Wonder Woman. Hierro, de Brian Azzarello

hierro

No puedo estar más agilipollado con mi primera incursión en serio en una colección de Wonder Woman. Quiero pensar que se debe al buen hacer del guionista, Azzarello, en la fusión que hace de mitología clásica y de mitología  que va “inventándose” en beneficio de la historia. (O al menos yo creo que es inventada; me gusta lo mitológico, pero no soy ningún experto).

Si vas a leer esto supongo que es porque te has leído los dos tomos anteriores, Sangre y Agallas y puedo hacer espoilers de dichos números. De no ser así dos cosas:

1)      ¿Por qué no los has leído?

2)      ¡Por todos los dioses del Olimpo! ¿Qué haces leyendo esta reseña?

Avisado estás.

Al finalizar Agallas nos quedamos con que Hermes había traicionado a Diana y secuestrado al hijo de Zola para entregárselo a Démeter. Apolo se apropió el trono y la reina Hera fue obligada a exiliarse. Un brazo sale del hielo como un caminante de Juego de Tronos y se anuncia la llegada de nuevos dioses.

Hierro comienza rescatando un relato del pasado de la amazona (ignoro si es cierto o es algo para que quede bonito en el cómic) en el que se enfrentará a la arpía y al minotauro. De la lucha con este último la mujer maravilla aprenderá lo que es la piedad.

Este breve aperitivo en realidad sirve de presentación de Guerra (Ares) y del entrenamiento al que someterá a WW en unas viñetas que, por momentos, recuerdan a los ejercicios de Rocky y a las luchas de preparación entre Juan Ramírez Sánchez Villalobos y Connor MacLeod en la brillante Los inmortales.

A pesar de lo breve de este capitulito, hay muchas cosas que destacar, como, por ejemplo, el aspecto original de Guerra. Antes casi más un vikingo que un guerrero griego y ahora un vejete desastrado que va descalzo y manchado de sangre desde los pies hasta media pernera. Supongo que con el tiempo todo, incluso las guerras, han ido a peor, se ha perdido el “arte” de la guerra, del cuerpo a cuerpo, del honor, si cabe, y ahora se mata a distancia, incluso con drones… de ahí el aspecto de desencantado actual de Ares.

Mucho me he enrrollado con las primeras páginas y todavía no hemos entrado en el meollo principal, que no es otro que recuperar al niño.

Y así, la aventura prosigue con Hera despojada de su divinidad, reconvertida en mortal y obligada a compartir espacio y tiempo con Zola, uno de los líos del pichabrava de su marido; con la aparición de nuevos dioses y el reencuentro con los antiguos, confiando en unos y no en otros…

Una trama que te conduce suavemente por las páginas de Hierro. Avanzas sin darte cuenta, con un interés que se mantiene no ya desde la primera página de este tomo sino desde el primero de ellos. Lo normal dentro de una colección es que se componga de números brillantes y otros más flojos. Aquí, de momento todos son brillantes. Sin excepción.

Mención aparte para los imaginativos rediseños a cargo de Cliff Chiang. Si en su momento sorprendió con Hades, Neptuno, Hermes, Ares… vuelve a hacerlo aquí con las nuevas incorporaciones, que no voy a desvelar.

Todo perfecto. Dibujo, diseño de personajes, color y guión.

No pensé que la amazona fuera a engancharme tanto, (y lo cierto es que más que Wonder Woman, lo que hace grande estos cómics son los personajes que la rodean) pero me alegro de que así haya sido.

Épico.

@palati77

Autor de Valeria y El diablo da las llaves del cielo

 

 

 

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