Casinos y literatura

Casino Royale

La ciudad de Las Vegas y los casinos son lugares legendarios tanto para el cine como para la literatura. Seguro que recordáis la mítica novela y su adaptación cinematográfica Casino Royale, del británico Ian Fleming, en la que en el agente especial 007, James Bond, hace su primera aparición. O la inolvidable Leaving Las Vegas, de John O’Brian, llevada a la gran pantalla por Mike Figgis e interpretada por Nicolas Cage y Elisabeth Shue. Todas estas novelas tienen un nexo común: transcurren en casinos como Bet365 casino, esos lugares repletos de luces, juegos y glamour en los que cualquier cosa puede suceder. Hoy en día es mucho más fácil, no hace falta ir hasta Las Vegas porque tenemos a nuestro alcance la forma de apostar desde el sofá de nuestra propia casa.

Seguro que muchos de vosotros habéis visto Miedo y asco en las Vegas, la mítica película de Terry Gilliam en la que unos más que estrafalarios Johnny Deep y Benicio del Toro, persiguiendo el gran sueño americano, se embarcan en un viaje de lo más surrealista a Las Vegas. Claro que parte de ese surrealismo tan delirante se debe al cargamento que llevan en la maleta, pero de eso ya hablaremos mejor en otra reseña. Esta película de culto tiene su origen en el también fascinante libro del escritor y periodista americano Hunter S. Thompson. En su novela homónima, Thompson refleja esa América superficial y consumista que todos conocemos y que tantos autores han retratado en sus libros.

Aquello de alcanzar su propio sueño, el español en este caso, es lo que debió pensar la peculiar familia Pelayo, cuyas singulares hazañas podéis leer en la divertida novela La fabulosa historia de los Pelayos, escrita por Iván y Gonzalo García-Pelayo. Esta familia cambió su suerte ideando un método legal basado en la imperfección de las mesas de la ruleta con el que obtuvo muchísima pasta en casinos de todo el mundo (y cuando digo muchísima, quiero decir, una auténtica barbaridad). El clan de Los Pelayo tuvo su momento de gloria en los años noventa y aparecieron en las portadas de los medios de comunicación gracias a su método. Eso sí, acabaron por prohibirles la entrada en los casinos y tuvieron que dedicarse a otros menesteres. Por cierto, también existe una adaptación cinematográfica de sus aventuras. Se titula The Pelayos, está dirigida por Eduard Cortés y es una peli bastante entretenida.

Pero, sin lugar a dudas, mi libro preferido relacionado con esta temática es El jugador, del enorme Fiódor Dostoievski. Publicada en 1867, en esta novela el autor narra la historia de Alekséi Ivánovich, el tutor de una familia rusa que vive en una de las suites de un hotel en Roulettenbourg (Alemania) y que descubre por primera vez en el casino de la ciudad los juegos de azar, especialmente la mesa de la ruleta. Desde entonces, Alekséi Ivánovich dedicará todo su empeño en conseguir dinero en los casinos, primero en nombre del amor y, más tarde, por pura supervivencia. Una historia sobre la obsesión por el dinero y la pasión por el juego brillantemente narrada que esconde bastantes tintes autobiográficos. ¿Qué tienen estos rusos escribiendo? No lo sé, pero lo cierto es que El jugador es una obra maestra de la literatura y Dostoievski uno de mis escritores favoritos de todos los tiempos.

Como habéis podido leer en este artículo, los casinos han sido y son un lugar bastante recurrente en el mundo literario y cinematográfico. Muchos de los personajes del gran escritor americano F. Scott Fitzgerald (otro de mis autores fetiche), lucieron también sus mejores galas en los casinos de la rivera francesa. Cómo olvidar al inolvidable Nick Diver en la fantástica novela Suave es la noche. Del mismo modo que sus personajes se paseaban por los casinos, los autores de estas novelas fueron también asiduos jugadores en los casinos. Los propios Dostoievski, Hunter S. Thompson e Ian Fleming fueron conocidos por su querencia y grandes habilidades en los juegos de azar. Eso sí, como bien dijo Hunter S. Thompson en una ocasión: “existen muchas lecciones difíciles de aprender de la experiencia de las apuestas, pero la más difícil es la diferencia entre divertirse y ser inteligente.”.

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