El lector de Julio Verne

El lector de Julio Verne, de Almudena Grandes

El lector de Julio Verne

La infancia. Una edad que todos, en mayor o menor medida, recordamos con añoranza, con alegría, con esa pequeña sonrisa que se nos pone cuando recordamos los viajes que hacíamos con nuestros padres de vacaciones, los juguetes que esperábamos sacar a pasear en cuanto algún rayo de sol aparecía o el primer libro que nos leían, y que siempre se recuerda por algún motivo. Más tarde, en la juventud, nos dábamos cuenta de lo que nos rodeaba, de las pequeñas luchas del día a día, y de que la realidad hay que pelearla, buscando en pequeños detalles la felicidad. Y cuando somos adultos, pasamos la vida continuando el viaje, caminando mientras observamos lo que ha quedado atrás, lo que tenemos, y lo que vendrá.

Y os preguntaréis, ¿por qué este párrafo sobre lo que es la vida? ¿Acaso esto no es una reseña y nos encontramos con una clase sobre lo que puede o no puede ser la vida? La respuesta es sencilla: “El lector de Julio Verne” me ha hecho reflexionar sobre cómo los viajes interiores, a diferentes edades, son tan diferentes que el más mínimo detalle puede tocarte tan hondo que lo recordarás toda la vida. Porque la novela trata de los viajes, del paso a la vida adulta, de una guerra que todos conocemos (y hasta hemos acabado cansados de leer tanto sobre ella), de la pasión por la lectura y lo que ella esconde entre sus páginas, de las primeras veces que descubres el amor, del odio y del rencor, y sobre todo, del perdón que ofrecemos y nos regalamos, cada vez que alguno de nosotros comete un error. Y es que Nino, el protagonista de la novela, podría encarnar perfectamente a cada uno de nosotros, a esa infancia que perdemos todos por alguna razón (en su caso, la guerra) y a la que volvemos para darnos cuenta de que las cosas han cambiado, evolucionado, y se ha vuelto diferente de lo que pensábamos que sería en un principio.

Que conste que no soy objetivo con esta autora. Almudena Grandes me cautivó con su “Los aires difíciles”, y aunque para mí tuvo algún patinazo con “Te llamaré viernes”, siempre devoro cada uno de sus libros. Es cierto: todos sabemos lo que nos vamos a encontrar en sus páginas. La autora no ha cambiado un ápice de su forma de escribir desde sus últimas novelas, pero, ¿acaso importa cuando algo funciona? Comentando con algún cliente la novela, me decían que empezaban a cansarse de la retórica de la autora sobre la temática de la guerra civil. Cierto también: aunque alejándose poco a poco de su defensa, la Grandes siempre ha reconocido su lado republicano. Pero si algo puedo decir de esta novela es que, a pesar de que la temática es la misma, nos la presenta desde otra perspectiva que, a mí, me ha parecido sobrecogedora. Hacía tiempo que no veía, a través de los ojos de un niño, el papel que para él, su familia, su entorno, y en definitiva, su mundo, podía haber tenido la guerra. Y no hay nada mejor que leer, a través de la historia, que nuestro protagonista, Nino, empieza a darse cuenta de que algo va mal, en el momento en que abre un libro de Julio Verne (de ahí su título) y todo lo que le rodea empieza a caer, como un pequeño castillo de naipes que necesitara de una pequeña brisa para derrumbarse. Porque la vida no deja en aquellos tiempos no dejaba de ser eso: pequeños hilos que, tensados de una manera concreta, se rompían al menor estirón. Y además, como lector ávido que soy, la historia es un canto a la literatura, a los viajes imaginados, a los reales, a cómo poder vivir tu vida acompañado de otras personas que imaginaron otros mundos mucho mejores.

¿Será capaz de sorprendernos con su siguiente novela? No lo sé. Incluida en su ciclo homenaje a Benito Pérez Galdós y sus “Episodios Nacionales”, podríamos pensar que acabaremos aburridos de que nos cuenten lo mismo una y otra vez. Pero la verdad es que la autora, seria en las distancias cortas, a mí me ha alegrado los momentos en los que agarraba el libro y me ponía a leer las desventuras (porque no dejan de serlo) que le suceden al protagonista y me hicieron pensar qué horrible tiene que ser ser niño en aquella época, qué silencios tragados, cuanta violencia observada y escuchada, cuántas lenguas mordidas para no decir lo que piensas y cuánta valentía requiere permanecer, solamente eso, permanecer.

Y es que, al final, cuando cierras “El lector de Julio Verne“, puedes pensar que es más de lo mismo o que es algo nuevo, pero desde luego, no puede dejarte indiferente.

4 comentarios en «El lector de Julio Verne»

  1. Lo acabo de empezar y ya me tiene abslutamente rendida a su narrativa. La verdad es que igual no soy nada objetiva con Almudena pero no puedo evitar dejar que me arrastre por sus historias, por otra parte ¡Tan reales!

    Cuando lo termine te cuento.

    Responder
  2. Tengo también debilidad por esta autora, así que este libro tarde o temprano lo leeré, aunque aún tengo pendiente el anterior, con el que espero ponerme muy prontito. Excelente reseña.
    Besotes!!!

    Responder

Deja un comentario