Reseña del libro “Destellos fugaces: Relatos desde la depresión”, de Jorge Albaladejo Pomares
La salud mental es, y sigue siendo, una de las grandes asignaturas pendientes de nuestra sociedad. El suicidio es una de las primeras causas de muerte no natural en los países del primer mundo. Las razones detrás de cada una de estas muertes son diversas y no podemos generalizar, pero es inevitable pensar si, como sociedad, estamos haciendo bien lo que está en nuestras manos. Estos tiempos fugaces que vivimos en los que el aquí y el ahora priman por encima de todo no ayudan. Tampoco ayuda la idealización de una vida perfecta con la que nos bombardean a diario.
Jorge Albaladejo Pomares nos habla de todo esto en el prólogo de su libro Destellos fugaces: Relatos desde la depresión. Autor de Manual de supervivencia para unicornios y Reflexiones lentas para un mundo con prisa, Jorge sabe bien de lo que habla. Él mismo ha padecido desde pequeño ansiedad crónica y varios episodios de depresión recurrentes. En sus propias palabras: “La depresión es, muy a menudo, una crisis personal vital y existencial que nos lleva a darnos cuenta de que no estamos viviendo la vida que anhelamos. Que no somos la persona que nos gustaría ser. Que estamos viviendo las experiencias de otro en lugar de las nuestras”. El autor ha transitado muchas veces ese lugar oscuro en el que nos sumerge la depresión y por ello sabe que “en esa vorágine, en ese caos, en esa disputa entre la desesperación y la ilusión, entre la sumisión y el amor propio, la tristeza y la rabia, la depresión puede convertirse en una potentísima fuerza creadora”.
Destellos fugaces es el testimonio de una persona cuya vida ha estado marcada por la ansiedad generalizada y crónica y las recaídas en episodios depresivos. Una radiografía emocional de alguien que nunca ha dejado de escribir y que nos ofrece una serie de relatos nacidos de la propia depresión y de ese estado transitorio, tan íntimo y personal, en el que la percepción de la vida y nuestro entorno se alteran por completo.
Un libro, como veis, tremendamente honesto, pues nace desde la propia vulnerabilidad y no busca grandes pretensiones, sino descubrirse ante el lector tal y como se es. Es por eso que en Destellos fugaces vamos a encontrar una maraña de sentimientos por desenredar, un compendio de relatos por los que transitan todas las emociones posibles, desde la rabia, la soledad y el miedo, hasta el desamor o la esperanza. Un viaje a un mundo caótico y complejo, pero lleno de verdad y sinceridad al que hay que acudir con la mente abierta, dejando atrás prejuicios.
Con un estilo muy personal, directo y lleno de metáforas visuales y emociones, Jorge nos sumerge en este viaje a través de los sentidos y los estados anímicos que una persona con depresión atraviesa. Se trata de microrrelatos de una gran fuerza, arrolladores, potentes y con los que es fácil empatizar.
Encontramos, prácticamente, de todo entre sus páginas: desde días grises, hasta pequeños atisbos de esperanza, desde esa sensación de saberse perdido y querer escapar, hasta resquicios de luz. También hay lugar para relatos más oníricos y crípticos, algunos muy visuales y perturbadores, otros enternecedores y terrenales. Hay tantas emociones entre sus páginas como estados presenta la depresión y lo cierto es que Jorge sabe captarlos a la perfección entre sus páginas.
Relatos como Gris, Voces o Perspectiva, que te sumergen de lleno en la angustia de un presente temible y un futuro incierto; algunos más oníricos como Algún día, en el que el autor nos hace transitar por una auténtica pesadilla llena de inquietud; y relatos más románticos como Sonrisa o Jake, donde el amor o el desamor siguen siendo, a pesar de todo, los motores del mundo. Mis preferidos: Sábado noche y Mustang, por todo lo que me han hecho sentir y pensar al leerlos.
Cada lector encontrará, estoy segura, un texto con el que sentirse identificado, una emoción que conoce y reconoce y que Jorge describe en las páginas de Destellos fugaces: Relatos desde la depresión. Un libro con el que es muy fácil conectar, dejarse llevar y sentir.