus palabras, que son como versos que se escapan de entre los labios, que se mueven y bailan por la mente y te convierten en alguien distinto, en otro, en una especie de doble con todo aquello que nos faltaba antes de leer Una madre. No existimos y, de alguna forma, tú has hecho que lo hagamos. Como si fueran esas lágrimas que, minutos antes, no llevábamos con nosotros y ahora resbalan por nuestras mejillas, llegando a nuestra boca, alimentándonos con nuestro propio agua. La vida, a veces, con todo ese entramado de alegrías y decepciones, te da un regalo que no habías pretendido recibir. Así es como observo, tras su lectura, tras el visionado en mi cabeza de todos esos momentos que relatas en tu novela, lo que supone para mí el simple hecho de haberme visto inmerso en Fer, en un hombre que cree no tener nada, en Amalia, la madre, en ella, cuando ella significa todo, esa fuerza gravitatoria que hace que no salgamos todos volando, en Silvia, con sus silencios enquistados, en Emma, con la mirada que dice más que las palabras, que guía como un faro, o como esa frase que repites en tu novela, esa que hizo de Las horas una de mis películas preferidas. La vida Alejandro, esa que se respira, eso es lo que tú has creado, eso es lo que insuflas por mucho que otros quieran robarnos la sangre, robarnos el alma.

Te devuelvo, en forma de humilde reseña, lo que me has dado con Una madre, porque no se me ocurre mejor forma que usar las palabras para agradecer más palabras. Los pasos que damos, los que nos inventamos, las mentiras que surcan el pozo de los deseos en que se convierte muchas veces la existencia, todo eso, condensado, vivido en las doscientas cuarenta y dos páginas que crean atajos, que los fabrican, que convierten tus palabras, Alejandro Palomas en esa especie de antídoto, de vacuna, de vida dentro de la muerte diaria, en abrazo, esa palabra que tanto me gusta, pensamiento fugaz, en un querer sin medida, como decía la canción, en amar a lo grande. Y es que los lectores amamos a los autores, los queremos como si fueran familiares que saben de nosotros, que nos describen y nos convierten en lo que somos. Hoy es un día amable porque, de alguna manera, tú lo has hecho así.

Qué bien Una madre, Alejandro, qué bien.

2 comentarios en «Una madre»

  1. Hace apenas cinco días “Una madre” llegó a mi. Fue uno de mis mejores regalos de cumpleaños. Quería pasar de puntillas por tu reseña porque tengo previsto leerla en breve, pero me has cautivado.
    Magnífica reseña! Me has atrapado y transmitido tanto…!
    Como bien dices, los lectores amamos a los autores, y Alejandro es para mi uno de los pocos autores a los que amo.

    Gracias por tu reseña Sergio.
    Besos .

    Responder

Deja un comentario