Derrotero

Reseña del libro “Derrotero”, de Antonio Sánchez Gómez

Tan desconocido es para el gran público la problemática de la Amazonia ecuatoriana y peruana como el vocabulario que registra Antonio Sánchez Gómez en su primera novela Derrotero. Esta historia es el resultado de su experiencia personal como jurista militante a favor de los derechos de la población frente a las mafias y a la explotación de la provincia de Sucumbíos.

Mientras que volvía la actividad suspendida por el paro nacional, el autor de Derrotero decidió emprender un viaje por los ríos amazónicos. Tomaba notas en las esperas de canoas que le permitieran seguir su curso. Recogía testimonios de las luchas de los pueblos contra las grandes extractoras. Un relato que debería ser noticia cada día y que apenas tiene presencia en la agenda mediática. Es curioso, ¿no?

Cuando volvió de ese viaje la violencia policial en Quito y la declaración del estado de excepción, le obligó a permanecer confinado el tiempo necesario para organizar las notas en una narración. En la trama, cuatro defensores medioambientales en la convención de Lago Agrio, un pueblo de la Amazonia ecuatoriana, deciden pasar de las palabras y conversaciones a la acción directa. “Estatutos, infraestructura, material, ríe exultante y por fin, una acción honrosamente atribuible” (p. 78).

Las palabras originarias y que designan una realidad tan alejada para mí, han hecho que haya ampliado mi vocabulario: bagre (tipo de pez), boto o bufeo (delfín rosado), ceibo (flor nacional de Argentina), greda (arcilla arenosa), guarachas (género de música y baile), huaynos (música folklore) o salteñas (empanada). He recordado aquello de que el lenguaje es vehículo del pensamiento, porque si no conozco las palabras que nombran, crean y denuncian ese contexto, ¿cómo voy a ser consciente de la explotación y las injusticias? “Interrumpieron las fuentes de energía cerrando las válvulas claves y cortando los cables de alimentación, dejando inoperativos los generadores” (p.124).

A pesar de que pensaba que era un cómic, la novela que se esconde tras esa portada en Derrotero es trepidante, articulada sobre cuatro capítulos que, como el título, rodean la problemática desde distintas ópticas: “Destripar la boa”, “La catedral de Dios”, “Destierro” y “Ciudades improbables”. Bien podrían haber sido relatos cortos. Una persecución continua, llena de tramas, huidas y un miedo constante. Pero también queda espacio para la reflexión y la denuncia que de otra forma, más periodística o ensayística, no está llegando a los lectores.

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