Tengo planeado preguntarle algo a Dios cuando llegue a las puertas del cielo. Quisiera consultarle por su método para repartir el talento entre los hombres ¿Es azar, algún tipo de cuenta matemática? Es probable que sea una cuestión de fecha de nacimiento, inspiración poética, intuición o fe. O tal vez sea que debas llamarte Truman Capote, ser conocido en el mundo entero por haber escrito A sangre fría y conformar un verdadero personaje de novela. Si me contesta eso, no podré negar que Dios ha hecho un excelente trabajo.
Hasta el momento, siempre que he elegido como lectura un libro premiado con el Booker, ha sido un acierto. Salman Rushdie, Aravind Adiga, Ian McEwan o J.M. Coetzee entre otros lo han obtenido. Unos con un amplio recorrido literario, otros con un extraordinario recorrido humano a sus espaldas. Y este es el caso de esta autora, una mujer comprometida socio-políticamente hablando que, en el año 2004, ganó el Premio Sídney de la Paz por su trabajo en campañas sociales y su apoyo al pacifismo.
El dios de las pequeñas cosas, un libro que, al parecer, es semi-auto-biográfico y en el que la autora, hija de de una madre cristiana Siria-ortodoxa y de un padre indú, nos traslada, tras cuatro años de duro trabajo para cerrar la historia, y a través de un narrador omnisciente, (en el que no creo que haga un gran esfuerzo por esconderse ella misma), al estado de Kerala, situado al sur de la India.… Leer la reseña completa del libro "El dios de las pequeñas cosas" “El dios de las pequeñas cosas”
El viaje, sórdido y épico, de un grupo de personas zafias e ignorantes que encuentran fuerzas en sus motivaciones egoístas para enfrentarse a todo tipo de catástrofes y vencer al destino.
Corre el año 1945 en un Madrid castizo y galdosiano y un jovencísimo Juan Benet comienza a introducirse en el ambiente literario de la ciudad. Lee a Kafka, a Thomas Mann y a Nietzsche, participa en reuniones de café y pronto se convertirá en un asiduo de la tertulia de Baroja en su casa de la calle Alarcón.
Cuatro relatos breves. Una protagonista: la derrota. Sobre tan sencilla arquitectura armó Alberto Méndez su primera y única novela, una obra que sorprende por su belleza trágica y deslumbra por la sutiliza con la que se articula su armazón de sentimientos enfrentados.
Una rara avis. Pocos casos más singulares que éste serán recordados en el mundo editorial español de los últimos años. Su autor la publicó con 63 años de edad y falleció once meses después, sin llegar a conocer el verdadero y gran éxito de su ópera prima, cimentado primero mediante el boca a boca y consagrado a título póstumo con el Premio de la Crítica y el Nacional de Narrativa.
Recuerdo perfectamente cómo conocí a Arundhati Roy. Fue en un kiosco. Entré a comprar el periódico y me fijé por casualidad en una de esas colecciones con oferta de lanzamiento: dos novelas de la mejor narrativa de Anagrama a un precio irrisorio. Aquellos dos libros eran ‘Seda’ y ‘El dios de las pequeñas cosas’. Los compré por impulso y desde entonces los llevo conmigo en un rincón del corazón, pues fueron de esas lecturas que lo conmueven a uno especialmente.
Hay un lado bueno y otro malo cuando te gusta mucho un libro y confías en la escritura de ese autor. Después de haber leído una de sus novelas, la escritura de Nick Hornby me había divertido tanto y su historia me había capturado de tal forma que no dudé al comprar otro libro de él. Entre sus títulos, leí la contraportada de este libro de color celeste y no me detuve hasta hacerme con un ejemplar. Todo por una chica de Nick Hornby fue lectura rápida, de esas que uno empieza casi con desesperación por volver a un autor que disfrutó con anterioridad.… Leer la reseña completa del libro "Todo por una chica" “Todo por una chica”
Una reflexión novelada sobre el placer de leer en libertad.
Esta es una obra insólita. No se trata de narrativa, eso está claro, pero me resisto a calificarla de ensayo. Quizá podría decir que es una reflexión novelada –de ahí su título, supongo– sobre el acto de leer y, muy especialmente, sobre cómo animar a los jóvenes a reconciliarse con la lectura.
Escrito desde el punto de vista del pedagogo –Daniel Pennac es profesor de instituto– pero prescindiendo de datos y tecnicismos, evitando dar consejos o “reglas de oro”, sin jerga profesional ni pedantería, sin colocarse en ningún momento por encima del lector, Como una novela es, más que un libro, una conversación entusiasta y desenfadada con un amigo que tiene las ideas algo más claras que nosotros.… Leer la reseña completa del libro "Como una novela" “Como una novela”
Paul Auster era uno de esos escritores que nunca llamaron mi atención. Por muchas buenas críticas que escuchaba y leía, por mucho que viera sus novelas en los estantes de los libros más vendidos, siempre hacía caso omiso e iba en busca de otros títulos. Y lo peor de todo es que no sabría decir por qué. Sin embargo, uno siempre debe cumplir lo que promete y yo, después de que alguien muy querido me lo recomendase con ahínco, prometí leer El Palacio de la Luna. Así que cuando se me presentó la mejor oportunidad, me adentré en sus páginas dispuesta a vivir una nueva historia en piel ajena y, sobre todo, deseando que mis intuiciones sin sentido fueran erróneas.
La novela que arranca la ropa al mundo de la publicidad. Así definiría este libro siguiendo la sintaxis utilizada por el narrador, plagada de aforismos acordes con su condición de creativo publicitario. Y digo que le arranca la ropa porque Frédéric Beigbeder (Neuilly-sur-Seine, 1965) no le quita el vestido con delicadeza e ironía, sino que rasga la tela, frase a frase, hasta dejar al oficio –a una parte de él- en la más sátira de las desnudeces.
Cuenta la leyenda que Beigbeder (no confundir con Bilderberg, el famoso club de poderosos adinerados que supuestamente comanda el planeta) trabajó en una agencia de publicidad (esto parece cierto) y que un día, cansado, hastiado, rabioso, decidió escribir un libro que mostrara sin escrúpulos el mundo publicitario con un objetivo: que le despidiesen.… Leer la reseña completa del libro "13´99 euros" “13´99 euros”
Las arquitecturas del deseo, de José Antonio Marina
Uno tiende a pensar que es menos consumista que los demás, que son otros los cautivos de la publicidad y de las modas. Marina nos hace ver, de una manera entretenida, como es habitual en sus investigaciones, que somos más parecidos de lo que a menudo nos gusta pensar. Somos humanos: deseamos lo que no tenemos. Y ahí es donde entra en juego la maquinaria de la satisfacción, la respuesta a todo lo que necesitamos: el consumo. La solución a todos nuestros deseos. El camino de la felicidad.
José Antonio Marina (Toledo, 1939), autor de numerosos ensayos, escritor-detective, filósofo, profesor y apasionado floricultor, se preocupa en esta ocasión por el deseo, un concepto filosófico y moral que en la actualidad se ha liberado de opresiones pretéritas y ha sido devorado por la publicidad, encargada de fabricar falsas necesidades que gracias a una complejo sistema se nos presentan como imprescindibles para nuestra felicidad.
Tenía un libro ya bajo el brazo. Era uno de Nabokov, no podía negarme aunque había anunciado que no compraría nada. Se me acercó uno de los vendedores, mientras repasaba los libros sobre una de las mesas. “A ver que vas a leer”, me dijo, mientras tomaba el ejemplar. Cualquier persona que entable conversación conmigo sobre libros, tiene mi atención asegurada. Y en la conversación sobre mi autor favorito, empezaron las recomendaciones .Tuve que mirar el libro que mencionaba varias veces, me leyó algunos pasajes y me explicó por qué si me gustaba Nabokov, este también podría ser de mi interés.
Hay quienes se empeñan en decirnos que Auster se ha vuelto rutinario y predecible. Eso dicen, y para comprobarlo pueden dar ustedes un paseo por alguna que otra de las críticas de esos señores sesudos que escriben (y cobran, naturalmente) en periódicos y semanales. Pues fíjense que yo no voy a estar de acuerdo.¿Que leemos Sunset Park y sabemos que es de Auster? Por supuesto que sí, pero porque alguien sea fiel a su estilo no creo que podamos catalogarlo ni de rutinario ni de predecible. Es más, en el caso de este autor incluso lo agradezco.