¡Los pingüinos, al polo!

Una breve reflexión sobre las sillas del salón y la edición independiente en España

pingüino

En mi casa, mi hijo pequeño utiliza una pequeña silla de madera para sus juegos, con armazón de hierro forjado siguiendo la tradición castellana, y que reluce tanto que todavía parece recién barnizada. La mini-silla debe tener treinta y ocho años, más o menos. La fabricó mi abuelo materno, el maestro herrero del pueblo, que le regaló una a cada nieto según iban aprendiendo a andar, todas exactamente iguales (para que no surgieran suspicacias ni envidias futuras que terminaran con asesinatos o purgas familiares). La nuestra, primero la usé yo, después mi hermana, ahora la usan mis hijos y, seguramente, siga estando perfecta y disponible para que la pateen los hijos de éstos y los siguientes, incluso.… Leer la reseña completa del libro "¡Los pingüinos, al polo!" “¡Los pingüinos, al polo!”