Cuando acaba el silencio

Reseña de libro “Cuando acaba el silencio”, de Lidia Fernández

Tengo que confesar que me tiemblan un poquito las manos en estos momentos. Estoy nerviosa, y es que hoy vengo a hablarte de un libro al que le tengo muchísimo cariño, al igual que a su autora. Antes de empezar, me gustaría contarte que leí esta novela cuando todavía era un boceto, hace un par de veranos. Conocí a su autora por temas profesionales y poco a poco se fue convirtiendo en una gran amiga. Tanto, que a día de hoy hablamos casi a diario y estamos escribiendo una novela juntas. Así está el nivel. 

Pero voy a quitar la tirita directamente y os voy a hablar de la primera novela de Lidia Fernández: Cuando acaba el silencio. Es una historia muy especial que trata temas sensibles y que los acerca al público de una forma delicada y a la vez desgarradora. Para comprender esto, hay que conocer a Marina, la protagonista. Ella es la que, en primera persona, nos contará tanto su presente como su pasado, y es que ahora, después de terminar el quinto curso del Conservatorio, donde estudia flauta travesera, su vida se ha quedado vacía. Está pasando por un momento de inflexión en el que ni siquiera su mejor amigo Héctor es capaz de ayudarla. Tampoco Elsa, una chica que irá ganando protagonismo en la historia y que tratará de hacer que Marina vuelva a ser quien era. Y mucho menos Dani, su ex y, con toda seguridad, origen de muchos de sus problemas. 

Cuando acaba el silencio es una novela que se cuece a fuego lento. Dentro de ella no encontraremos giros argumentales ni sorpresas fantásticas. Sin embargo, lo que sí encontraremos es la vida misma representada a través de un personaje que podríamos ser cualquiera de nosotros. No hace falta saber música para comprender lo que significa para Marina, no hace falta tener los problemas que ella tiene para sentir lo que Marina siente, no hace falta conocer al detalle todas las cosas que le ocurren porque nuestra empatía nos hará comprenderla desde el principio. Y creo que este punto es muy importante, sobre todo en la literatura juvenil, porque es necesario que exista esa empatía por parte del lector, es imprescindible que se ponga en la piel de otras personas para comprender por lo que pasan los que le rodean. O él mismo. 

Me encantaría desgranar esta novela párrafo a párrafo. Hablar de las cosas que ocurren y que han hecho que Marina sea quien sea, pero creo que parte de su magia reside también en descubrirlo por uno mismo. Y, créeme, va a ser un camino precioso —aunque a ratos puede que sea un poco doloroso también—, pero si lo descubres por ti mismo es posible que te sientas todavía más identificado con Marina. 

Pasando un poco a analizar la narración, Lidia Fernández luce una prosa delicada, metafórica y cuidada. No dice nada por decir y tampoco se deja nada en el tintero. Se nota que le apasiona escribir, y que adora a sus personajes casi como si fueran sus hijos, aunque en ciertos momentos tenga que ver cómo sufren y cómo se enfrentan a la vida que, al fin y al cabo, nunca es compasiva.

Si es que nada más que tengo palabras bonitas para esta historia. Y no quiero que pienses que es porque Lidia es mi amiga, ya que siempre he sido muy sincera en este aspecto. Cuando leí Cuando acaba el silencio en su día sentí cosas que pocas veces había sentido leyendo un libro. Me emocioné, lloré, reí, quise abrazar a Marina y protegerla con mi vida, quise quedarme una tarde entera con Héctor sin hacer nada, tan solo viéndolo como es él, quise estar con Elsa y dejarme llevar por sus palabras y por su aura, mágica y envolvente… Quise que todo fuera bien y que no se terminara nunca. Por suerte, sé de primera mano que esto no se queda aquí, y es que estos chicos tienen todavía mucho que contar. 

Para terminar la reseña diré que esta novela contemporánea es perfecta si quieres sentir y saborear una historia real en la que te meterás de lleno como si fueras la misma protagonista y que destaca por sus valores importantísimos, por su inclusión y por tratar temas delicados que están a la orden del día y que muchos insisten en hacer como que no existen. 

Deja un comentario