Confesiones de una máscara, de Yukio Mishima

Es bastante probable que mientras leas Confesiones de una máscara te vayas preguntando si Koo-chan, el joven narrador, es el propio Mishima. Pero también es probable que eso te pase con muchos libros. Y también lo es que quizá llegue un día en que todo eso te dé igual, que empieces a disfrutar tus lecturas sin necesidad de contextos, de historia personal, con el menor número de prejuicios posible. Yo no sé si ya he llegado a ese punto (ojalá) pero sí sé que he disfrutado mucho un libro sin tener que saber si todos esos demonios fueron los de Mishima o no. ¿Me gustaría saberlo? Es posible. ¿He investigado? No. ¿El libro es bueno igual? Buenísimo. Alianza vuelve a la carga con Mishima tras haberse cumplido el pasado año el 50 aniversario de su muerte y nos ofrece nuevas ediciones de sus libros más famosos. Este seguramente sea el más. En traducción de Rumi Sato y Carlos Rubio.

En Confesiones de una máscara nos encontramos con Koo-chan, niño de mala salud que crece criado por una abuela muy conservadora y unos sentimientos que no son los de un niño “normal” (lo pongo entre comillas porque no sabría decir lo que es ser normal). Quiere sentirse atraído por las chicas, como les pasa a todos los de su colegio, y lo intenta, e incluso en algún momento llegará a sentir algo parecido, pero nunca lo que cree que debe sentir, lo que cree que sienten los demás. Nunca se le pondrá su «juguete» duro mirando el cuerpo de una chica. Sí el de un chico.

Ese vaivén de sentimientos, esa eterna presencia de la culpa lo llevará al terreno de los remordimientos, de los miedos, la vergüenza y lo salvaje. Se sentirá atraído por chicos pero también por la violencia a esos chicos, por la sangre a esos chicos, por la muerte de esos chicos y de sí mismo (atracción, erotismo, lascivia). Con «la seguridad de que moriría joven», esperando la muerte «como una dulce esperanza», el Koo-chan niño se da cuenta de que para su familia que él se vista de mujer es intolerable, que él sienta cosas por otros hombres es inconcebible, que lo que él sufre es una «inversión sexual». Y ahí empezarán las máscaras.

Cuando él actúa normal, la gente se piensa que hace un papel; y cuando actúa haciendo el papel de “hombre” es cuando la gente piensa que está siendo como él es. Es entonces cuando se da cuenta de que está falseando su naturaleza. Y sigue con ese juego de máscaras, y hace (y se obliga a ello) que se enamora de una chica, y que se siente atraído por ella, y que se van a casar, y que se quieren, pero a la hora de la verdad, cuando los dos cuerpos se juntan, él no siente lo mismo que siente por sus héroes de revista, por los soldados que ve por la calle, por sus compañeros sin camiseta.

Con los americanos sobrevolando y bombardeando Tokio, el infierno de la ciudad se espejará en el infierno de su interior. Y probará de ir a un prostíbulo, y nada. Y probará a irse a la guerra, y nada. Y se dará cuenta de que vive en una época en la que si eres joven solo tienes dos opciones: o tienes medallas o enfermedades. Ya os podéis imaginar hacia dónde se desplaza su balanza.

Confesiones de una máscara es al fin y al cabo el viaje por una mente a la que un muy ortodoxo entorno ha alterado. Y vivimos esa alteración, esa degradación, hasta no saber su final. O quizá sí, porque si de verdad estas son las vivencias del joven Mishima, ya sabemos cómo terminó todo. Pero quizá no lo sean, quién sabe y qué más da. Una lección de algo totalmente contemporáneo. Se celebran 50 años de su muerte y Mishima sigue estando vigente. Un placer (quizá es pecado usar esta palabra) leerlo.

3 comentarios en «Confesiones de una máscara, de Yukio Mishima»

  1. Me leí este libro hace poco y quería saber cuáles eran las opiniones de otras personas que lo hayan leído, y coincido con varios puntos. A mí Confesiones de una Máscara me transmitió mucho y creo que como la defines, un placer leerlo, es la forma perfecta de expresar lo que este libro transmite.

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  2. Saben, me suena y se me asemeja mucho a Proust, ese revelarse contra su ser y buscar otros yoes. Lo que nunca termino de entender en Mishima si siente algo por los hombres desde el mismísimo sentimiento o ama la virilidad que ellos tienen y de la cual él carece.
    Es la misma pregunta que me hago frente a Proust cuando él se lo pregunta respecto de M. de Charlus en su relación con Morel.
    Buena reseña y creoque es correcto utilizar la palabra placer. Saludos

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